Usted está aquí: martes 3 de abril de 2007 Economist Intelligence Unit El futuro de los libros

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El futuro de los libros

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Ampliar la imagen Los libros no son los únicos que se están digitalizando, también los periódicos pueden ser consultados en su versión electrónica Foto: Tomada de www-5.ibm.com

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En lugares ocultos y con métodos secretos, hay seres humanos digitalizando toneladas de libros para Google, la compañía de búsquedas por Internet más grande del mundo. No hay duda de que los humanos están implicados: en books.google.com pueden verse dedos en las esquinas de numerosas páginas, aunque esto no es característico de Google, que ha convertido el purismo tecnológico en un fetiche.

Google no va a divulgar números exactos, pero Daniel Clancy, ingeniero que encabeza el proyecto, ofrece ciertos indicios para un cálculo fundamentado: el contrato con la biblioteca de la Universidad de Berkeley estipula que ésta deberá digitalizar 3 mil libros al día. El mínimo para las otras universidades involucradas podría ser menor, pero el número de editoriales participantes es más elevado. Así, una estimación conservadora indicaría que Google está digitalizando unos 10 millones de libros al año. Se calcula que el número total de títulos en existencia es de 65 millones.

El de Google no es el único proyecto de este tipo. Internet Archive, por ejemplo, es una organización no lucrativa fundada en 1996 por Brewster Kahle, un idealista de San Francisco que desea crear una moderna Biblioteca de Alejandría que contenga todos los textos y videos de dominio público. Amazon ha estado escaneando libros, al igual que Microsoft y Yahoo! -principales rivales de Google en el negocio de las búsquedas por Internet- y bibliotecas privadas en todo el mundo. Deseosas de no quedar excluidas, las editoriales están haciendo lo mismo. Pero el esfuerzo de Google, por sus dimensiones y objetivos, es incomparable.

A medida que los libros se digitalizan surgen nuevas preguntas, tanto filósóficas como comerciales: ¿cómo -físicamente hablando- leerá libros la gente en el futuro?¿La tecnología desencuadernará los libros, de la misma forma en que ha dividido el contenido de otros medios, como los álbumes de música? ¿Esto modificará los hábitos de lectura? ¿Qué ocurrirá cuando varios libros estén interrelacionados? ¿Y qué es un libro, a fin de cuentas?

En cuanto al aspecto físico de los libros el cambio es menos probable. Los textos electrónicos existen; el más conocido es el Sony Reader (como el que se ilustra a la derecha), aparato del tamaño de un libro fabricado por la compañía de electrónica de consumo del mismo nombre. Sony actualmente tiene en línea 12 mil títulos disponibles para descarga, pero "nuestra mision no es remplazar el libro impreso", dice Ron Hawkins, jefe de mercadotecnia de Sony Reader.

Existe una analogía obvia entre lo que el IPod de Apple ha hecho con los reproductores de discos compactos y lo que los libros electrónicos podrían hacer con la letra impresa, pero en este caso es poco factible que el cambio sea tan radical. La diferencia más simple es que para un usuario común transferir un viejo CD al IPod es fácil, mientras que convertir uno de los viejos libros en un
texto electrónico es casi imposible.

¿Quién va a leer los millones de páginas que Google y sus colegas están tan ocupados en digitalizar? Algunas personas los leerán en pantalla, otros usarán Google para probar libros que después comprarán impresos o pedirán prestados a una biblioteca, y algunos más usarán la nueva tecnología para buscar fragmentos que les interesen.

Es posible que los mayores cambios ocurran precisamente en aquello que hace que un libro sea tal. Así, Internet podría ser para algunos textos lo que Apple ha sido para la música o YouTube (hoy parte de Google) para el video. Entre los jóvenes escuchas, los álbumes musicales están muertos y han sido remplazados por listas de reproducción de canciones individuales diseñadas para ser compartidas con los amigos.

En el campo de los libros, esto casi ha ocurrido con las enciclopedias. Wikipedia, una obra colectiva de referencia, gratuita y disponible en línea, ha mermado las ventas de sus similares impresas en papel. Así, es probable que los libros que la gente tradicionalmente no lee completos o que requieren actualizaciones frecuentes migren a versiones en línea y quizás dejen de ser libros por completo. Los directorios telefónicos, los diccionarios, y probablemente los recetarios de cocina y los libros de texto podrían caber en esta categoría.

