El libro, con fotogramas inéditos, será presentado mañana en el contexto del Ficco
El futuro más acá, primer estudio del cine mexicano de ciencia ficción
Rescata "los restos de un género sepultado vivo por historiadores y críticos, que de los años 40 a los 60 fue sostén de la industria nacional", afirman los compiladores de la obra
Ampliar la imagen Maura Monti y Elizabeth Campbell, en un fotograma de la cinta El planeta de las mujeres invasoras, dirigida en 1965 por Alfredo B. Crevenna. Imagen tomada del volumen
¿Cine de ciencia ficción mexicano? Sí, existe, sólo basta recordar a las invasoras extraterrestres, encabezadas por Lorena Velázquez y Ana Berta Lepe, tratando de seducir a Piporro, o al Santo, Resortes, Capulina o Chabelo que batallaban con seres de otros planetas, con todo y sus robots y naves chorizas.
Ese género desdeñado por la crítica, pero que de los años 40 a 60 fue el sostén de la industria nacional luego de la llamada epoca de oro, por primera vez es objeto de una investigación que agrupa y analiza toda su filmografía, además de presentar fotogramas inéditos y textos de especialistas en el libro El futuro más acá, que este jueves se presentará en Cinemex Antara a las 19 horas, en el contexto del Festival Internacional de Cine Contemporáneo de la Ciudad de México (Ficco).
La idea, comentan los creadores del proyecto, Itala Schmelz (directora de la Sala de Arte Público Siqueiros), Vania Rojas y Héctor Orozco, nació a partir de un ciclo de cine del mismo nombre organizado por ellos y que exhibió en 2003 seis títulos en copias de 35 milímetros (pertenecientes a la Filmoteca de la Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM), las cuales siguen recorriendo festivales en el mundo.
El extraordinario volumen agrupa una serie de fotogramas inéditos de algunas de estas cintas, además de textos de especialistas en el tema, como Alfonso Morales, Naief Yehya y Miguel Angel Fernández Delgado.
Ardua labor
Los compiladores aseguran que la búsqueda comenzó con la obligada Historia documental del cine mexicano (de Emilio García Riera, quien no le da ningún valor a estas cintas). Luego en los acervos de la Filmoteca de la UNAM, la Cineteca Nacional y con los productores. "Trabajo arduo fue el ir a las casas productoras, con algunos investigadores y a mercados de pulgas para completar la investigación. Es un libro lleno de inéditos y de aspectos en cuanto a reflexión se refiere", afirman.
Así, establecieron el contexto socio histórico en el cual se realizaron y estrenaron estas películas, sin dejar de comentar la dificultad para recolectar esta filmografía que estaba en el olvido. "Fueron confinadas. Eran los restos de un cine que fue sepultado vivo por historiadores y críticos, empeñados en atender y crear una cultura cinematográfica con los parámetros del cine europeo".
Los investigadores dicen: "No queremos que sea sólo un asunto de guasa. Las imágenes son muy divertidas, muy poderosas, pero no es nada más agarrarlas en plan de diseño, sino estudiarlas. Muchas de estas gráficas son inéditas y estaban embodegadas. La prospección del futuro con el tema de los viajes extraterrestres, con las visitas de estos seres a la Tierra, de los robots. ¿Cómo ha asimilado México, a través de su cine, el imaginario del futuro? Y ahí es donde entra una parte chistosa, pero otra que nos ha permitido ver desde un ángulo singular la idiosincrasia nacional, como el hecho de que México siempre se ha presentado ante las naciones como un pueblo de tradiciones milenarias, un país de costumbres campestres. Estas imágenes se confrontan con los robots, los extraterrestres y sus naves".
Agregan: "Nos daba la sensación de que México no creía en el futuro, de que eso era una tema de guasa, de que México estaría a la vanguardia tecnológica era otro tema de chiste".
En opinión de los recopiladores, el cine de ciencia ficción mexicano era un cine hecho con pocos recursos, "que esperaba ganar mucho dinero, era bastante taquillero. La nave de los monstruos tuvo varias semanas con salas llenas. "Se da en un periodo por ahí de los años 50 y 60, en el que la ciudad de México se modernizaba. Es importante ver, a partir de estas cintas, a la cultura popular mexicana, muestra un despegue en cuanto a tecnología".
Reciclar para sostener
Comentan que los especialistas no tocaban ese tema porque es el de un cine de bajo presupuesto. "El dinero se lo gastaban en contratar a una estrella y lo demás con lo que saliera. Hay ejemplos de monstruos que se repiten en diversas películas, o también escenografías, inclusive algunas que no tienen nada que ver, como la usada en una cinta de Julio Bracho sobre la vida de Jesucristo, en la que aparecía en el escenario un planeta que se llamaba Rumania. Se reciclaba todo para poder sostener las taquillas. Es una parte importante porque forma parte de la historia del cine al tiempo que del país. Nos enseña lo que nos ha costado estar cerca de Estados Unidos y tener que absorber mucho de su cultura".
Cabe señalar que luego de algunas mesas redondas que se realizaron durante ese ciclo en 2003, se dieron las bases para hacer el libro.
En la obra hay un humor involuntario, que es objeto de análisis de esas producciones, "pero no es asunto de desprecio. En los años 60 se dividió la cultura popular de lo que era cultura académica, y para los críticos era vergonzo este tipo de producciones. Es el resultado de un industria echada a andar que se quedó en el aire. Los productores se preguntaban cómo hacer para ganar mucho e invertir poco, y tuvieron éxito en sectores populares, porque es un cine que sí les habla de cerca. A estas cintas, como comenta Alfonso Morales 'podía ir toda la familia': el papá podía ver a las extraterrestres con cuerpazos, el niño a los luchadores que eran sus héroes. Tenían una concepción de mercadotecnia amplia. Además, había realizadores de la época de oro tomando fotografías... hueseando".
-¿Cinematográficamente cuál es el valor de este cine?- se les pregunta.
-Podría verse como una crítica del cine desde el cine. Un crítica involuntaria. Cuando los mexicanos hacemos la especulación de que los marcianos aterrizan en Xochimilco sabemos tanto como los estadunidenses que lo harán en Nueva York. Lo que nos hace ver este cine es que la incertidumbre es paralela. Es un nacionalismo que estaba hecho en una época en la que había que construir identidad. En este cine los mexicanos somos únicos. Luego de conocer planetas maravillosos, los extraterrestres llegan a México y dicen: "es el paraíso".
"A los productores no les interesaba la ciencia ficción; un día filmaban a Piporro en la Luna y otro a charros. No había una inquietud auténtica; no había tesis, era adoptar las iconografías clásicas y ponerlas en el contexto nacional."