Usted está aquí: sábado 17 de marzo de 2007 Opinión Los de Abajo

Los de Abajo

Gloria Muñoz Ramírez

"No nos vamos a ir"

En medio de una pequeña comunidad en construcción en la que, una a una, se levantan modestas casas de madera, los indígenas del nuevo poblado zapatista 24 de Diciembre reconstruyen su historia. Sobre sus tierras, las mismas en las que crecieron sus abuelos y bisabuelos hace más de 100 años, un pequeño grupo de hombres y mujeres relata una historia que representa al México rural e indígena prerrevolucionario; y al actual que, al menos en estas tierras, está en resistencia.

Son hombres, mujeres y niños bases de apoyo de Ejército Zapatista de Liberación Nacional, pobres entre los pobres, sin nada más que la esperanza de recomenzar la vida en las tierras recuperadas con el levantamiento del 1º de enero de 1994. Más de 500 hectáreas que les pertenecen por historia. "Aquí están enterrados mis abuelos, desde el tiempo en el que ya de por sí reclamábamos estas tierras", relata una anciana en el nuevo poblado cercano a Nuevo Momón, en la selva Lacandona, región de grandes fincas donde la escritora Rosario Castellanos recreó, de manera notable, el calvario de las indígenas.

Hoy Rosario Catellanos podría contar otra historia. Las descendientes de las protagonistas de sus novelas son dueñas de la tierra, "y no nos vamos a ir. De aquí no nos sacan más que muertas. Ya no nos movemos", dicen, gritan, reclaman. En una pequeña reunión ellas son mayoría (pues los hombres fueron a recoger sus últimas pertenencias al poblado en el que vivieron los 11 años pasados) y se expresan con una firmeza poco común.

Doña Carmen habla de la muerte reciente de su esposo, de sus nueve hijos vivos y de sus cuatro hijas fallecidas por diferentes enfermedades. Las palabras le nacen del alma, no deja de tocarse el pecho adolorido por la enfermedad y, aun así, con una sonrisa desdentada se dice contenta porque, ahora sí, ya tiene tierra.

Tres bases militares rodean el nuevo poblado en el que no hay agua debido a que el manantial se encuentra dentro de uno de los campamentos del Ejército. A esto se suma la amenaza constante de la Unión de Ejidos de la Selva, organización vinculada al PRI y al PRD, que los acusa de invasión de tierra ejidal, de talar madera y de matar su ganado, mentiras que intentan justificar un desalojo.

Estas tierras definitivamente no son ejido. Hasta antes de 1994 estaban en poder del general Absalón Castellanos, ex gobernador y ex prisionero de guerra de los zapatistas, célebre por la inhumana represión que ejerció contra los indígenas de todo el estado. Al pequeño poblado se llega a pie por un camino recién construido. Llevan tres meses limpiando el acahual (monte bajo) en el que se levantan modestas casas de madera. Son 31 familias que llevaban más de una década sin tierras, pues no las habían podido ocupar por las amenazas de Ejército federal, en la región desde febrero de 1995.

Como en otras regiones del mapa de la autonomía zapatista, aquí la tierra recuperada está amenazada. Y, como en el resto de los poblados, están dispuestos a resistir, pase lo que pase...

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