Usted está aquí: lunes 26 de marzo de 2007 Deportes Hay que irse a Altamira y de ahí hasta nuestros días: Juan Manuel de la Rosa

El pintor a punto estuvo de ser prendido por el toro Pajarito, en la Plaza México

Hay que irse a Altamira y de ahí hasta nuestros días: Juan Manuel de la Rosa

Organiza cada año un festival de la cultura, con todo y corrida, en su pueblo natal

LEONARDO PAEZ

Ampliar la imagen La única manera de conjurarlo era pintarlo, dice el autor acerca del toro Pajarito Foto: Oleo de Juan Manuel de la Rosa

"La plástica en la fiesta brava puede o no gustar, sólo que el arte pictórico tiene 40 mil años y uno de los temas constantes ha sido el toro. Mi maestro Dimitri Papageorgiu, el segundo Greco de España, lleva 25 años haciendo en grabado la historia del toreo."

Aún con los ojos inundados con el azul del mar y el encendido arenal de Bagan, "lugar de ensueño" en Vatulele, diminuta isla del archipiélago de las Fiji, a donde fue a aprender la técnica de fabricación del papel massi a base de morera, "como hace 5 mil años", Juan Manuel de la Rosa (Sierra Hermosa, Villa de Cos, Zacatecas, 1945), pintor, grabador, ceramista, hacedor de papel y promotor cultural, platica de sus experiencias como "aficionado desconocedor más que villamelón", a pesar de que de niño lo llevaban a los toros.

"Esas barreras -comienza- originalmente estaban destinadas a la embajadora de España. Mi amiga Gloria Amtmann se las dio a mi amiga Julieta Gil, quien tuvo la gentileza de invitarnos a mí y a mi compañera. Cosas del destino: como el toro aquel lastimó a Julieta igual pudo habernos lastimado a mí y a otros.

"Recuerdo vivamente una gran mancha azul volando y, quizá por mi origen campirano, en cuanto vi que alcanzó las localidades de barrera a escasos metros de nosotros, yo ya estaba en el callejón. La escena se me venía repetidamente entre sueños, por lo que la única manera de conjurarlo era pintarlo.

"La falda de Julieta, que me entregaron para hacer un collage, tenía una extraña energía cargada de adrenalina. El pitón había penetrado en la prenda y en el forro de seda, a la altura del abdomen, a lo largo de 18 centímetros. Además de la falda y el boleto de esa tarde, incluí dos dibujos y cinco óleos, uno de gran formato. Nunca antes había pintado sobre el tema aunque siempre me ha interesado por sus notables exponentes.

"Nadie como Goya ha abordado el tema taurino con tanta fascinación, y la admiración por su amigo el maestro Pedro Romero lo hizo retratarlo varias veces. En México, José Guadalupe Posada y antes su maestro Manuel Manilla, así como el gran ilustrador yucateco Gabriel Vicente Gahona Picheta, se ocuparon con fortuna del tema en la segunda mitad del siglo XIX. Y desde luego en la pasada centuria Picasso lleva el tema taurino a niveles únicos.

Gilberto Aceves Navarro, Francisco Toledo, Raúl Anguiano, Juan Soriano, Moisés Zabludovsky, entre otros, o el nicaragüense Armando Morales o los colombianos hermanos Cárdenas, hiperrealistas, o el escultor Heriberto Juárez. En fin, la tauromaquia es un tema riquísimo y fugaz que siempre tendrá exponentes originales. Yo soy pintor abstracto y los toros son esencialmente concretos. Sin embargo, se puede hacer gran obra taurina abstracta. La pintura, como la poesía, no tiene tema aborrecido.

"Probablemente la escasez de personalidades toreras románticas haya contribuido al desinterés de la plástica actual por lo taurino, así como la falta de información y el exceso de prejuicios. Se juzga y descalifica lo que ni siquiera se conoce. Pero hay que irse a Altamira y de ahí hasta nuestros días."

-¿Y tu festival en Sierra Hermosa?

-Anualmente organizo los llamados Festejos de la Cultura del pueblo de Sierra Hermosa, donde nací, al margen de las instituciones, porque cuando la cultura se oficializa, se degrada o mistifica, pierde autenticidad, capacidad de reflejar el espíritu de cada comunidad. El arte es una necesidad primordial de los seres humanos, incluso en un poblado de 600 habitantes en el desierto zacatecano.

"En esos festejos se reúnen el Club de Lectura, fundado por Alejandro Aura y yo, la charla de algún escritor, trabajos del taller de textiles, un concierto de música, cine-club, teatro, canto y danza y, desde luego, una corrida de toros en una antigua plaza de trancas a donde acuden campesinos y gente de la región. Para ello pinto el cartel correspondiente.

"¿Por qué un festejo taurino? Porque también es parte de nuestra cultura. Imagínate nomás la banda del estado y el tenor Fernando del Castillo cantando Silverio mientras una cuadrilla de hombres tira de los restos de un toro luego de haber visto a un torero de luces en medio del desierto. Es algo mágico. Recuperar esa memoria histórica adquiere otra dimensión cultural y taurina. Cuando los jóvenes tengan que emigrar, que siquiera se lleven estos valores culturales a una cultura extraña y cada vez más hostil."

 
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