Usted está aquí: domingo 15 de octubre de 2006 Opinión A la mitad del foro

A la mitad del foro

León García Soler

Empantanados en la marginación

Ampliar la imagen Justo reconocimiento del Senado al doctor Jesús Kumate FOTOCristina Rodríguez

Hoy vuelve a disputarse el cambio de guardia en Tabasco. Mañana no volverán a clases en Oaxaca. Fortalecerán el muy alto grado de marginación, yugo para sus habitantes y traba para los sueños de modernidad de la oligarquía que apostó al absurdo de la ecuación: menos Estado, menos gobierno, igual a más democracia. Con la economía de mercado como contrapunto: formidable generador de riqueza, inservible para distribuirla equitativamente.

El edén tabasqueño es pantano en el que chapotean el alacrán del proverbio y los fantasmas de la expedición punitiva. Hoy eligen gobernador, deciden entre el candidato del PRI, Andrés Granier, y Raúl Ojeda, del PRD. Pero el combate mediático, la gesticulación desmesurada, enfrenta al ausente Roberto Madrazo con la constante presencia de López Obrador, que opaca la de su candidato. Apostaron a que el Grijalva se salga de madre y la inundación llegue hasta el alto valle metafísico del Anáhuac. Pelea de sombras, mientras Felipe Calderón espera a las puertas del poder, donde la guardia pretoriana espera el retorno del Presidente en fuga.

En Tabasco, los del priato tardío derrotaron en 1988 al Frente Democrático y en 1994 al PRD; en 2000, año de la alternancia, lo que quedaba del PRI derrotó, no una, sino dos veces consecutivas al PRD. Ambos velan armas para la elección de hoy domingo. Y porque está en su naturaleza, hay activistas del PRD detenidos por autoridades estatales del PRI; hay activistas del PRI detenidos por autoridades municipales del PRD. Los encuestadores cuestionados por la coalición dan amplia ventaja a Andrés Granier, "el químico", quien no le debe la candidatura a Roberto Madrazo. Pero los que proclamaron presidente legítimo a López Obrador apuestan todo en Tabasco, para ratificar la imposición, o llegar al 20 de noviembre como con los laureles de vencedor en la frente del que "tomará posesión" del cargo en el Zócalo de la capital de la República.

Sin la constante presencia de Andrés Manuel López Obrador en campaña, la tercera derrota de Raúl Ojeda pudo haberse atribuido a la maquinaria del PRI, aunque el 2 de julio de nada le sirvió a Roberto Madrazo. Andrés Manuel López Obrador perdió en 1988, volvió a perder en 1994; pudo en ambos casos alegar fraude y organizar el éxodo por la democracia, exhibir las cajas repletas de cuentas del gasto desorbitado del PRI en la campaña: "gastó más que Bill Clinton", dijeron los internacionalistas. Y Santiago Creel pediría juicio político contra el que vivía en la Casa Grijalva. Hoy todo indica que no va a perder Ojeda, que le va a ganar a Granier. Pero los operadores del estratega de Nacajuca se han empeñado en que esa derrota se cargue a la cuenta nacional de López Obrador.

El sur arde. El sur pobre y marginado: 10.9 millones de mexicanos padecen "muy alto grado de marginación" en Guerrero, Chiapas y Oaxaca, 10.6 por ciento de la población nacional. Tabasco, Veracruz, Campeche y Yucatán (como Hidalgo, San Luis Potosí y Michoacán) padecen "alto grado de marginación". En Bucareli anunciaron que un alto funcionario de la Federación tomaría el mando de la policía ministerial y preventiva del estado libre y soberano de Oaxaca; un subsecretario por lo menos, según demanda de la APPO y los huelguistas de la sección 22. El beatífico secretario de Gobernación festinó el acuerdo. Y los que designó interlocutores legítimos, de inmediato lo rechazaron: no volverán a clases mientras Ulises Ruiz sea gobernador.

