Comienza la mayor fiesta popular de Brasil
Río de Janeiro, 17 de febrero. La magia y el encanto festivo del Rey Momo del carnaval, quien la noche del viernes recibió las llaves de Río de Janeiro, se apoderó de todo Brasil, donde en cada barrio se siente el espíritu de la mayor fiesta popular brasileña.
En la capital carioca, cuyo alcalde Cesar Maia decretó "la alegría en toda la ciudad" al entregar las llaves a Momo, el clímax de la fiesta se vivirá hoy, cuando comiencen los desfiles de dos días de las "escuelas de samba", que recorrerán la tradicional pasarela Marqués de Sapucaí ante miles de personas.
Momo, ser mitológico griego, hijo del sueño y de la noche, es el dios del delirio, de la irreverencia y del sarcasmo, características que lo llevaron a ser expulsado del Olimpo. Su representación en el carnaval brasileño data de 1933, año a partir del cual la tradición indica que "todo está permitido", mientras el "dios juguetón" reine en el país sudamericano.
El desfile especial comenzará con la agrupación Imperio Serrano, que realizará un enredo (argumento) titulado Ser diferente es igual, en homenaje a una organización no gubernamental que trabaja con personas que padecen síndrome de Down.
Enseguida, vendrá la popular Estación Primeira de Mangueira, que este año contará la historia de la lengua portuguesa con Mi patria es mi lengua, enredo que hablará de las influencias que el idioma recibió hasta llegar a la actual versión brasileña.
El desfile de hoy culminará con la presentación de la escuela campeona de 2006, Unidos de Vila Isabel, que presentará la historia Metamorfosis: del reino natural a la corte popular del carnaval. Las transformaciones de la vida.
Como metáfora de su idea de que "todo cambia", la carroza alegórica que dará inició al desfile del grupo será un enorme lagarto de 15 metros de largo que cambiará de color a lo largo del trayecto.
Momo reinará en el gigante sudamericano hasta el Miércoles de Ceniza, en una suerte de paréntesis de lo cotidiano, en el que todo está permitido y en el cual los brasileños, junto a los millones de turistas extranjeros que llegan desde todo el mundo para participar en la fiesta, se permiten olvidar las tristezas y dar rienda suelta a la alegría y la imaginación.