Usted está aquí: sábado 3 de junio de 2006 Cultura Foro Internacional de Música Nueva

Juan Arturo Brennan

Foro Internacional de Música Nueva

Hace unos días, el ejemplar ensamble de música nueva ONIX ofreció un buen concierto en el auditorio Blas Galindo, que además de insertarse en el contexto de la versión 28 del Foro Internacional de Música Nueva, que concluyó el pasado miércoles, coincidió con la celebración de los 10 años de actividad del grupo. La asistencia, sin ser patética, fue menos numerosa que lo deseable, dada la calidad de esa agrupación y una oferta musical anclada en cuatro partituras mexicanas. Pero esto ya no es novedad.

Como varios otros ensambles mexicanos dedicados con calidad y compromiso a la música contemporánea, con énfasis en la obra de compositores nacionales, ONIX libra una cruenta lucha por la supervivencia, que se hace más difícil, en buena parte, por la indiferencia del público.

ONIX inició su programa conmemorativo con Danza cubista, de María Granillo, obra que a pesar de su título está construida a partir de materiales claros y sencillos, y en la que el énfasis está en la articulación. Una vez establecida esta línea de conducta, Granillo transita hacia modos más complejos de expresión, sin perder la claridad inicial.

El trabajo tímbrico es aquí de buen nivel, y para la segunda parte de la obra, la compositora ofrece a modo de contraste algunos gestos tradicionales en los rubros de armonía y melodía.

En segundo término, la partitura titulada SOS, de Enrico Chapela. Como es de suponerse, el compositor construye lo fundamental de la pieza a partir de convertir en duraciones musicales los tradicionales puntos y rayas de la llamada de auxilio en clave Morse. Fiel a sus principios, Chapela realiza, sobre todo al inicio de la obra, un trabajo casi maniático sobre estas figuras.

De un inicio muy sencillo, el compositor transita hacia texturas más complejas, provocadas sobre todo por los numerosos cruces rítmicos planteados. Conociendo trabajos anteriores de Chapela, no sorprende que en las páginas finales de esta obra las figuras de la clave Morse se transformen hasta dar origen a figuras rítmicas de estilizada raíz popular. Evidentemente, el apego insistente al telegráfico diseño de la pieza provoca momentos de clara vocación minimalista. SOS funciona sobre todo en su primera parte, aunque más tarde el compositor parece haberse metido en algunos callejones de difícil salida.

De la compositora Hilda Paredes, ONIX ofreció Corazón de ónix, bajo la dirección de José Luis Castillo. Se trata de una compleja, ambiciosa y bien lograda obra de cualidades ambientales y colorísticas, con una sólida componente de modos alternos de producción sonora en los instrumentos. Esas cualidades tímbricas son potenciadas por Paredes con la inclusión de la flauta alto y la flauta baja, así como del clarinete bajo.

Corazón de ónix está marcada por una interesante expresividad y por ámbitos armónicos atractivamente inestables, provocados entre otras cosas por el uso de microintervalos y glissandi. Todos estos elementos confluyen en numerosos momentos de una evocativa poética sonora que es, a la vez, intensa y concentrada.

La última pieza del programa fue El águila bicéfala, de Gabriela Ortiz. Formada de la síntesis de numerosos y variados gestos, elementos y motivos (sin llegar al collage sonoro), la obra presenta una singular coherencia a pesar de sus referentes múltiples. Hay aquí una alternancia de ritmos hiperactivos y episodios de reposo que caracteriza otras partituras de Ortiz, todo ello en el contexto de texturas instrumentales de gran solidez y un desarrollo formal compacto y lógico. Quizá a pesar de las intenciones de la compositora, alcancé a escuchar al interior de esas texturas algunos giros no muy distantes del blues y al menos un gesto violinístico que parecía traído directamente de una banda klezmer.

Así, ONIX ofreció un concierto con partituras de muy buen nivel, destacando venturosamente el éxito de las obras de las compositoras y la presencia de tres estrenos mundiales (Granillo, Chapela, Paredes), todo ello interpretado con el rigor característico del grupo, que suele ostentar con orgullo (aquí sí, justificado) la calidad técnica y musical de sus ejecutantes.

Después de realizado este concierto del Foro Internacional de Música Nueva, ONIX hizo un largo viaje para tocar en China, en el contexto de un proyecto relacionado con el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes. Sería muy interesante obtener alguna retroalimentación de esa gira, particularmente porque la interacción de la música mexicana con el ámbito cultural chino no es cosa de todos los días.

 
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