Usted está aquí: viernes 9 de febrero de 2007 Mundo Crece presión al Congreso de EU para que se pronuncie en contra de la guerra en Irak

Veteranos, los más activos en la contraoleada de repudio a la ocupación

Crece presión al Congreso de EU para que se pronuncie en contra de la guerra en Irak

DAVID BROOKS CORRESPONSAL

Ampliar la imagen Protesta en el Senado estadunidense durante la comparecencia de la secretaria de Estado Condoleezza Rice, ayer en Washington Foto: Reuters

Washington, 8 de febrero. Veteranos de guerra y coaliciones de agrupaciones pacifistas, religiosas y sindicales, junto con políticos opuestos a la estrategia bélica de George W. Bush, están intensificando la presión a legisladores para que se declaren contra el incremento de tropas y por el fin de la guerra en Irak.

Con visitas a oficinas de legisladores de ambos partidos, irrumpiendo en audiencias legislativas y generando cientos de miles de llamadas y mensajes a senadores y representantes que aún tambalean en asumir una posición contra la guerra de Bush, la "oleada" contra la "oleada" militar propuesta por el presidente está dificultando las maniobras de una clase política que en general ha buscado evadir una confrontación directa con la Casa Blanca sobre el asunto, a pesar de que la opinión pública ha demostrado su oposición al manejo del conflicto bélico.

Los más efectivos en esta contraoleada son los veteranos de esta guerra. Ayer, Jon Soltz, ex soldado en Irak y líder de la organización de veteranos Votevets, se presentó con el liderazgo demócrata de la Cámara (junto con Nancy Pelosi, su presidenta; Steny Hoyer, líder de la mayoría, y el influyente representante demócrata John Murtha, también veterano) a reiterar su impaciencia ante la demora de un voto para expresar la oposición de la mayoría contra la guerra.

"No necesito argumentos elegantes del Senado del por qué no pueden votar. Sólo queremos un voto que le diga al presidente que su estrategia no está funcionando", dijo Soltz al Washington Post.

Soltz ha acusado a Bush y al vicepresidente Dick Cheney de ser evasores del servicio militar en tiempos de guerra y advirtió a legisladores que tienen que mostrar su apoyo a las tropas y sumarse a ellas, o pueden quedarse del lado de los evasores del servicio militar en la Casa Blanca.

Esta semana acusó al líder de la minoría republicana del Senado, Match McConnell, de "ayudar al enemigo" al obstaculizar un voto a una resolución para expresar oposición al plan del presidente de enviar más tropas a Irak. "No estamos luchando en la guerra contra el terrorismo, estamos en medio de una guerra civil" en Irak, consideró.

Ante acusaciones de que su grupo ­con 20 mil miembros, incluyendo a mil veteranos de la guerra en Irak y Afganistán­ es partidista, Soltz dijo: "yo no creo que 20 mil tropas más (sea) demócrata. No creo que 20 mil tropas más (en Irak) es republicano. Creo que es una estupidez".

La agrupación ha desplegado representantes en oficinas estatales de los legisladores federales y ha realizado por lo menos tres visitas al Capitolio. Además, produjo un anuncio de televisión ­trasmitido en algunas regiones durante el Supertazón y que sigue en varios canales­ con el mensaje de que si uno apoya a la tropas, tiene que oponerse a la política bélica de Bush.

Esta semana presentan ese mensaje personalmente a legisladores, y han llamado "cobardes" a los que intentan descarrilar el debate sobre el incremento de tropas. A la vez, grupos como Código Rosa y activistas antiguerra siguen protestando en el Congreso e irrumpiendo en audiencias legislativas que tocan el tema de la guerra.

Mientras la secretaria de Estado Condoleezza Rice ofrecía, una vez más, la visión del gobierno de Bush sobre la "guerra contra el terrorismo", ayer ante el Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara la sesión fue brevemente interrumpida por miembros de Código Rosa que corearon "ya basta de mentiras, ya basta de tortura, ya basta de sangre y más soldados muertos".

De hecho, unos siete senadores republicanos que habían ayudado a obstaculizar el debate sobre la resolución que se opone al aumento de tropas en Irak, anunciaron anoche su deseo de incorporar esa resolución a cualquier medida legislativa que se presente en esa Cámara. De ellos, los influyentes John Warner y Chuck Hagel circularon una carta para insistir en que ante el empantanamiento se tiene que hacer lo posible para asegurar un debate sobre la guerra, "el tema más urgente de nuestros tiempos".

El liderazgo demócrata en la Cámara baja, que esperaba para saber qué hacía el Senado, ha decidió iniciar la semana próxima el debate sobre una versión de la resolución contra el incremento de tropas.

Aunque legisladores y políticos liberales como Christopher Dodd, Edward Kennedy y el precandidato presidencial John Edwards han sido elocuentes y dispuestos a declarar que es hora de buscar una conclusión a la guerra, resultan notables las voces de gente mucho más conservadora, como el representante John Murtha y el senador demócrata Ben Nelson, quienes señalaron que es hora de tomar decisiones no sólo para detener la "oleada", sino para retirar las tropas.

"La hora ha llegado. Si no ahora, ¿cuándo? Si no es ahora, ¿esperamos a que las tropas mueran antes de oponernos al plan del presidente? Si no es ahora, ¿esperamos más violencia, más inquietud, más peligro para nuestras tropas (en Irak) antes de actuar?", declaró ante el pleno.

Esas declaraciones son más decisivas y firmes que las de la senadora Hillary Clinton (que descarta un retiro de tropas ahora) y el llamado superestrella de los demócratas, el senador Barack Obama, entre otros.

El columnista Mike Lupica, del New York Daily News, se asombra de que gran parte de los políticos aún no estén dispuestos a enfrentarse a la Casa Blanca. "Y nadie detiene a Bush y su Strangelove, el segundo en comando (Dick Cheney). Y los próximos 23 meses con ambos en el cargo se vuelven los más peligrosos en nuestra historia. Porque nadie los detiene".

No poco de lo que motiva a los políticos es la constante presión aplicada por una diversidad de agrupaciones junto con las noticias diarias desde Irak que confirman, si aún se necesita, que todo va de mal en peor.

Aunque Condoleezza Rice regresó hoy al Capitolio para repetir su acto de ayer, ahora ante el Senado, y justificar una política que la mayoría del pueblo, los militares y los políticos ya no endosan, a pesar de protestas y cartas y de realidades inconvenientes en el terreno bélico, todo indica que la guerra procederá y se continuará enviando a más jóvenes estadunidenses al conflicto.

Pero lo anterior no fue la noticia principal de hoy, ya que ocurrió algo mucho más dramático que estaba en boca de periodistas, locutores y ciudadanos: la misteriosa muerte de Anna Nicole Smith. La ex modelo de Playboy, actriz y cantante de tercera, imagen favorita de los tabloides (rubia, con amplios atributos) y famosa sobre todo por ser esposa, brevemente (él murió poco después), del multimillonario J. Howard Marshall II, quien la desposó a pesar de casi 70 años de diferencia (pero fue por puro amor, de veras), fue encontrada inconsciente en el hotel Hard Rock, de Florida, y declarada muerta en un hospital poco después.

Fue la gran nota del día y muy pocos se enteraron que Rice ofreció su versión de la "diplomacia transformacional" y repitió que "estamos en guerra generacional", ni que los políticos continúan negociando cómo salvarse de las consecuencias de su guerra. Sexo, dinero, fama y una muerte misteriosa en un hotel son mucho más interesantes.

 
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