El caso de los textos que no son de ficción tiene más matices, pues muchas obras expresan una idea. Tradicionalmente, la única forma rentable de presentar esa idea implicaba plasmarla en un libro de 300 páginas, explica Seth Godin, editor de un sitio web y autor de ocho libros sobre mercadotecnia. "Si tú tenías una idea de 50 páginas no podías ganar dinero con ella", dice. Así, montones de textos que no eran de ficción se quedaban en los anaqueles con 250 páginas no leídas. Liberarse de esas restricciones podría ahorrarle muchísimo tiempo a los autores.

La digitalización generará otro cambio importante en favor de los textos de literatura no ficticia. Al igual que las páginas de Internet, los libros digitalizados pueden tener hipervínculos que remitan a otras obras. Actualmente, en books.google.com, las ligas sólo se refieren a textos completos, pero en el futuro, dice Daniel Clancy, de Google, esos vínculos permitirán localizar palabras y frases específicas dentro de los libros. Notas al pie, citas y bibliografías son objetivos obvios para estas ligas activas.

Esto ofrece diversos beneficios: facilitará las investigaciones académicas al hacer las fuentes primarias mucho más asequibles, y cambiará el tortuoso proceso de localizar el libro, anotar su ubicación, buscarlo en la biblioteca, sacarlo del anaquel y hacer fila para sacar copias fotostáticas por unos cuantos clicks con el ratón de la computadora.

Dichos vínculos harán mucho más fácil descubrir textos con la ayuda de los motores de búsqueda. Conforme se desarrolle la estructura de vínculos en los libros, los algoritmos de búsqueda pueden contar las ligas consultadas como "votos", que darán más importancia a las consultas de los sitios más solicitados. Las citas en obras de literatura académica tradicional (no en línea) ya funcionan de esta forma. Esto fue, de hecho, lo que le dio a Larry Page, uno de los cofundadores de Google, la idea original para su familia de algoritmos de búsqueda, a la que llamó descaradamente PageRank.

¿Y qué pasa con todos aquellos libros que satisfacen otras necesidades humanas? Ciertamente, es probable que algunos tipos de ficción (novelas y novelas cortas) cambien a versiones en línea y dejen de ser libros. Muchos seguidores de la literatura fantástica, por ejemplo, ya han hecho los libros a un lado y se han registrado en "mundos virtuales" como World of Warcraft, donde héroes y heroínas musculosos se unen para matar dragones y cosas por el estilo. La ciencia ficción podría seguir el mismo camino y quizás ya esté siendo creada por los residentes de mundos virtuales como Second Life.

Sin embargo, la mayoría de las historias nunca encontrarán un mejor medio que la novela impresa en papel. Esto se debe a que los lectores que están inmersos en un relato quieren, ante todo, que no los interrumpan, y todos los medios en línea están llenos de distracciones (hasta un hipervínculo es una interrupción). La gente no lee obras de ficción para realizar una tarea específica en un tiempo limitado, como ocurre con las obras de referencia y los textos escolares. La lectura aleatoria de diccionarios y recetarios puede ser útil; la lectura aleatoria de novelas... no tanto.

¿Y los cuentos y los poemas? Al ser textos breves, algunos pueden ajustarse al nuevo medio, funcionar en línea y no necesitar impresión.

Pero es poco factible que desaparezcan las antologías de cuentos y poemas, al igual que las novelas largas. A la gente le gusta ser guiada por otros. También desea medios apropiados para leer reposadamente en la cama, en la tina de baño o en la playa. Sobre todo, quieren libros de papel precisamente por lo que la digitalización revela acerca de ellos: los libros no son esencialmente artefactos y tampoco son necesariamente vehículos de las ideas. En cambio, son, como los define Seth Godin, "recuerdos de cómo nos sentíamos" al leer. Eso es algo que la gente probablemente seguirá comprando.

FUENTE: EIU

Traducción de textos: David J. Zúñiga

 
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