Usted está aquí: jueves 21 de diciembre de 2006 Cultura Preparan a la diosa Tlaltehcutli para verla en todo su esplendor

Varios meses pasarán antes de mostrarla al público en el Templo Mayor: arqueólogos

Preparan a la diosa Tlaltehcutli para verla en todo su esplendor

El monolito descubierto en Las Ajaracas estuvo 500 años bajo tierra y debe adaptarse al ambiente, explica experta

Quizá es el llamado ''pejelagarto'' de los ríos del Golfo, escribió Alfonso Caso

MONICA MATEOS-VEGA

Ampliar la imagen La diosa mexica de la Tierra, Tlaltecuhtli, el pasado 2 de diciembre cuando Alejandro Encinas, entonces jefe de Gobierno del Distrito Federal, inauguró los trabajos de rescate del gran monolito en el Templo Mayor Foto: Carlos Cisneros

Pasarán varios meses antes de que el público pueda apreciar la magnificencia de Tlaltecuhtli, el reciente monolito descubierto de la diosa mexica de la Tierra, pero la espera, aseguran los arqueólogos y restauradores que trabajan con entusiasmo en el Templo Mayor, tendrá como recompensa ver, en todo su esplendor, al fabuloso monumento.

''Que no se impacienten las personas. Ante grandes tesoros como éste, hay que tener paciencia, la piedra estuvo 500 años bajo tierra y debe estabilizarse, adaptarse a su nuevo ambiente", explica la restauradora Virginia Pimentel Chehaibar.

Numerosos visitantes acuden a la zona arqueológica enclavada en el Zócalo capitalino para ver a Tlaltecuhtli (La Jornada, 17 de diciembre de 2006), pero es imposible.

El acceso al lugar donde se ubica (el predio de Las Ajaracas) es restringido, y aun las pocas personas que han tenido el privilegio de admirar el monolito (periodistas e investigadores en su mayoría) deben respetar un estricto horario establecido.

Pérdida gradual de humedad

Tlaltecuhtli debe permanecer cubierta con paños húmedos, para que gradualmente pierda la humedad adquirida a lo largo de cinco siglos. Sus 12 toneladas de peso son frágiles, partida su estructura en cuatro grandes fragmentos y varios pequeños desprendimientos.

El monolito descubierto el pasado 2 de octubre en el Templo Mayor representaba, para el mundo espiritual del México antiguo, asentado en la gran Tenochtitlán, uno de sus dioses más importantes: Tlaltecuhtli, señor o señora de la Tierra.

En su libro El pueblo del sol, el antropólogo Alfonso Caso (1896-1970) lo describe como ''una rana fantástica con la boca armada de grandes colmillos y con garras en los pies y en las manos".

El especialista añade en ese libro, escrito en 1953, ilustrado por Miguel Covarrubias y publicado por el Fondo de Cultura Económica: ''Para los mexicanos, la tierra es una especie de monstruo, que en parte parece tiburón y en parte lagarto ­quizá es el llamado 'pejelagarto' de los ríos del Golfo".

Caso explica que cuando Tlaltecuhtli aparece como la mencionada rana fantástica ''se la considera como varón, 'el Señor de la Tierra', mientras que en todas sus otras formas es siempre diosa.

''Pero marcando la conexión que existe entre las deidades de la tierra, de la noche y de la muerte, vemos que Tlaltecuhtli tiene el pelo encrespado, en la misma forma en que lo llevan las deidades infernales que rigen en el mundo de los muertos.

''Además, en el pelo de la deidad se representan generalmente ciempiés, alacranes, arañas, serpientes y otros animales nocturnos y venenosos, que sirven de acompañantes a los dioses de la muerte."

Los paños húmedos que cubren al ''monolito de Las Ajacaracas" ­como también se le conoce­ también lo protegen contra cambios bruscos de temperatura y evitan que se llene de polvo.

Se trata de una fase preventiva, manifiestan los expertos, y no puede permanecer mucho tiempo ''destapada" porque se ''resfría", bromean.

Monitoreo permanente

De hecho, la restauración no se ha iniciado, pues la intervención del equipo de especialistas en esta materia apenas fue para apoyar la ''liberación" de ciertos elementos de la piedra para que ésta pudiera ser identificada, explica Virginia Pimentel.

No obstante, agrega, Tlaltecuhtli es constantemente monitoreada por un equipo multidisciplinario ''y tenemos un control estricto de visitantes porque éstos, por el momento, no le hacen nada bien.

''Pero queremos ser muy claros en los motivos para no mostrar, por un tiempo indeterminado, a Tlaltecuhtli."

El monolito está elaborado con una piedra conocida como andesita, llamada así porque abunda en los Andes: es una roca de origen volcánico, de color rosa pálido o gris.

El material que conforma Tlaltecuhtli probablemente fue obtenido de un yacimiento localizado en el cerro del Tenayo o Botano, que se encuentra en la zona de Tenayuca, en Tlalnepantla, estado de México.

Alfonso Caso describe, en El pueblo del sol, que ''las ideas de tierra y muerte están muy íntimamente asociadas en la mente azteca no sólo porque la tierra es el lugar al que van los cuerpos de los hombres cuando mueren, sino porque también es el lugar en que se ocultan los astros, es decir, los dioses, cuando caen por el poniente y van al mundo de los muertos".

Tlaltecuhtli, deidad que luego de 500 años emerge de ultratumba, está ya entre nosotros.

 
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