Usted está aquí: sábado 1 de julio de 2006 Opinión Un país que nos sorprenderá

Gustavo Gordillo

Un país que nos sorprenderá

1. Mañana 2 de julio amaneceremos en el mismo país y al mismo tiempo en uno diferente. Sólo cuando se aprecia la enorme hazaña ciudadana de instalar más de 130 mil casillas a lo largo y ancho del país. O de haber convocado previamente a varios millones de mexicanos para ejercer su ciudadanía cuidando casillas electorales. O de haber capacitado para realizar esas funciones a varios cientos de miles. Sólo esto bastaría para apreciar la enorme fuerza social que implica realizar en México elecciones presidenciales.

2. A lo anterior se aunará -no tengo dudas- una jornada cívica que en su mayor parte habrá sido extremadamente tranquila. Comentaba hace unos días el anterior consejero presidente del IFE, José Woldenberg, que el acto de mayor desasosiego que ocurrió en las elecciones de 2000 fue el ataque de un enjambre de abejas a un grupo de electores formados para votar. Espero que algo similar ocurra en estas elecciones. Pero será todavía más admirable porque como se ha podido constatar en los meses recientes hay por todo el país muchos agravios y demandas sociales pospuestas que requieren de una atención casi inmediata.

3. Pienso además que el resultado de la elección presidencial arrojará a un ganador(a) indiscutible con un margen suficientemente amplio para que sea contundente. También espero que los resultados electorales para el Congreso confirmen que estaremos nuevamente presenciando un gobierno dividido. Finalmente en las elecciones locales de gobernador espero cambios importantes en Jalisco y en Morelos.

4. Dicho todo lo anterior es claro que se está cumpliendo una regla básica de la democracia: certidumbre en los procedimientos e incertidumbre en los resultados. Se pueden hacer varias conjeturas ilustradas sobre los posibles resultados más alla de las hipótesis que he ofrecido, pero es cierto que los datos con los que contamos indican una carrera muy pareja entre dos competidores como para definir quién va a ganar. Si los resultados mañana nos sorprenden no sólo por el margen de triunfo de uno de los candidatos punteros, sino por el peso de los otros cuatro en los resultados finales será producto de algo que ya fue señalado en su momento por la historiadora Barbara Tuchman.

5. Tuchmann en sus excelentes libros The guns of august y Themarch of folllies subraya dos aspectos de las guerrras militares que también son, a mi juicio, aplicables a las batallas políticas. Uno, que en toda guerra decisiones no inteligentes -y subraya que no son necesariamente decisiones estúpidas-, son una fuerza motriz de la historia. Y dos, cuando se inicia una nueva época, una nueva generación de guerras, fracasarán quienes las analizan a la luz de las guerrras anteriores. Como se sabe, esa fue la lección que JFK tomó de la confrontación con la URSS en los 70 cuando la crisis de los misiles nucleares en Cuba.

6. Es muy probable, siguiendo los anteriores razonamientos, que dos hechos que quizás no fueron estupideces pero sí decisiones poco inteligentes: un intento de desafuero jurídico y un intento de desafuero mediático; habrán sellado el resultado final de las elecciones presidenciales. Al mismo tiempo, si la candidatura de Patricia Mercado logra más allá del registro un avance sustancial esto significará también el inicio de una nueva etapa en las batallas políticas por venir.

7. Con todo, lo más importante es que los resultados electorales obligarán a un profundo reacomodo político, porque se habrá abierto la etapa de los acuerdos y las negociaciones en público. De los pactos explícitos y no vergonzosos. De la argumentación y no de la retórica.

8. La construcción de acuerdos políticos requieren de tres ingredientes centrales y casi diría elementales. Claridad en los objetivos. Pocos muy pocos objetivos. Uno o dos cuando más. Claridad en el procedimiento para formalizar el acuerdo político. Simplicidad y sentido común. Claridad en los resultados buscados.

9. Todo lo contrario de la grandilocuencia de la vieja política mexicana. Todo lo contrario a la egolatría endémica que sufre la clase política mexicana. Aquí es donde se va a requerir del acompañamiento y monitoreo de los ciudadanos. De los ciudadanos y ciudadanas libres y no de las clientelas políticas.

 
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