Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 6 de agosto de 2006 Num: 596


Portada
Presentación
Bazar de asombros
Carlos Monsiváis y la poesía
JUAN DOMINGO ARGÜELLES
Carriego, Borges y Gardel: tres artistas de las "orillas" de Buenos Aires
ALEJANDRO MICHELENA
Lo vigente en Jorge Luis Borges
Cristalizaciones de Borges
ADOLFO CASTAÑÓN
Un texto desconocido de Borges en sus contextos
ANTONIO CAJERO
El mundo virtual de Borges
ADRIANA CORTÉS Entrevista con ARTURO ECHAVARRÍA
Al vuelo
ROGELIO GUEDEA
Mentiras transparentes
FELIPE GARRIDO

Columnas:
Y Ahora Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

La Casa Sosegada
JAVIER SICILIA

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO

Tetraedro
JORGE MOCH


Directorio
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LAS ARTES SIN MUSA

JORGE MOCH
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PRODIGIOSA VISIÓN DE LOS VENCIDOS

¿Cuál es el enemigo público número uno de la educación en este México cuya principal causa de terribles problemas, de megalíticas taras es precisamente el déficit educativo? Ni tú ni yo titubearemos para responder que la televisión. Y sin embargo, puede ser también su mejor aliada por la distribución, el alcance masivos que la caracterizan. Es casi lugar común afirmar que la televisión educativa es, por aburrida, por sosa, por ser vehículo de contenidos manejados de manera tal que más que exacerbar el ánimo del aprendizaje lo sublevan al ámbito de lo apático, un monumento a la muy mexicana hueva: la consueta abulia, hija conminuta de la impericia, de la inexperiencia, de la supina ignorancia sobre el medio que suelen exhibir productores, realizadores, investigadores y conductores se transmite rápidamente a los educandos, mucho más rápido que los contenidos educativos. Baste mirar la mayoría de las producciones gubernamentales de televisión educativa en los estados, agudamente somníferas, mal improvisadas.

Pero hay producciones –no muchas, pero hay– que prenden, que tienen punch, cuyos contenidos, manejados con formato inteligente que trasluce verdadera vocación de realizador documental y no de maestrito improvisado, llegan y llegan bien. Llegan, incluso, a tocar fibras internas. Excelente, cimera pauta de ello es Visión de los vencidos, quinientos años después, serie de programas filmados en 2001 por el realizador zapoteco Adolfo García Videla (al aire por Canal 22 de Conaculta durante el espacio matutino de Edusat). La serie está basada en la obra de don Miguel León Portilla, y afortunadamente comentada a cuadro por él, llevada así a nuestras casas una de las más altas voces de denuncia en favor de los pueblos indígenas.

Sin aspavientos folcloristas, el programa recoge las cosmogonías indígenas del primer México hoy subyacente, agónico casi, su mitológica visión de cómo el mundo va trasmutando con ellos, a pesar de ellos, a veces, como ahora, haciéndolos a un lado pero manteniéndolos allí, como parte de la trayectoria geodésica de la historia del mundo y en el mundo los hombres. Narran los cuenteros, hablan las mujeres, explican los niños, relatan los viejos, y todos esos testimonios en lenguas nahua y maya, preciosos vestigios de tradición oral, se derraman desde el televisor con música de cascada, corporeizando visiones y relatos de luchas, peregrinaciones y actos fundacionales de civilizaciones, las míticas historias de sus principales ciudades que fueron observatorios que fueron metrópolis que fueron sepulcros de hombres, de pueblos enteros como Teotihuacán y Tollán, cómo fueron abandonados esos asentamientos –la mítica Aztlán– para encontrar el nopal asomando entre los tulares de un fértil valle encharcado, y sobre el nopal el águila que saludó a los viajeros, agachando la cabeza sin soltar la culebra que atenazaba con el pico, y que de allí en adelante aquellos aztecas recibieron de su dios Huitzilopochtli el nombre de mexicas y fundaron esa postrera monstruosidad de ciudad de la que los mexicanos a ratos nos sentimos orgullosos y a ratos nos avergonzamos. Y se lamentan esas jovencitas, esos ancianos, esas mujeres con toda la justicia de su parte, abatidos por la indiferencia y el clasismo tan nuestros, tan mestizos, de cómo ahora están relegados, ellos, "los más mexicanos", cómo ahora y desde hace demasiado ya con tradicional idiosincrasia se les regala desprecio, se les rechaza, se les niega todo, fortuna, respeto, las buenas oportunidades, la legitimidad de sus anhelos de bienestar, de un lugar en la sociedad, hasta cuando ese lugar es una esquina mugrosa en la que poder vender en paz sus palanquetas de pepita y cacahuate porque a veces ni eso.

Viendo el programa, me asaltó la utopía: que un día las secretarías de comunicación, gobernación y educación (minúsculas adrede) por fin se hacían cargo y regulaban, nomás tantito, la programación para tarados de nuestras monstruosas televisoras del duopolio privado y por las tardes, al mediodía, en lugar de toda la mierda que a raudales avientan a nuestras casas, pudieran ver nuestros niños en todo el país esta magnífica realización de García Videla, y luego tuve el desatino de cambiar de canal para contrastar lo que ofrecían esas televisoras a esa misma hora, y amargamente me dije, como el otro Calderón, el que sí tuvo algo que aportar al mundo, que la vida es sueño, y los sueños, sueños son...