Usted está aquí: domingo 6 de agosto de 2006 Política A la mitad del foro

A la mitad del foro

León García Soler

El desafío del derecho

No ha concluido el proceso electoral. Ese fue el impulso inicial de la coalición en la feria de las cuentas y la victoria festinada por el PAN. Pronta reacción al nervioso activismo del IFE, la retórica vacía y la desconfianza sembrada por su incapacidad de informar con claridad durante la jornada del 2 de julio. Acertaron entonces los valedores y validos del estratega de Nacajuca: el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación tiene la última palabra.

Pero hay políticos que convierten la victoria en derrota. Eso hizo Vicente Fox al apostar al desafuero de Andrés Manuel López Obrador. En cuanto el voto de los legisladores privó a éste del fuero, el titular del Poder Ejecutivo de la Unión ordenó al Ministerio Público que no actuara. Quieren privarlo de su derecho a ser candidato; quieren impedir a toda costa que López Obrador sea nuestro presidente, vocearon centenares de miles que marcharon tras quien ya había entrado y salido al laberinto de la ley con la ayuda de sus impugnadores arrepentidos. O asustados. Tras el cotejo de actas en las 300 cabeceras distritales, Andrés Manuel y los de la colcha tejida con retazos del PRI y de las izquierdas errantes organizaron formidable manifestación que puso a temblar a los del poder al servicio del dinero y de la vieja bandera de Religión y Fueros.

Manifestación de masas . Cualquiera que haya sido la suma de participantes bajo la lupa del poder puesto en jaque, o multiplicada por el entusiasmo de los deslumbrados por su propio reflejo. Gran manifestación; cabal respuesta a los panistas que declaraban presidente electo a Felipe Calderón y nos recordaban la voz virreinal de callar y obedecer. Muchas invocaciones a la ley y ninguno de los contendientes parecía conciente del desafío del derecho. Y de sus alcances. López Obrador obtuvo impactante logro con la marcha de masas. Y lo transformó en acto fallido al ordenar la asamblea permanente y montar campamentos para un plantón, desde el Zócalo hasta la fuente de Petróleos. Madero, 16 de Septiembre, el Paseo de la Reforma. Fetichismo puro y duro. El pueblo a las barricadas al amparo del gobierno de la capital de la República.

Todo o nada. Y la victoria alada se alejó de la zona de desastre. Recuento total, voto por voto, casilla por casilla. Fraude maquinado. Fraude a la antigüita. Los discursos demandaban arcos triunfales para la invencible voluntad del pueblo. Desobediencia civil; resistencia pacífica, pero siempre respetuosa del estado de derecho. El candidato que condujo a su partido a la obtención del mayor número de curules y de escaños en el Congreso de la Unión; más diputados y senadores que en cualquiera de las legislaturas en las que han contendido de 1988 a la fecha, daba paso al agitador; posponía el papel de político con visión de estadista para desempeñar el de líder de un movimiento para "purificar a la nación".

La democracia es un medio, no un fin. La reforma electoral, las instituciones firmemente establecidas para poder celebrar elecciones legales y confiables, tienen que proseguir para responder al reto del poder económico. Y al poder de la televisión sobre una menguada clase política, dócil ante el brillo cegador del corto plazo. Cierto. Pero las elecciones de 2006 se celebraron conforme al dictado de las normas constituidas, para elegir representantes en el Poder Legislativo y otorgar el mandato que deposite el Poder Ejecutivo de la Unión en un solo individuo.

La ofensiva desigualdad social, el agravio de la pobreza que agobia a la mayoría y la riqueza concentrada en una ínfima minoría, no pueden ser argumento para negar la igualdad ciudadana en el ejercicio del voto; derecho individual que no puede ser objeto de regateo político, ni verse sometido al cálculo de interés alguno. Ni el neoconservadurismo del Estado mínimo ni el darwinismo social rechazan la noción de justicia en la "igualdad de oportunidades". A las profundas desigualdades, presuntamente inevitables en la estructura básica de toda sociedad, responden los principios de la justicia social. Estos principios, dice John Rawls, deben dictar la elección de constitución política y de los elementos principales del sistema social y económico. No hablo aquí de la churchilliana definición de la democracia como el peor de los sistemas, etcétera.

Entre quienes hoy desestiman las instituciones electorales, los hay que dieron su voto útil a la derecha para "sacar al PRI de Los Pinos" y se olvidaron de "la Revolución interrumpida". Hoy son del priato tardío quienes velan al PRI entre cuatro cirios tricolores y bajo el sol redondo y amarillo. El insepulto cadáver del PRI pasea por los corredores del poder panista y participa en los plantones que demandan todo o nada en los campamentos montados del Zócalo al Periférico. Bajo la beatífica mirada del secretario de Gobernación, los marginados del magisterio imponen el caos anarquizante en Oaxaca y montan guardia a las puertas del Senado de la República en demanda de la desaparición de poderes en el estado. Unos en las barricadas y otros que instauran "la asamblea del pueblo": bajo la mirada complaciente del gobierno federal.

El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación tiene la palabra. Ayer resolvió, en sesión pública, que no se abrirían en su totalidad las cajas en las que 42 millones de ciudadanos depositamos nuestros votos el 2 de julio. No habrá recuento de voto por voto y casilla por casilla, como lo demandaba la coalición Por el Bien de Todos. En el Zócalo estalló la ira de las expectativas sobredimensionadas del poder colectivo por encima del constituido. En cuanto se pronunció el dictamen de lo incidental, incluyendo el recuento que sí se hará en 11 mil 839 casillas, en 149 de los 300 distritos electorales, en 26 estados de la República. Apertura y recuento de casi 10 por ciento de las 130 mil casillas, en casi la mitad de los distritos electorales, en 26 de los 32 estados y un Distrito Federal que integran la República.

Algo más de dos mil paquetes fueron abiertos durante el cotejo de actas. Si la suma de votos fue de 42 millones, los 14 mil paquetes pudieran sumar 10 por ciento del total: 4 millones 200 mil votos. Estamos ante el recuento mayor de la historia del sistema plural de partidos, del IFE y el cómputo definitivo y declaración de presidente electo como resolución inatacable del tribunal electoral. La coalición y sus militantes, los intelectuales, organizaciones no gubernamentales y "Quangos" que apoyaron incondicionalmente las demandas de Andrés Manuel López Obrador debieran alentar el festejo por el fallo. Los voceadores del todo o nada debieran animar a los del plantón a dar cumplido seguimiento a lo resuelto ayer sábado.

Pero era sombrío el ambiente. No sólo entre los fieles de quien declaró ser presidente de la República por la voluntad del pueblo. También entre los legalistas que convocan a un "gobierno de coalición" en la persona de un solo individuo: de Felipe Calderón, quien demandó al tribunal dar cuenta de su victoria y declararlo presidente electo.

Tomó la palabra el tribunal. Hay que responder al desafío del derecho.

 
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