Usted está aquí: lunes 30 de abril de 2007 Sociedad y Justicia Monsanto amplía su estrategia para invadir AL de transgénicos

Promueve acuerdos con gobiernos y productores

Monsanto amplía su estrategia para invadir AL de transgénicos

ANGELICA ENCISO L.

Este año la campaña de la trasnacional Monsanto para llegar a los agricultores no sólo se ha orientado a los campesinos mexicanos que producen maíz. Es, también, una estrategia que se presenta en varios países de América Latina, en "lo que parece ser un intento más por completar la invasión de transgénicos en todo el continente y doblegar las resistencias que surgen por sus intentos de control y dominación", señala la organización internacional Grain.

La agrupación, que integra expertos en biodiversidad y erosión genética, advierte en el análisis Monsanto prepara el desembarco final de las semillas en América Latina, que en los pasados dos meses la prensa latinoamericana se ha visto inundada de noticias sobre la nueva ofensiva de la firma. En esta ocasión el eje que mueve es la elaboración de acuerdos con gobiernos y algunas organizaciones de agricultores, que han accedido a seguir los pasos que marca el mayor fabricante de transgénicos del mundo.

En México, la trasnacional estadunidense y la Confederación Nacional de Productores Agrícolas de Maíz (CNPAM), de la Confederación Nacional Campesina, firmaron hace días un acuerdo, mediante el cual Monsanto acerca la biotecnología a los campesinos y constituye un fondo que, dice, servirá para "proteger las variedades nativas de maíz.

"Mediante este acuerdo, Monsanto mata varios pájaros de un tiro, ya que no sólo logra la complicidad de una organización de agricultores, sino también da un paso más en su proyecto de imponer el maíz genéticamente modificado en México (prohibido hasta hoy) y abre la posibilidad de acceder a cientos de variedades nativas con la excusa de su 'protección'", plantea el análisis.

Destaca que eso ocurre frente a un panorama cada vez más hostil para los transgénicos, "con organizaciones campesinas que denuncian los gravísimos daños que 10 años de productos genéticamente modificados han producido en los campos y las semillas, y con consumidores informados que los rechazan". Ahora, agrega, la opción de esa empresa es "subir la apuesta para continuar la invasión con los mismos mecanismos que ha utilizado en la década pasada".

Señala: "la contaminación de nuevos territorios con transgénicos; la modificación de leyes a gusto y placer de la corporación; la presión para cobrar regalías, y la imposición de esos productos mediante hechos consumados, seguirán marcando un rumbo que tiene claros cómplices y ejecutores".

Grain hace un recuento de lo que sucede en otros países y refiere que en Chile, el 26 de marzo pasado, esa firma y el Ministerio de Agricultura anunciaron que la empresa había "elegido" esa nación para sembrar hasta 20 mil hectáreas de soya transgénica.

En Venezuela, el presidente de la Subcomisión de Industria y Comercio, Jhonny Milano, tras escuchar la exposición de Monsanto, planteó que la Comisión de Desarrollo Económico de la Asamblea Nacional decidió realizar una evaluación sobre la viabilidad de aplicar esos mecanismos de manera conjunta con especialistas.

En tanto, en Argentina la Federación Agraria anunció hace unos días que la empresa "nuevamente se opone a normalizar la cuestión de semillas enfrentando la institucionalidad".

 
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