Usted está aquí: martes 18 de julio de 2006 Espectáculos Los Dorados, milicianos del jazz de vanguardia, se lanzan sobre el DF

El cuarteto, allende rutas tradicionales, fusiona ritmos de antaño con los actuales

Los Dorados, milicianos del jazz de vanguardia, se lanzan sobre el DF

Toman espacios de la ciudad, donde organizan un levantamiento melódico

Turbulencia, Canción muda y Pez gordo se escuchan entre sonidos de saxes, liras y efectos especiales

JOSE GALAN

Ampliar la imagen El grupo invita a un viaje sideral

"El corazón del dorado/ Se hizo para padecer/ Con su cuete bien fajado/ Nada tiene que temer."

Así dice el tradicional corrido de Los Dorados, de la Colonia José Uribe, Chihuahua, que bien se podría ajustar a esos cuatro forajidos de la música que andan por los escenarios del país proclamando el levantamiento melódico y rítmico sin ningún pudor.

Ya tomaron por asalto, instrumentos en mano, lugares como Hard Rock Live, el Bar Zinco y, la noche del miércoles pasado, el auditorio del Instituto Francés para América Latina, mejor conocido como el IFAL, donde su revolución logró bastantes adeptos a la causa del buen jazz en México, de la improvisación y de la ruptura con los moldes tradicionales, para proponer una oferta de vanguardia.

"¡Ay, Villaldama, Chihuahua,/ tierra de 'onde vi la luz!/ No me alboroten el agua,/ jijos de la Santa Cruz."

Toda revolución emite turbulencias, y quizá a ello se deba precisamente el título de su segundo álbum que, con ocho ráfagas o rolas o asaltos, amenaza con la adaptación de tecnologías modernas -cajas de ritmoscon las que provocan ecos, loops- a las armas tradicionales, como los saxes, la guitarra y el bajo. Por si fuera poco, ya los acompaña el diyéi Rayo, que en Guadalajara aventó sus tiliches y se fue con la bola.

Daniel Zlotnik empuña los saxes soprano, barítono y tenor; Demián Gálvez le mete parque a la guitarra eléctrica; Carlos Maldonado apunta el contrabajo y el bajo eléctrico cual morteros, y Rodrigo Barbosa es el artillero que con tino y precisión dispara los cañones de su bataca. Es un cuarteto de bandidos que conocen bien las rutas tradicionales y los caminos vecinales, pero que se atreve a ir más allá, por las veredas de lo nuevo, hacia una fusión de ritmos de antaño con los sonidos propios de la época.

"De Casas Grandes yo vengo,/ voy camino a Las Delicias/ paso, te veo, y me detengo/ Pa' gozar de tus caricias."

Hacia el fragor de la improvisación

En el teatro de guerra del IFAL llegaron decididos a armar la grande, y empezaron con Turbulencia, rola título de su segunda producción. Y como un murmullo a lo lejos, el sax tenor y los efectos comenzaron a incorporar poco a poco los demás instrumentos -la lira, claro- hacia el fragor de la improvisación para desembocar en el derrumbe de las primeras murallas auditivas. Los alborotadores ya habían entrado en calor.

"Soy uno de los Dorados/ d'ese mi general Villa/ Tengo diez grados ganados,/ pronto seré cabecilla."

El segundo enfrentamiento se libró con el título de Canción muda. Pero no le pusieron silenciador a sus armas para emprender un ritmo de blues que derivó en duelo al viejo estilo entre el contrabajo y la lira, que intercambiaron varios cargadores de notas hasta que intervinieron otra vez los saxes y la bataca, una verdadera descarga en la cual se mezclaban ecos y loops invitando al trip sideral. ¡Qué pacheco!, diría un curioso.

"Con metrallas, con aviones/ nos las tenemos que ver,/ que con gringos y pelones/ nunca nos falta qué hacer."

Para el tercer round, un poco de ejercicio. Y en honor al equipo de peloteros de la comarca lagunera, tomaron el bat, el guante y la pelota y se pusieron a jugar con Unión Laguna, rolita con nombre de recreo, pero que rápidamente derivó en una fusión, en la cual los loops y afectos, perdón, efectos de la lira crearon el ambiente para un paseo del contrabajo y la batería, y que invitaron al sax a marearse en medio del rasgueo de Gálvez. El enfrentamiento armado derivó en deconstrucción del tiempo en pequeños universos de batalla, en el que se intercambiaron los saxes tenor y soprano montados en una bataca incesante. Qué chido. Ah, y por primera vez, en la pieza Canto, entonaron su canto de guerra: aeeooaaaeeoooo.

"¡Ay, Hidalgo del Parral,/ donde mataron a Villa!/ Para montar mi alazán/ no necesito de silla."

Pez gordo se llamó la siguiente rola, e hizo su aparición el diyéi Rayo para instalar a los polvorientos jinetes en un bar tipo lounge: el contrabajo con arco, la guitarra con pedales y los aires del sax recordaron ciertos airecillos tipo Herbie Hancock para luego dar pie al sonido funkie con Zlotnik, en la que intercambió saxos y derivó en ejercicio de improvisación -¡qué cosa es el jazz!- que los mismos dorados no titubearon en catalogar como un acto de sicodrama, rito de bienvenida, para el diyéi.

"Soy dorado verdadero/ y en Villaldama he nacido/ Traigo balaceado el cuero/ porque yo nunca he corrido."

Alto grado de maduración

Como en una estrategia de cuarto de guerra, este grupo armado siguió al pie de la letra el guión de Turbulencia y en sexto lugar ofreció Ruta dorada, escape a través de los efectos especiales de la guitarra, el contrabajo y los saxes, más la tornamesa del diyéi para salir por piernas y demostrar un alto grado de maduración del primer al segundo disco, con el Arte de la guerra detrás.

"Mi carabina y mi yegua/ son mis fieles compañeras/ Tengo que andar 20 leguas/ para matar ratas güeras."

Con estos músicos, la revolución no sólo vino del norte, de la Comarca Lagunera, tierra de Gálvez, sino también del sur, de Argentina, de donde es Zlotnik, y de Jalapa, Veracruz, patria chica de Maldonado, o el Defectuoso, lugar de origen de Barbosa. Asimismo de la tierra del blues y del jazz, de los orígenes de una música que es la base de todo lo que se escucha fuera de lo "culto". Y estos cuatro forajidos más el cómplice también tomaron por asalto la noche del jueves 20 de julio el Centro Cultural de España, atrás de la catedral azul, al lado del Templo Mayor.

"Santa Rosalía, Camargo,/ creo que allí está mi querer/ ¡Qué trago tan reteamargo/ el de no volverte a ver!"

 
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