Usted está aquí: miércoles 5 de julio de 2006 Opinión La última tentación

Javier Flores

La última tentación

El domingo por la noche surgió del Instituto Federal Electoral (IFE) un mensaje doble y contradictorio: a) no se percibe claramente a un ganador de las elecciones presidenciales, y para determinarlo se tiene que ir al escrutinio de las actas y los votos, y b) Felipe Calderón gana por un margen de 400 mil votos. Esta dualidad no es trivial. Tiene fuentes distintas y expresa la confrontación entre dos fuerzas que se expresan en el país y en el interior del IFE.

La fuente del primer mensaje fue la encuesta de salida diseñada por un comité técnico, integrado por expertos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y otras instituciones académicas. Quince minutos antes de las 11 de la noche -según ha relatado el propio Luis Carlos Ugalde- recibió el resultado del trabajo de los científicos que se concretó a leer textualmente. En su mensaje el consejero presidente ni siquiera consideró el escenario de posponer dos horas el anuncio y directamente transfirió todo hasta el miércoles para iniciar el conteo de actas y, en su caso, de votos.

La fuente del segundo mensaje fueron los datos del Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) del propio IFE, que desde su inicio tuvieron un comportamiento sumamente extraño y presentan, según se va demostrando con el paso del tiempo, múltiples irregularidades, como no incluir los resultados de 16 mil casillas, entre otras.

Cada una de estas dos expresiones tuvo efectos inmediatos. El evidente nerviosismo de Felipe Calderón esa misma noche al anunciar su victoria revelaba que él y su partido ya no se encontraban en el escenario que les era más favorable, es decir, el anuncio del IFE sobre su triunfo. La fuerza que empujaba, entre otras cosas, la distorsión del PREP no había sido suficiente y había fracasado.

Pero esta distorsión se podía usar, y se ha estado usando, para crear un efecto subjetivo. Los medios de comunicación desplegaron las cifras del PREP que dan el triunfo a Felipe Calderón y, debido a las irregularidades denunciadas por el candidato del PRD, se puede seguir mostrando a Andrés Manuel López Obrador (AMLO) como un rijoso que no acepta los resultados de las instituciones legalmente constituidas. ¿Para qué?

Un hecho interesante es que antes de las 11 de la noche del domingo dos fuerzas importantes se adelantaron al anuncio del IFE: Televisa, a través de los datos de la encuestadora Consulta Mitofsky, dijo que no había elementos para declarar un ganador. El PRI, por su parte, pidió al instituto no dar a conocer un triunfador, proponiendo de plano ir al conteo de votos. ¿Por qué? Ninguno de los dos es partidario de AMLO. La sensación que tuve durante toda esa noche es que alguien quería ganar tiempo. ¿Para qué?

Los dos candidatos se apresuraron a declarar su victoria. Curiosamente lo hicieron basados en datos indirectos: Felipe Calderón en los resultados de casas encuestadoras y, por supuesto, en los del PREP. López Obrador dijo tener una ventaja de por lo menos 500 mil votos, también a partir de encuestas de salida. Pero hay un pequeño detalle: ¿dónde están sus copias de las actas?

Todos los partidos tuvieron representantes en las casillas adonde los ciudadanos acudimos a votar. Es comprensible que la noche del domingo no tuvieran todas en la mano, pero ahora ya no hay pretexto. El procedimiento es muy sencillo para cada partido: solamente hay que saber sumar.

¿Para qué ganar tiempo? La última tentación del gobierno federal, del PAN y del poder real es concretar una trampa en la última etapa del conteo e impugnación de actas y votos... pero es muy difícil. Además de los partidos, que ya deben tener las copias de las actas consigo, hay otros sectores que conocen los resultados, por ejemplo, los servicios de seguridad nacional, el Ejército y quizá algunos gobiernos extranjeros.

No pudieron imponer a Felipe Calderón en ninguna de las etapas previas al proceso electoral y es muy difícil que lo puedan hacer ahora. No pueden olvidar que están ante la mirada atenta de millones de mexicanos que acudieron a las urnas el domingo y que esperan, independientemente de sus preferencias partidarias, que las elecciones sean limpias.

 
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