En el Senado retomaron la papa caliente. La Comisión de Gobernación, que preside el priísta Jesús Murillo Karam, designó una comisión: uno del PAN, uno del PRD, uno del PRI, para que constataran lo que todos saben, que no han desaparecido los poderes constituidos de la entidad. Mañana lunes, los senadores Alejandro González Alcocer, Tomás Torres y Ramiro Hernández informarán a la comisión y el jueves estará el asunto ante el pleno. Donde no se apareció el Presidente puesto en fuga por una advertencia, "con todo respeto", del senador Ricardo Monreal: la medalla Belisario Domínguez se entregó al doctor Jesús Kumate, nativo de Sinaloa, quien superó la marginación, por su talento y esfuerzo en tiempos propicios a la permeabilidad social, logro de la Revolución Mexicana y las instituciones del Estado mexicano moderno.

El galardón es justo reconocimiento al médico militar y humanista a quien se debe en gran parte la proeza de la vacunación masiva de los niños mexicanos. Prevención superior a la de naciones del norte rico, sin excluir a nuestro imperial vecino. Esa presencia y sus palabras de condena a la violencia, a la incuria, al mal trato que damos a los niños en el México del siglo XXI, dieron lustre al Senado; una lección de patriotismo, ajeno a la patriotería que nos aqueja. A partir de la década de los ochenta se impusieron quienes apostaron al desmantelamiento de nuestras instituciones, a la peregrina idea de que el remedio a todos los males es tener menos Estado, menos gobierno. Después de cinco lustros, la estabilidad es telón de fondo para una economía que no crece, el desempleo y la emigración de millones de mexicanos.

La derecha que se sueña moderna y de centro, invoca al oaxaqueño José Vasconcelos, al escritor incomparable del Ulises criollo, mientras se tiende un velo de piadosa hipocresía sobre La flama y las vergonzosas expresiones de nazifascismo. Mientras López Obrador se declara juarista, las izquierdas aquejadas de infantilismo democrático rinden homenaje público a Manuel Clouthier; olvidan la impronta de lo social en el liberalismo de la generación de la Reforma y en la Revolución Mexicana. La reforma del Estado que está en la agenda de todos los partidos, no podrá hacerse de espaldas al injusto reparto de la riqueza, ciegos a la inequidad regional, ancla de la desigualdad nacional.

Felipe Calderón visitó los países de la América nuestra. Volvió a la oscuridad del interregno, a la simulada continuidad sin continuismo que impone encuentros escenográficos entre mandatario saliente y sucesor impaciente. El de Michoacán visitó al de Guanajuato en su rancho. Vestidos ambos como en el corrido del norte que dice: "Por más que la gente me juzgue tejano, yo les aseguro que soy mexicano..." El declarado presidente electo envió al Congreso su agenda legislativa. Pero en el norte, en Monterrey, presentó el cabalístico programa 2030.

Recibió el apoyo del anfitrión Natividad González Parás, gobernador de Nuevo León, y de Humberto Moreira, el mandatario de Coahuila que padeció en la mina Pasta de Conchos la ineficacia pretenciosa y clasista del secretario del Trabajo. Dura la vida de los mineros, de los que navegan el desierto en busca de ixtle y lechuguilla. Pero en Nuevo León y Coahuila es "muy bajo el grado de marginación".

Entre vaivenes del diario La Crónica se publica un revelador artículo de Otto Granados: en el improbable caso de que el ingreso per cápita de Oaxaca creciera a 10 por ciento anual, tardaría 50 años en alcanzar el de Nuevo León y 30 años el de Aguascalientes. Vocero de la inserción a la modernidad, señala al contraste con el norte nuestro; no con el del gigante vecino, no con los nórdicos europeos.

Y encima de la marginación, el colonialismo interno, el desprecio a la soberanía de cada estado de la República federal y representativa.

 
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