Usted está aquí: martes 26 de diciembre de 2006 Opinión Senadores refrescantes

Marco Rascón

Senadores refrescantes

Hace 20 años, las familias más pobres de México tenían una dieta a base de tortillas, frijoles, chile, uno o dos huevos a la semana, atole, aguas de flores o frutas locales y para las mañanas y tardes, café colado. Pese a lo magro, podría decirse que esta alimentación era buena en comparación a la de ahora, basada en sopas Maruchans, chatarras botaneras, refrescos embotellados y grasas de mala calidad.

En estos años, las consecuencias son claras: más de 13 millones de mexicanos diabéticos; niños obesos, perdidas prematuras de dientes, amputaciones, ceguera. De cada discapacitado que ayuda el sistema filantrópico nacional, la estructura económica y las políticas privadas y públicas en salud y alimentación, hacen 10 discapacitados y muchos enfermos.

La cultura del refresco se fue desarrollando a la par del crecimiento de la pobreza y es lo que se consume como alimento básico en camellones, calles, pueblos. La industria refresquera ha construido en el país una red de frío, es decir de refrigeración, que no tiene la industria pesquera u otros productos cárnicos o lácteos para llegar hasta los sectores más pobres.

Junto a los refrescos, llegan en pareja, las papitas, sabritones y churrumaiz que estarán presentes en los lugares más alejados donde no llega un maestro o un médico. El consumo de refrescos está directamente asociado al consumo de televisión. Medios y refrescos se potencian mutuamente, presentando la democracia alternativa verdadera entre la Pepsi o la Coca, los dos representantes ideológicos de la globalización, unos como republicanos y los otros como demócratas, que al final su diferencia, son la misma de una gota de agua con otra.

Para las refresqueras convencer primera instancia a 500 diputados era muy costoso, por lo cual fue más fácil un ciento de senadores, abusando del sistema bicamaral y los caminos que debía de seguir la ley de ingresos para ser aprobada. De esta manera, las empresas del refresco dejaron pasar sus cabildeos en la cámara de diputados y se centraron en la de senadores. Para ello, los senadores del PRI y del PRD utilizaron como argumento central que el refresco es un artículo "de primera necesidad" y por lo tanto se afectaría la economía de los más pobres.

Paralelo, el sector de la cultura, de la ciencia y la educación planteaba la necesidad de aumentos sustanciales a estos renglones, lo cual reclamaba un aumento de los recursos reflejado en la Ley de Egresos. Sin embargo, los diputados, dejaron al Ejecutivo "espurio" la facultad discrecional de usar 81 mil millones de pesos que podrían ser destinados discrecionalmente para los sectores más conflictivos y la llamada gobernabilidad. Esto refleja que el PRD no tiene cabeza y que el movimiento de la presidencia paralela dejó de ser un peligro y se convirtió en folklore.

De los senadores que rechazaron el impuesto a los refrescos hay que señalar en particular a los del PRD, son la representación de los acuerdos y alianzas del lopezobradorismo. Ahí están los de Chiapas y Tabasco, el de Zacatecas y las componendas en los estados de México y el Distrito Federal.

No se entiende cómo el núcleo central del lopezobradorismo, luego de acusar a las refresqueras de apoyos económicos ilícitos a la campaña de Felipe Calderón y donde la "resistencia creativa" llamó al boicot del consumo a la Coca o los jugos Jumex, luego los senadores, en un acto "responsable" con la alimentación básica chatarra, los exentan del pago del 5 por ciento del impuesto a la producción que pudieron ser recursos etiquetados a la ciencia y trasladar de la cultura del refresco a la cultura de calidad.

Si hace un año los diputados aprobaron la ley Televisa de la que ahora se quejan, ahora los senadores perredistas aprobaron en el Senado retirar el impuesto a los refrescos. Si antes dijeron que no supieron que aprobaban, ahora salieron a defender el libre derecho a la diabetes, la hipertensión y a que el sistema público de salud siga soportando las consecuencias de este tipo de alimentación.

Las diferencias en el PRD entre diputados y senadores, refleja no sólo una discrepancia como muchas existentes y anteriores, sino simplemente que programáticamente no hay ninguna claridad y que el pragmatismo sigue y seguirá rigiendo las actuaciones de este partido en manos del lopezobradorismo.

La votación diferenciada entre diputados y senadores, refleja la acelerada y profunda descomposición de toda una fuerza electoral que pudo ser brazo de reformas coherentes y se convirtió en instrumento para el trabajo sucio de intereses oligárquicos y trasnacionales.

No se puede minimizar lo sucedido y hay que consignarlo, pues tras el impuesto y exención a los refrescos, se ve entre burbujas el deterioro profundo del partido electoral de la izquierda mexicana que sucumbió a una idea del poder, sin principios.

Que el próximo año sea un tiempo, no para corregir, pues esto es difícil, sino para entender en el lugar que estamos. Ojalá sea un año, donde toquemos fondo.

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