Usted está aquí: lunes 4 de junio de 2007 Política Ilusiones y desesperación en una madrugada de yak

Es más divertido si sabes cuándo parar, dice el casino

Ilusiones y desesperación en una madrugada de yak

''Ahora, el juego que todos esperábamos, voz de arranque''

FABIOLA MARTINEZ

Ampliar la imagen Juego en Interlomas Juego en Interlomas Foto: Carlos Ramos Mamahua

La casa nunca pierde. Empieza la madrugada del domingo y también el juego estelar de la semana, con un premio garantizado de 30 mil pesos.

La sala de bingo está llena; quizá haya unas 500 personas que navegan entre la diversión, las ilusiones o la franca desesperación. Aquí hay poder de compra, lo revela así el estacionamiento atiborrado de la elegante Plaza Antara, en Polanco. Tras los pulcros vidrios del primer piso hay una real y diversa exhibición de automóviles de lujo, algunos bajo la custodia de elementos de seguridad privada.

La mujer que canta los números dice con voz pausada, con el guión bien aprendido: ''Ahora, el juego que todos esperábamos". Posiblemente todos compraron una o más tarjetas, y otros, series enteras, porque en la disputa hay 3 mil 600 cartones, dos por 20 pesos, por lo que la casa, que nunca pierde, recaudó en un minuto 36 mil pesos tan sólo en esta área, ya que tras la puerta de la sala de sorteo de números hombres y mujeres, jóvenes y viejos, no dejan mover el dedo índice en alguna de las máquinas electrónicas típicas de los casinos. Es un ir y venir a la caja para obtener más holgura en la apuesta y, por si hace falta en el incesante juego, ahí mismo está un cajero automático.

Empiezan a correr los números, los primeros que hagan "línea" se repartirán un premio de 2 mil 678 pesos; si llenan el perímetro de la tarjeta, 8 mil 717, y si acumulan todos los números de la lista se ganan el ansiado premio.

Algunos minutos después, un hombre -quizá de unos 70 años- grita frente a una computadora "¡yaaakkkkk!", pero de inmediato los empleados del bingo, un tanto molestos, lo corrigen: "¡plaaaay!''

Para el caso es lo mismo; en sí, para ese momento poco importa si están en un establecimiento de la filial de Televisa (Apuestas Internacionales) o de Administradora de Hipódromo, la de los yaks.
Una señora elegante, de unos 45 años, explica amablemente a su compañera ocasional de mesa la mecánica del juego. Toda una experta. Y es que viene aquí "por diversión", tres o cuatro veces por semana, aunque una vez, en un yak, se ganó cien mil pesos. "La empresa hasta me ofreció custodia a mi casa", dice con orgullo... y nostalgia.

Sin embargo, esta noche -como tantas otras- las cuentas no le salen, pues ya perdió todo el efectivo que traía en la bolsa. Cuando el hombre mayor hace saber a la concurrencia que ha ganado a todos, una mujer, quien ha estado jugando al menos en las últimas dos horas, le lanza una mirada incisiva (quién sabe qué le estará deseando). Otros aplauden.

Guadalupe mejor se levanta y va hacia su esposo para que le dé la tarjeta y pueda sacar más del cajero. "Voy por más dinero, pero al rato regreso; a la una de la mañana está el premio garantizado de 5 mil pesos... Tengo el presentimiento que ahí sí tendré suerte, porque si no me voy a ir bien despelucada otra vez. ¡Mejor me hubiera comprado una blusa! Tan bonita ropa que hay aquí".

Afuera siguen las promociones: con 12 visitas, siempre y cuando se compruebe ''record de participación'', dan un bono de 200 pesos para consumo de alimentos y bebidas. Más abajo, con letras chiquitas, la casa, que nunca pierde, inscribe una frase, quizá nada más por no dejar: ''Es más divertido si sabes cuándo parar''.

 
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