Usted está aquí: domingo 16 de julio de 2006 Opinión Un crimen casero

Vilma Fuentes

Un crimen casero

La reconstrucción del drama, reconocen los investigadores de la policía, ha sido una de las más arduas a lo largo y ancho de sus experiencias con el crimen desorganizado. "Porque ése es el meollo: no encontramos nada organizado, y sí todo en desorden, en el lugar de los cometidos, es decir aquí mismo, porque de que se cometieron los asesinatos, no hay duda. ¿La prueba? Los cadáveres. Fíjense bien, señores periodistas -señaló el agente sin exagerar con modestias ni falsas modestias la agudeza de sus observaciones-, no hemos movido nada y todo está revuelto. Por favorcito, no toquen, después no vayan a decir que andamos tratando de disfrazar en suicidios estos crímenes. Cualquiera puede ver que no se ayudaron a morir, simplemente se entremataron."

"¿Crimen pasional?", preguntó una reportera apodada Luisa Lane por sus colegas a causa, si no de sus logros, al menos de sus empeños por parecerse a la acosadora de cuanto supermán tenía a mano.

"Las evidencias no pueden negarse, señorita, no cabe duda que hubo pasión... si la pasión se mide con la sangre derramada", suspiró el corazón de alcachofa del fornido hombrón que dirigía las investigaciones.

En efecto, los cuatro cuerpos de las víctimas y presuntos asesinos yacían ensangrentados enmedio de un desorden que no podía obedecer a la razón.

"¿Un adulterio, tal vez un doble adulterio?", interrogó un viejo periodista de la nota roja, con una sonrisa lasciva que parecía arrancarle la vista de las dos muchachas yacentes en el piso.

"No, no", se sublevó el agente protegiéndose tras el escudo de los valores más sagrados, "que no los engañen las apariencias, se trata de familias decentes, pueden verlo ustedes, personas con buena posición", afirmó evitando ver la postura de los cuerpos y señalando con gestos firmes el interior del lujoso condominio horizontal, "miren las botellas de güisqui del caro".

"Pero usted mismo dice que el asunto fue pasional", arguyó con timidez un reportero.

"La pasión no es siempre baja, señores. Puede ser incluso elevada, noble. Conducir a la lucha, al fanatismo en casos desesperados. Quién soy yo para darles lecciones, pero los interrogatorios que hicimos, las respuestas que nos dieron los vecinos, las constataciones, en fin, una minuciosa investigación nos permite concluir que fueron los más altos principios los que los llevaron a este estallido de violencia. La violencia no es sólo cosa de gente sin decencia. Nadie está exento. La defensa de los valores la justifica."

"¿Qué dijeron los vecinos?"

"Los menos vigilantes de la paz social se quedaron resguardados en sus casas, pero no pudieron dejar de oír el griterío. El portero, quien se hallaba a trescientos y pico de metros lejos de este condominio, también pudo escuchar el escándalo. Si no acudió al lugar de los hechos, nos explicó, fue porque ante todo está el respeto de la vida privada, sobre todo cuando se trata de gente bien. En fin, los más conscientes de la estabilidad ciudadana se acercaron para escuchar con claridad qué se gritaban las futuras víctimas. Y ahí es donde las deducciones se confunden porque se acusaban unos a otros de no saber contar. Que si la señora gastaba sin contar, que si el señor no sabía sumar y sólo restarle al dinero que le daba para la casa, que la otra dama contaba lo que no tenía y que si su marido contaba con lo que debía era para negarse a contar. El debate siguió subiendo de tono, según los testigos, gritándose unos a otros que no habían aprendido a contar. Después de maduras reflexiones dedujimos que no se trataba de un problema de aritmética. Se trataba de un simple conteo. Así, en un primer momento, indujimos, sin razones serias, que se trató de una discusión sobre el número de votos. Pero aquí todos parecían tener el mismo favorito, y el cabezazo con que este hombre arrojó a su mujer contra la esquina de esa mesa de vidrio donde se rompió la nuca, nos hizo pensar que el debate concernía a la Copa Mundial y el conteo de los goles. Ustedes sabe, la pasión por el Mundial contagia hasta a las viejas. Como ven, aunque la pelea se envenenó, la causa fue noble en uno u otro caso: votos, goles o autogoles, la pasión era de gente decente, señores. Señorita, a los pies de usté."

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