Usted está aquí: lunes 13 de noviembre de 2006 Opinión ¿La fiesta en paz?

¿La fiesta en paz?

Leonardo Páez

Un artista de la vida

AYER EN TLAXCALA, con lucido festival taurino de por medio, recibió merecido homenaje uno de esos seres que a lo largo de su fructífera existencia han sabido abonar en el platillo de la grandeza: Flavio Aguilar González, hermano del inolvidable Ranchero, pero sobre todo testimonio de generoso y comprometido amor a la vida y a sus semejantes.

SI EXISTE UN EMBAJADOR plenipotenciario de la tlaxcalidad, un promotor convencido y entusiasta de las incontables riquezas de ese estado y del potencial enorme que atesora, ese es Flavio Aguilar, desde siempre artista espléndido de un arte de vivir sustentado en la sencillez, la hospitalidad y el orgullo de sus raíces, así como en un espíritu de servicio que rebasa la imaginación.

NACIDO EN LA legendaria hacienda de Piedras Negras ­cuna de toros y de toreros bravos­ el 22 de mayo de 1929, donde su padre, don Gabriel Aguilar Caamaño, era el administrador de la tienda y un charro consumado, Flavio creció al lado de su madre, doña María Ignacia González, y de sus hermanos María Luisa y Jorge, quien con el tiempo llegaría a ser el célebre Ranchero Aguilar.

CON UNA NIÑEZ impregnada por la luz del campo bravo tlaxcalteca ­herraderos, tientas y demás faenas­, compartida con los futuros ganaderos de La Laguna y Piedras Negras, Maco, Javier y Raúl, Flavio abrevó con éstos las tempranas y valiosas enseñanzas sobre charrería y tauromaquia que su padre y el ganadero don Wiliulfo les transmitían. Luego de estudiar en el DF probó suerte como novillero, actuando en tres ocasiones en la Plaza México, sin que sus cualidades encontraran eco en nuestros inefables promotores.

MUY LEJOS DE amargarse o de volverse crítico taurino, Flavio Aguilar emprendió entonces lo que podría llamarse una cruzada personal por Tlaxcala, su estado, donde desde hace más de medio siglo ha sido factor determinante en la buena organización de Huamantladas, asociaciones de charros, ferias estatales, tientas en público, charreadas, empresas taurinas y concursos de ganaderías, cuando el centralismo chilango aún no se adueñaba de los escenarios locales.

MUCHO ANTES DE que la globalización nos alcanzara, Flavio percibió los beneficios de un intercambio cultural equitativo y presentó en la Feria Estatal de Tlaxcala, durante tres años consecutivos, los Rodeos de Oklahoma. En correspondencia, la asociación de charros Rancheros de Tlaxcala fue invitada por el patronato de la feria de aquel estado estadunidense a dar exhibiciones de charrería, con un rotundo éxito... que nadie continuó.

EN RARAS OCASIONES Puebla y Tlaxcala se han disputado la experiencia, profesionalismo y honestidad de un ciudadano para que desempeñe diversos cargos en la administración pública estatal. Flavio Aguilar es uno de ellos. Que salud, amor y éxito acompañen siempre a este tlaxcalteca ejemplar y a su maravillosa familia, incluidos los perniciosos Nachos, mientras yo guardo entre mis recuerdos mejores el mágico mediodía en que me descubriera la zona arqueológica de Cacaxtla. ¡Salud, querido artista!

 
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