Usted está aquí: lunes 2 de abril de 2007 Política En Mérida, las protestas antibush devinieron agresiones e ilegalidad

Golpes y detenciones arbitrarias, la constante

En Mérida, las protestas antibush devinieron agresiones e ilegalidad

Emir Olivares Alonso

Tras las detenciones de decenas de personas en Mérida, luego de la marcha de protesta del pasado 13 de marzo por la presencia del presidente de Estados Unidos, George W. Bush, la Liga Mexicana de Defensa de los Derechos Humanos (Limeddh) confirmó que el operativo policiaco siguió un patrón similar al ocurrido en Guadalajara, en 2004, durante la tercera Cumbre de América Latina, el Caribe y la Unión Europea: agresiones y golpes de los uniformados, detenciones ''arbitrarias'', inconsistencias en la toma de declaraciones, incomunicación de los detenidos y acusaciones ''infundadas''.

La ONG hizo públicos los primeros testimonios que recabó para comprobar violaciones a los derechos humanos; en uno de ellos, un transportista que luego de su jornada laboral pasaba por el lugar del enfrentamiento narra: ''Crucé por el pasillo del museo Macay; en ese momento vi pasar a un montón de policías, pero el que nada debe nada teme. Al verlos pasar me distraje unos segundos, y fue cuando sentí un macanazo en mi costilla, inmediatamente me treparon a una camioneta. Cuando pregunté por qué me detenían comenzaron a patearme; momentos después estaba en la cárcel pública. Fue ahí donde me acusaron de haber apedreado el palacio municipal y me dijeron que contaban con videos en los que según estaba actuando vandálicamente''.

Afirma que no participó en la movilización en contra de Bush, ni en los destrozos a las instalaciones municipale, por lo que dice guardar rencor a los policías que lo aprehendieron. ''Es injusto el proceso que estoy llevando, soy un camionero con mala suerte. ¡Qué injusta es la ley del gobierno! Ahora entiendo por qué se manifiestan los compañeros''.

Una joven mujer que se encontraba en la manifestación, y que presenció las agresiones y detenciones, explica que las fuerzas policiacas golpeaban a las personas detenidas pese a que muchos no ofrecían resistencia. ''La gente se asustó por el operativo altamente desmedido y comenzó a caminar muy rápido; algunas personas comenzaron a correr (...) dos elementos jalonearon a un estudiante y recuerdo que éste sangraba por la nariz.''

La estudiante expone que al enterarse que una de sus compañeras estaba detenida acudió a los careos. ''Recuerdo a la juez del juzgado séptimo (Rubí Guadalupe González) cuando les preguntaba a los detenidos: '¿qué es un genocida?, ¿por qué protestas en contra de un presidente que le da trabajo a los migrantes?, ¿te consta que Bush es genocida?'. La magistrada le decía al escribano lo que tenía que colocar (en las actas). Se burló de un chico cuando éste le dijo que tenía las costillas rotas; también de una joven que le comentó que estaba por presentar su tesis de sicología: '¿y ahora qué vas a presentar?', le dijo''.

Otro hombre que se unió a la manifestación contra Bush revela que hubo provocadores que atacaron el palacio municipal; señala que al ser detenido los policías lo golpearon, amenazaron y humillaron, por lo que ''desde mi detención y hasta este momento no he dejado de tener miedo. En la cárcel municipal no pude dormir y me dolía el cuerpo; en la judicial tenía diarrea y mucho dolor''.

 
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