Usted está aquí: lunes 17 de julio de 2006 Deportes Joselito Adame debutó con decoro en Las Ventas

Joselito Adame debutó con decoro en Las Ventas

LUMBRERA CHICO

Días de fiesta para la fiesta brava son los que se vivieron a lo largo de la semana que terminó ayer, tanto en la placita del restaurante Arroyo, donde el jueves fueron celebrados los 75 años de la Asociación Nacional de Criadores de Toros de Lidia, como en la plazota de Las Ventas, allá en Madrid, donde el pasado domingo hizo su debut el novillero mexicano Joselito Adame.

Las crónicas refieren que el espectáculo se efectuó de noche, debido al insoportable calor de la villa y corte, y que fueron lidiados cinco novillos de Corbacho Grande más un sobrero de Navalrosal que en términos generales no fueron buenos. Uno de los que le tocaron en suerte al niño prodigio de Aguascalientes parecía reparado de la vista o toreados con anterioridad porque a la hora de embestir se iba sobre el bulto, sin seguir los trazos que le marcaban capotes y muletas.

Aunque toda la atención taurina de la vieja España estaba fija en la plaza de Pamplona, donde ese mismo día domingo fue cogido por asta de Miura un mozo que aún responde al nombre de David Lorente Campilla, de 21 año, que se llevó un cornadón en el vientre mientras corría por la calle de Ayuntamiento delante del encierro que después resultaría incómodo y soso, pesadísimo y sin fijeza alguna, en Madrid, donde casi todos los edificios residenciales han quedado vacíos por las temperaturas irrespirables del estiaje, Las Ventas tuvo una entrada de un cuarto de plaza y esa gente salió más que satisfecha después de conocer los buenos modales de Joselito Adame.

Este alternó con el español Javier Benjumea -que no estuvo nada mal y dio la única vuelta al ruedo luego de estoquear al que abrió plaza-, y con el portugués Antonio Joan Ferreira, que fue ovacionado sin llegar a salir al tercio tras la lidia de su primero y se retiró al callejón en silencio cuando mató a su segundo. Adame, que ahora tiene ya 17 años y lleva una larga temporada fogueándose en ruedos de España y Francia, se las vio con Altruista, de 451 kilos, y Melonero, de 508.

Por desgracia, Altruista era todo menos digno de la generosidad implícita en su nombre y salió débil y regateando embestidas. Joselito lo aguantó mucho, para enseñarlo a recorrer la trayectoria de sus capotazos y algo consiguió cuando lo retuvo con la muleta, ligando pases de escaso disfrute visual pero harto mérito por el riesgo que exigían, y después de hundirle tres cuartos de acero en bueno sitio para obligarlo a doblar, oyó palmas que lo sacaron al tercio.

Melonero, más grande que el anterior, con mayores problemas visuales que el resto de sus hermanos, parecía un ejemplar escogido para un novenario en alguna ranchería de Jalisco, no para una novillada de rompe y rasga en el coso más importante del orbe, y Joselito lo despachó con decoro para retirarse de Las Ventas deseoso de irse a cenar, satisfecho consigo mismo y cada vez con más sitio tanto en los ruedos como en el ambiente taurino de Madrid. Lo malo es que mientras más se aclimata por allá más difícil será que vuelva a México.

 
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