Usted está aquí: lunes 14 de mayo de 2007 Opinión El foro

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Carlos Bonfil

Bienvenidas al paraíso

Ampliar la imagen Fotograma de la cinta de Laurent Cantet Fotograma de la cinta de Laurent Cantet

DEL REALIZADOR FRANCES Laurent Cantet se conocen en México sus dos largometrajes anteriores, Recursos humanos (Ressources humaines, 1999) y Tiempo de mentir (L'emploi du temps, 2001), estupendos análisis del mundo laboral: uno, desde la perspectiva de la creciente enajenación en las empresas públicas; otro, a partir del proceso de simulación neurótica con que un hombre enfrenta su condición de desempleado. En su trabajo más reciente, Bienvenidas al paraíso (Vers le Sud, 2006), Cantet, en su disección del ocio, ensaya una variante, pero ya no el mundo laboral y sus rutinas, ni el drama de la desocupación y sus efectos, sino el tiempo vacacional, así como los fantasmas y demonios que el paréntesis turístico despierta en tres mujeres maduras. El cineasta sitúa su acción en una zona tropical de tolerancia, Puerto Príncipe, Haití, a finales de los años setenta, isla sometida al capricho dictatorial de Duvalier, infierno para una población aterrorizada, y paraíso para los extranjeros que ahí, con toda impunidad y privilegios, pueden practicar el turismo sexual. Tres mujeres maduras, de nacionalidades distintas -la estadunidense sureña Brenda (Karen Young), la británica Ellen (Charlotte Rampling) y la franco-canadiense Sue (Louise Portal)- se procuran en ese lugar, durante una temporada tórrida, los estímulos sexuales y los coronamientos del ego que con dificultad pueden obtener en sus países de origen. Quienes ofrecen sus servicios a estas tres damas desocupadas son adolescentes miserables que en la playa hacen papel diario de sementales, a cambio de dinero, regalos o vagas promesas de un mejor porvenir lejos del infierno. Cuando una de ellas flirtea brevemente con un niño de 10 años y muestra turbación por un momento de extravío, su compañera la reconforta apaciblemente: "Aquí las cosas suceden de otro modo". En efecto, Bienvenidas al paraíso es una crónica del turismo sexual que pone de relieve un tema rara vez llevado a la pantalla: la pedofilia femenina.

EN SU NOVELA Plataforma, el escritor francés Michel Houellebecq analiza con agudeza el fenómeno del comercio sexual en los sitios paradisiacos, esos países cálidos ("pays chauds") que distraen con el exotismo de la carne joven a turistas invariablemente aquejados por el hastío existencial. En la cinta de Cantet, dos mujeres (Brenda y Ellen) se disputan los favores y el tiempo libre de su mercancía favorita, el joven negro Legba (Ménothy César), bajo la mirada complaciente de Sue, y el recelo resignado y rencoroso de Albert, un sirviente maduro. En varios momentos estos personajes hablan cada uno frente a la cámara y expresan sus insatisfacciones y sus anhelos; en el caso de Albert, su resentimiento racial y de clase. El efecto es notable, un poco a la manera de la sirvienta de Rencor (2005) -de Jaime Humberto Hermosillo-, quien ante la lente fílmica desglosa su frustración y su desprecio. El joven Legba, que tres años atrás -a la edad de 15- desflorara a una Brenda de 45 años, enamorada desde entonces de él, no tiene voz frente a la cámara, sólo posee un cuerpo (magnífico), y una existencia que vale tan poco como la del resto de sus conciudadanos. Brenda aprende de Ellen el cinismo y el paulatino abandono de toda ilusión romántica ("Todas venimos a buscar aquí lo mismo, y eso debiera ser suficiente"). Charlotte Rampling ofrece una de sus mejores actuaciones, a la altura tal vez de su papel en Bajo la arena, de François Ozon. El diálogo interior donde satiriza la hipocresía y puritanismo del mundo académico británico que gustosamente ha dejado atrás, sólo es comparable con los corrosivos monólogos interiores de Judi Dench en Escándalo (Notes on a Scandal). Bienvenidas al paraíso es un comentario mordaz sobre un tema siempre vigente, la pederastia tolerada, con un añadido todavía más sorpresivo: la pobreza colectiva dándose cita en un lugar de ensueño con la miseria sexual de los privilegiados.

carlos.bonfil@gmail

 
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