Usted está aquí: martes 17 de octubre de 2006 Espectáculos Armillita y Zotoluco entregaron la alternativa a El Cigala en la México

Se presentó en el coso de Insurgentes el espectáculo Flamenco Matador

Armillita y Zotoluco entregaron la alternativa a El Cigala en la México

Orejas para el par de matadores con rabo adicional para uno de ellos y una nutrida salva de aplausos para el madrileño, quienes ofrecieron fusión de fiesta brava y cante jondo

JAIME WHALEY

Ampliar la imagen Lágrimas negras en plena faena Foto: Roberto García Ortiz

Orejas para el par de matadores, con rabo adicional para uno de ellos y una nutrida salva de aplausos para el cantante, fue la síntesis del espectáculo Flamenco Matador, la tarde del domingo en la Plaza México.

Miguel Espinosa Armillita, ya en retiro, Eulalio López Zotoluco y Diego El Cigala fueron los alternantes. Desde luego que los primeros dos en el ruedo y el tercero desde el templete entusiasmaron al público, que no reportó la entrada seguramente esperada por la empresa, pero que se dio cita en números cercanos a los cinco miles y se esparció en el gigantesco embudo.

De traje corto los espadas y la esperpéntica figura de El Cigala envuelta en traje oscuro con camisa azul sin corbata, el festejo se extendió casi 90 minutos y culminó con una cojiniza no en repudio a la fiesta, sino quizás como ofrendas volantes al arte del cantante tras de que ambos matadores habían, en su turno, circulado el redondel recogiendo toda clase de prendas, ramos de flores y una que otra bota cuyo contenido bebieron con fruición.

Primera parte de la faena

Lágrimas negras, Corazón loco y otras redondearon la primera parte de la faena del cantaor oriundo del madrileño barrio de El Rastro, que anda en la brega desde chaval y que en la airosa tarde dominical fue bien respaldado por sus acompantes en el teclado y en el rasgueo de la guitarra flamenca, aunque el sonido desmereció la reproducción del toque del cajón.

Algunos de los habituales de las corridas de temporada acudieron a la cita. Ellas ataviadas con ceñidos pantalones -jeans- que delinean su esbeltez, y sus acompañantes que ya compran el puro y se acomodan el sombrero o la cachucha para estar a tono con los de la cuadrilla en la arena.

Garbosa, bien puesta, con andar un poco retador va La morena; ¿acaso la inspiración del maestro Cueli? Sépase, pero la bella atrajo el mirar de más de uno y el cuchicheo de otras dos de no tan agraciada figura.

Afuera, también como cada domingo, valla policiaca de por medio entre ellos y los taurófilos, los de la GARRA, que no es otra cosa que el Grupo de Activistas Radicales por la Revolución Animal, ventilaron su animadversión hacia la llamada fiesta brava con carteles y consignas vía megáfono.

De café, el de la dinastía de los Armilla abrió la parte taurina con el cante jondo como tema de ambiente. Le dio cinco pases con el capote a Luisito, con procedencia de la ganadería Los Ebanos, y sus peones lo acomodaron (obvio que al astado, no se piense que a él) para la suerte de varas en la que el negro bragado acometió con fuerza contra la cabalgadura y, ya, un puyazo bastó, según reclamaron los conocedores mediante silbidos que obligaron al rápido retiro de los montados. Las banderillas cayeron más o menos en el sitio que mandan los cánones y con la muleta Espinosa bordó un trabajo que le mereció un par de apéndices y un "Dios te guarde, ole, coño", por parte del cantante.

Un poco de rumba

El turno tocó al Zotoluco tras de que El Cigala se puso un poco rumbero con Dos gardenias, pero no cometió el leso pecado de seguir con aires caribeños cuando se dio la lidia de Gran amigo, el enemigo de López, de la dehesa de Julio Delgado, a quien el Zoto recibió intrépidamente con un par de faroles arrodillados, a la vera de las tablas, que arrancaron el primer gran ole y una merecida ovación de pie, y de ahí se siguió a la voz de "dejádme solo", para compartir escenario con el burel y el cantante de la voz quejumbrosa, a quien brindó y le arrojó el cordobés al templete, instalado en la grada entre las puertas de cuadrillas y toriles.

López le dio una serie de ayudaditos, y en la cara misma del bicho se volteó, se cambió la muleta, se tomó de los cuartos y dio giro y medio sosteniendo al oscuro animal y, con la toledana hasta la empuñadura, el cuadrúpedo dobló mero frente al templete como para no estropear esto que pereció parte del script. Rabo y orejas fueron a las manos del Zoto, que para el fin de fiesta recorrió el redondel entre vítores y con Armilla y Diego.

 
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