Usted está aquí: viernes 28 de julio de 2006 Cultura Hacer amigos, soñar juntos y echar relajo: una sinfónica infantil

Medio millar de músicos de entre 8 y 20 años cosechan frutos tras un lustro de trabajo

Hacer amigos, soñar juntos y echar relajo: una sinfónica infantil

La música, actividad sin género, defiende una joven intérprete de tuba

Las percusiones son mi alimento, dice niño poblano

Ese arte ''es el camino para mi felicidad'': pianista invidente

ANGEL VARGAS ENVIADO

Ampliar la imagen Arriba, las sordinas utilizadas como sombrero por atrilistas de la Orquesta Sinfónica Infantil de México, durante un ensayo en el campamento que los reúne en Oaxtepec; sobre estas líneas, una adolescente acomete los timbales Foto: Cristina Rodríguez

Ampliar la imagen Arriba, las sordinas utilizadas como sombrero por atrilistas de la Orquesta Sinfónica Infantil de México, durante un ensayo en el campamento que los reúne en Oaxtepec; sobre estas líneas, una adolescente acomete los timbales Foto: Cristina Rodríguez

Oaxtepec, Mor. La Orquesta Sinfónica Infantil de México (OSIM) prepara en Oaxtepec su novena gira por la República. Será la última del sexenio, principia el 1º de agosto, en Tijuana y una vez concluida -el 14 de ese mes, con un magno concierto en el Auditorio Nacional--, quedará como un programa cultural más cuya permanencia dependerá de la buena voluntad del próximo gobierno.

Ese es un aspecto ajeno para los cerca de 500 pequeños y jóvenes músicos, provenientes de varios puntos del país, que durante los recientes 10 días se han congregado en esta ciudad para ensayar un promedio de seis horas diarias; tiempo que también ha sido aprovechado para hacer nuevos amigos, echar relajo y compartir sueños.

Resulta espectacular para la vista y el oído encontrarlos reunidos siguiendo las indicaciones del director Sergio Ramírez Cárdenas. Sonriendo, haciendo bulla, pero cuando de hacer música se trata, muy serios en su papel. Es una orquesta monumental de 240 atrilistas, de entre 8 y 20 años, y un coro de 200 voces con el mismo rango de edad.

Y es que para festejar este quinto año de actividades, el Sistema Nacional de Fomento Musical, del cual depende, además de invitar al Coro Infantil de la República, decidió agrandar la orquesta, sumando a los 160 atrilistas con los que habitualmente se ha trabajado, 80 más, seleccionados de entre los jóvenes que han participado en años anteriores.

Sorprendente presencia femenina

El ambiente que se vive en el ensayo es febril, con la energía y el desgarbo inherentes a esas edades. No importa el calor ni la humedad, tanto los más pequeños, como los más maduros, se toman de manera muy formal este campamento que, por el momento, no representa sino el juego de la música o la música como juego.

Sorprende la presencia de niñas y adolescentes en secciones antes dominadas exclusivamente por varones, como los metales. Es el caso de Cristina Escudero, de 17 años y oriunda del DF, quien toca la tuba, siendo la única mujer, a la fecha, que estudia ese instrumento a nivel profesional en México, en la Escuela Nacional de Música.

De ninguna manera se considera extravagante ni poco femenina por su elección. Está convencida que la música es una actividad sin género y que una mujer, además de tener la misma capacidad que un hombre para ejecutar cualquier instrumento, luce hermosa lo mismo en el violín, el piano, que en el trombón o la tuba.

Cuenta que su amor por ésta nació a raíz de que en una fiesta observó lo maravilloso de sus formas y la profundidad de sus sonidos, y tuvo la suerte de que en la secundaria se integró una banda.

Desde entonces, afirma, su vida ha sido la música, y tanto cariño profesa por la tuba que, al cumplir 15 años, pidió a su padres de regalo una, en vez de fiesta.

A sus 14 años, Alondra Jaimes Capula, de Ciudad Nezahualcóyotl, ha debido sortear la curiosidad de amigos y compañeros de sección por elegir la trompeta.

Al igual que Cristina, en su familia no existen antecedentes musicales, y si ella decidió estudiar esta disciplina, a la par de la secundaria, es que en la trompeta encontró los sonidos brillantes que mejor le ''recuerdan los más bellos de sus sueños".

Espera dedicarse profesionalmente a la música, y no tiene temor por la falta de trabajo, pues, afirma, ''toco un instrumento que cabe en todos los géneros", y lo mismo se ve trabajando como jazzista que en el ámbito comercial.

Una trombonista y otra pequeña en el corno inglés completan este cuadro de jóvenes mujercitas empeñadas en romper tabúes, como lo hacen otras cuatro en los contrabajos.

La experiencia de estar en la OSIM tiene a todos los pequeños al tope de la emoción. Sólo unos cuantos no se ven como músicos profesionales a futuro. Por el momento, como bien resume a sus 14 años el percusionista Jair Giovany Mendoza, de Puebla, ''tocar música es mi alimento y mi vestido, mi juego y mi alegría".

Opinión que comparte el pianista invidente José Antonio López, de 17 años, que en la música halló ''el camino para su felicidad", pues al terminar la carrera de piano hará la de dirección de orquesta.

 
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