Usted está aquí: martes 5 de diciembre de 2006 Estados El crimen organizado causa crisis en el sistema carcelario michoacano

Inició en 2005 con el asesinato del jefe de una banda; se agravó este año con el motín en Mil Cumbres

El crimen organizado causa crisis en el sistema carcelario michoacano

Cárceles sobresaturadas; detenidos por delitos contra la salud generan corrupción y desorden

ERNESTO MARTINEZ ELORRIAGA CORRESPONSAL

Ampliar la imagen Militares patrullan el Cereso David Franco Rodríguez, donde los reclusos se amotinaron el pasado 17 de noviembre en protesta por el nivel de vida que padecen en el interior Foto: Archivo Gustavo Aguado/ La Jornada Michoacán

Morelia, Mich., 4 de diciembre. La presencia del crimen organizado en Michoacán ha afectado la vida en las prisiones, donde la población se ha incrementado significativamente debido a los narcotraficantes presos, que a su vez ha generado otros problemas internos, como la venta de enervantes, hacinamiento, corrupción y desorden.

En la entidad hay seis Ceresos (Centro de Readaptación Social) que albergan a más de 5 mil reos, y 16 centros preventivos con otros 3 mil, así como un albergue tutelar con 75 menores de edad. Por delitos contra la salud, en esas prisiones hay mil 288 sentenciados y más de mil bajo proceso.

Hace 15 años, cuando aún no existía el penal "casi perfecto" de Mil Cumbres, llamado oficialmente Cereso David Franco Rodríguez, el hacinamiento y los grupos dominantes del narcotráfico crearon graves problemas, pues tenían su autogobierno. Se vivieron días de tensión hasta que por fin trasladaron a los cabecillas a penales de alta seguridad.

Casi al concluir el sexenio del priísta Ausencio Chávez Hernández, el penal de Mil Cumbres, quedó concluido. Tenía varios niveles de seguridad, instalaciones deportivas, áreas separadas de procesados y sentenciados, consultorio médico, espacio para las visitas, entre otros servicios que prometían vida nueva para las personas que purgan condenas.

Atrás había quedado el Cereso de Morelia, donde el hacinamiento era tal que algunos vivían en pequeñas chozas de cartón. Más que una cárcel parecía una ciudad perdida. Se pensaba que con el nuevo penal la situación cambiaría.

Pero pronto el crimen organizado iba a saturar no sólo las cárceles, sino que su forma de actuar generaría más problemas.

Los grupos de poder

Los dos años recientes han sido los más delicados en materia de crimen organizado, con más de 750 ejecuciones, aunque algunas autoridades contabilizan 500. También han sido muchas las detenciones, y la mayoría de los presuntos delincuentes ha ido a parar al Mil Cumbres.

La crisis más fuerte en el sistema carcelario estatal comenzó en 2005 con Ramón Castañeda Chávez, sentenciado por delitos contra la salud, quien dio muerte con arma de fuego al jefe de una banda conocida como Los Areneros, en el Cereso; el pasado 6 de noviembre lo mataron a él, también con una pistola. Su esposa había pedido a las autoridades que lo trasladaran a otro sitio porque ya había sido amenazado de muerte, pero la ignoraron.

El 7 de noviembre pasado, los custodios de Mil Cumbres se manifestaron frente al penal para exigir a las autoridades revisión de objetos y alimentos que ingresan a ese centro de reclusión, además de trasladar a otras cárceles del país a 18 reos de alta peligrosidad, pues son los principales autores de la intranquilidad y el desorden que priva al interior del penal.

El propio director de Prevención y Readaptación Social del gobierno del estado, Jesús Montejano Ramírez, admitió que a partir del 22 de febrero de este año, cuando Monserrat Figueroa tomó posesión como directora del Mil Cumbres, la situación se complicó por la indisciplina.

La crisis del penal tocó fondo el 18 de noviembre, con el secuestro de 14 defensores de oficio por cuatro reos que portaban armas de fuego en el interior del penal, lo que dejó cuatro abogados y un reo muertos. Este hecho removió los escombros que dejaron en evidencia la corrupción de custodios, el dominio de algunos grupos en la prisión y la venta de drogas.

El penal de Mil Cumbres cuenta con 957 reos procesados y 762 sentenciados por delitos del fuero común. Por delitos contra la salud, hay 168 procesados y 219 sentenciados. Hay además 18 presos peligrosos y 32 enfermos mentales. En este Cereso están separados los procesados de los sentenciados. Según estudios de varios organismos e instituciones, hay pruebas de que adentro se vende droga, y también de que algunos reos son golpeados por personal de seguridad y custodios.

En el viejo Cereso de Morelia Francisco J. Múgica hay más de mil internos, de los cuales, del fuero federal son procesados 87 y sentenciados 387. Prevalece la deficiencia en dormitorios, falta de regaderas, hay 14 enfermos mentales y se vende droga al interior, según investigaciones recientes de personal autorizado.

En el Cereso de Uruapan hay cerca de 2 mil internos. Del fuero federal hay 211 procesados y 642 sentenciados. En este penal no están separados los sentenciados de los procesados, e inclusive cohabitan con los enfermos mentales. Hay autogobierno, y si alguien quiere privilegios, acceso al telecable por ejemplo, tiene que pagar cuotas.

En los Ceresos de Lázaro Cárdenas, Azuayo, La Piedad, Zamora y Coalcomán, que juntos albergan a más de mil internos, los problemas son menores, aunque hay algunos casos de venta de drogas, y el problema de no separar a sentenciados de procesados.

En los 16 centros preventivos de Michoacán conviven cerca de 3 mil reos; en éstos hay problemas con las instalaciones, falta de higiene y, en algunos casos, hacinamiento y venta de drogas. En otros, como el de Ario de Rosales y Tacámbaro, hay autogobierno que cobra cuotas.

No obstante, hay algunos centros penitenciarios que funcionan bien, como los de Maravatío, Arteaga, Hidalgo, Zitácuaro y Los Reyes.

 
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