Editorial
Inundaciones: irresponsabilidad extrema
De acuerdo con la explicación ofrecida por la delegación Cuauhtémoc, la inundación que hasta el cierre de esta edición había afectado a unas 50 mil personas -300 de ellas, en viviendas que resultaron severamente dañadas- en el norte de la ciudad se debió a la ruptura de tubos de drenaje y de agua potable por parte de trabajadores de una empresa contratista durante las obras del tren suburbano Buenavista-Cuautitlán. Aunque el accidente ocurrió desde la noche del viernes pasado, ni la compañía responsable ni las autoridades locales, urbanas y federales fueron capaces de reaccionar a tiempo, y para ayer el agua alcanzaba más de metro y medio de altura en algunas zonas; se había afectado la operación del Metrobús, el tránsito por la avenida Insurgentes se había visto severamente afectado y los vecinos no tuvieron más remedio que bloquear esa vía para exigir solución al problema.
Ante el descuido, la insensibilidad y la tardanza de contratistas y funcionarios, muchos ciudadanos se vieron literalmente sumergidos en aguas negras, y miles no pudieron llegar a sus trabajos o a sus hogares debido al tapón vehicular provocado por la masiva fuga de líquido. Por fortuna, en esta ocasión no hubo tragedias personales que lamentar.
Es necesario que se proceda a deslindar responsabilidades ante este agravio a la población, que los responsables de la inundación cubran los daños causados en viviendas, propiedades y equipamientos urbanos, y que las instituciones adopten las medidas necesarias para evitar que un imprevisto, acaso inevitable, como el ocurrido el viernes, se transforme en una situación de peligro y de catástrofe para la ciudadanía. Asimismo, resulta pertinente revisar el contrato de la empresa causante de la fuga y su capacidad para seguir realizando, de manera segura y eficiente, la obra que le fue encomendada.