Usted está aquí: lunes 7 de mayo de 2007 Opinión Foro

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Carlos Bonfil

Venus, de Roger Michell

Ampliar la imagen Peter O'Toole, en un fotograma de la cinta Peter O'Toole, en un fotograma de la cinta

LOS PRIVILEGIOS DE la vejez. El septuagenario escuálido y demacrado, a quien una enfermedad mortal parece añadirle 20 años, es al mismo tiempo un gran actor del teatro británico y un maestro de la seducción y la réplica humorística. Maurice (Peter O'Toole, en papel estelar luego de dos décadas de ausencia), se atiende una alteración prostática, posiblemente maligna, bromea sobre el tiempo de vida que de pronto ve abreviado, se reúne con amigos de su generación, hipocondríacos y fastidiosos, todo en el bar de siempre, un espacio escénico alternativo donde él brilla con su buen humor e ingenio, desarticulando, a su modo, una triste rutina de tercera edad y atenuando el impacto de los fracasos teatrales que avizora por su salud cada vez más comprometida.

EN VENUS, LA cinta más reciente de Roger Michell, realizador sudafricano que saltara a la fama en 1999 con el éxito comercial Un lugar llamado Notting Hill, la trama es sencilla, en más de un momento predecible, pero también fascinante por su manera de abordar el tema de la vejez, del deseo erótico en medio de la enfermedad -ese acelerador implacable de la vejez-, con el humorismo irreverente que un veterano de la talla de Peter O'Toole es capaz de activar de modo insuperable.

CON UN GUION del novelista londinense Hanif Kureishi, colaborador cercano de Stephen Frears en los años 80 (Mi hermosa Lavandería, Sammy and Rosie get Laid), y del propio Michell en Pecado familiar (The Mother, 2003), Venus narra el encuentro casual de Maurice con Jessie (Jodie Whittaker), una joven de 20 años, impertinente y mal hablada, sobrina nieta de Ian (Leslie Phillips), su mejor compañero de teatro y de tertulia. Lo previsible es el enamoramiento de Maurice, anciano incontinente, empeñado en conjurar y desmentir, al menos "en su aspecto teórico", la amenaza de impotencia que le anuncia una intervención quirúrgica inminente.

NO SOLO HA rescatado el director la figura vigorosa de O'Toole, sino que lo ha reunido con Vanessa Redgrave, quien interpreta en escenas demasiado cortas el personaje de su ex mujer, compañía amistosa y comprensiva en su vejez, cómplice sentimental de primer orden.

AL ARGUMENTO DE Kureishi le sobran episodios enfadosos, que poco añaden al asunto, como la irrupción del novio de la joven y un desenlace que, en términos dramáticos, no está a la altura de lo previamente mostrado. Lo interesante está en el retrato que da Kureishi del actor envejecido y enfermo, que viendo perder su aura y su público, consigue por un momento recuperar ambas cosas en ese oscuro objeto del deseo que es la joven Jesse. Maurice despliega frente a ella, auditorio fascinado, su enorme seducción verbal, y a cambio obtiene el permiso de algunos tímidos roces físicos.

EL FORCEJEO DEL poder y del deseo entre un anciano y una joven, 50 años más joven, todo ante la inminencia de la muerte, es un tema difícil que director y guionista abordan de manera arriesgada. El poder histriónico de O'Toole eclipsa de modo inevitable a los demás actores, y en particular a la joven Jodie Whittaker que en más de una escena no deja de ser una niña insoportable y necia.

FINALMENTE SE ENTIENDE la confusión de la actriz y de su personaje: Maurice es, con toda su ironía y su distanciamiento de la vida, el dueño absoluto de las situaciones, e impone a los demás, en dosis muy parejas, su generosidad senil y su egoísmo.

VENUS SE EXHIBE lunes y martes en la Cineteca Nacional.

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