Usted está aquí: miércoles 21 de junio de 2006 Opinión Cecilia Gurza: engaño inflado

Editorial

Cecilia Gurza: engaño inflado

En cosa de dos semanas, el engaño escenificado por Cecilia Gurza el pasado 6 de junio cayó por su propio peso en el curso de las investigaciones realizadas por peritos de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF). Como lo expuso ayer el titular de esa dependencia, Bernardo Bátiz, los estudios de balística muestran que los balazos que presentaba el vehículo de Gurza no pudieron ser efectuados desde otro automóvil y se realizaron en realidad por un peatón, y a muy corta distancia; la estrechez del callejón de San Antonio, en San Angel, en donde habría ocurrido el supuesto atentado, no permite que dos automotores circulen en paralelo a gran velocidad; la llamada efectuada para reportar la balacera a las autoridades se hizo desde una caseta telefónica y no desde el aparato portátil de Gurza, como lo afirmaron ésta y su chofer; la llanta averiada de la camioneta atacada no recibió un impacto de bala, sino que fue perforada con un objeto punzocortante; los cartuchos percutidos fueron encontrados en una posición que no corresponde con el tipo de arma utilizada. Tales son algunas de las 12 contradicciones e inconsistencias registradas en las declaraciones de Gurza y su empleado. Para colmo, las cintas de las cámaras de vigilancia de la residencia de la esposa de Carlos Ahumada, en las cuales habría debido quedar registrada la acción, no contenían escenas del "atentado", y la denunciante se negó, a fin de cuentas, a entregar a las autoridades los videos que iba a hacer públicos ese día y que supuestamente contenían escenas comprometedoras para funcionarios perredistas.

La PGJDF no lo dijo, pero la conclusión es evidente: o bien la agresión fue un invento o bien la cónyuge del empresario corruptor encubre, por motivos que escapan a la lógica, a sus agresores. Sea como fuere, ayer quedó demostrado que tras los sucesos del 6 de junio hubo el designio de engañar a las autoridades, y resulta difícil entender que la procuraduría capitalina no haya iniciado un proceso por falsedad de declaraciones a la supuesta víctima del ataque.

No debe omitirse, por otra parte, que la maquinación evidenciada ayer resultó sospechosa desde el primer momento, no sólo por la inverosimilitud del lugar y las circunstancias del supuesto ataque sino por la increíble coincidencia de fecha entre el anuncio de difusión de nuevos videos de Ahumada y el debate televisivo entre los cinco candidatos presidenciales. Era meridianamente claro que tal anuncio fue el corolario de un fallido intento de extorsión y que tenía como propósito debilitar la posición del candidato perredista ante sus contrincantes y ante la opinión pública. El que hasta la fecha no hayan sido mostradas las cintas sólo refuerza la certeza de que su realizador y poseedor nunca ha buscado denunciar supuestos actos de corrupción, sino servirse de ellas ­si es que existen­ para conseguir prebendas o para ponerlas al servicio de los intereses que motivaron los videoescándalos originales de 2004.

El más elemental decoro periodístico aconsejaba, el 6 de junio, tomar con mucha cautela la historia del ataque a balazos contada por Cecilia Gurza. Sin embargo, la inmensa mayoría de los medios optó por inflar el suceso y lo destacó con impudicia sin reparar en las incoherencias mostradas desde un inicio por el relato de la esposa del empresario preso. Se intentó, de esa manera, alterar el balance entre los candidatos presidenciales y perjudicar al perredista en beneficio de sus adversarios. El descaro llegó a tal grado que hasta el vocero presidencial, Rubén Aguilar Valenzuela, hizo referencia al incidente en su conferencia matutina, un hecho excepcional si se considera que ese empleado de Los Pinos no se detiene nunca a hablar de las ejecuciones y demás hechos de sangre que ocurren todos los días en el país ante el descontrol y el desgobierno del foxismo.

En cuanto a los medios, la prueba de sus actitudes inescrupulosas es que a las conclusiones de la PGJDF no les otorgan, ni les otorgarán, el espacio y la relevancia que concedieron a las mentiras de Cecilia Gurza.

 
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