Usted está aquí: jueves 28 de diciembre de 2006 Opinión 2007: pronósticos

Orlando Delgado Selley

2007: pronósticos

2006 es el cuarto año de un crecimiento relativamente elevado para la economía mundial. Acumulativamente en estos cuatro años ha crecido 21 por ciento, lo que no ocurría desde 1973. A nivel latinoamericano el crecimiento ha sido igualmente sostenido, aunque a ritmos menos intensos.

Desde 2002 nuestra región incrementó su producción real en 18 por ciento. México ha sido beneficiario de esta expansión, así como del alto precio del petróleo y de los voluminosos recursos enviados por los migrantes a sus familias. Ello ha permitido que el crecimiento acumulado desde 2002 hasta 2006 pueda ser de 15 por ciento, menor que el latinoamericano y, por supuesto, que el mundial, lo que nos aleja de cualquier protagonismo económico.

Para el año próximo se espera una ligera reducción del crecimiento mundial, de un cuarto de punto, explicado por la desaceleración de la economía estadunidense, que pasará de un crecimiento de 3.5 en 2006 a uno de 2.5 en 2007. Los otros países impulsores del crecimiento mundial, destacadamente China e India, que crecerán a 10 y a 7 por ciento, seguirán empujando como consecuencia de la expansión de su industria, lo que implicará que el comercio mundial mantenga un ritmo de crecimiento cercano al 8 por ciento.

La desaceleración de la economía de Estados Unidos afectará la nuestra, dada la reducción de la demanda de su industria, que es hacia donde se dirigen la mayor parte de nuestras exportaciones manufactureras. Obviamente, si la desaceleración estadunidense se agudiza, la economía mexicana lo resentirá. En los medios financieros internacionales se piensa que México disminuirá su crecimiento más que Estados Unidos, ya que pasará de 4.8 esperado para este año, a un 3.5 por ciento en 2007. En nuestro país, analistas, empresarios y el Banco de México confirman este pronóstico, ya que estiman un crecimiento para 2007 de entre 3.25 y 3.75.

El dato del incremento esperado de empleos es central. Para 2007 el Banco de México prevé que se crearán alrededor de 750 mil empleos en el sector formal. Este 2006, el mejor año en materia de creación de empleos del sexenio foxista, el aumento de trabajadores asegurados en el IMSS será de poco menos de 900 mil. De modo que el "presidente del empleo" empezará su gestión reduciendo el número de empleos creados en el último año de Fox. En relación con la inflación, que se ha mantenido en los niveles que ha establecido el Banco de México, el 3 por ciento más un punto, se plantea que tendremos este año incremento de precios de 4.5 por ciento y el año próximo se reducirá a 3.5.

De modo que el pronóstico es de un crecimiento magro, lejano de la meta aceptada de crecimiento del producto por habitante de 3 por ciento anual. Ello ocurrirá pese a que se espera que el mercado petrolero siga entregando importantes excedentes a la economía mexicana, que aunados a las remesas de los trabajadores que no encuentran empleo en nuestro país, le ofrecerá márgenes de maniobra importantes al gobierno.

Ello contrasta con la situación que enfrentó Fox: a finales de 2000 el panorama económico mundial era francamente recesivo, la economía estadunidense se había frenado, en Europa había estancamiento y aunque China ya había mostrado su significación económica, aún no impactaba a la economía mundial.

Políticamente, en cambio, se había establecido un extraordinario consenso para impulsar los cambios que había ofrecido. De modo que frente a un entorno económico desfavorable, se contaba con condiciones políticas muy favorables. Lo contrario ocurre con Calderón. Las perspectivas de la economía mundial son claramente favorables, aunque con un dinamismo menor al observado en los años recientes, mientras que internamente el ambiente político está muy polarizado.

Avanzar en este contradictorio panorama requerirá sapiencia y humildad. Es cierto que las instituciones político-electorales creadas para la alternancia le dieron la victoria a Calderón. Pero también es cierto que esas instituciones no sirvieron para que nuestra incipiente democracia diera pasos adelante. Por el contrario, generaron condiciones que cuestionan una gobernabilidad que, por cierto, los diversos poderes fácticos han estado erosionando.

Por ello recuperar el consenso perdido exige aceptar que hay un país dividido, no importa el tamaño relativo de las partes. Lo central es reconocerlo y actuar para corregir, no para hondar esa división. El gobierno federal está obligado a instrumentar políticas verdaderamente aceptadas, incorporando las propuestas de López Obrador. Esta es la tarea básica. Veremos si lo aceptan y si actúan en consecuencia.

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