Usted está aquí: jueves 1 de junio de 2006 Opinión Montaje de un texto

Olga Harmony

Montaje de un texto

En estos revueltos tiempos mexicanos en que la bárbara represión nos retrotrae a épocas que esperábamos superadas, los artistas siguen su terca tarea a pesar de durezas y tropiezos. En el caso del teatro las últimas semanas nos han traído dos noticias contrastadas, una buena y una mala. La buena es que se recupera el Teatro Hidalgo, muy abandonado y en peligro de ser vendido a otras instancias, gracias a la gestión realizada por diversos teatristas -destacadamente Gabriel Pascal y Marta Verduzco, presidente y secretaria de la Academia Mexicana de Arte Teatral, AC, y Víctor Hugo Rascón Banda, presidente de Sogem- asesorados por José Solé, quienes lanzaron la consigna de 'Ni un teatro menos", encontrando eco en la sensibilidad de las autoridades del IMSS con quienes forman la Comisión IMSS y Comunidad Artística que tiene por lema, precisamente, la consigna apuntada y que es encabezada por el licenciado Fernando Flores, el actual director del instituto. El Teatro Hidalgo, ahora Hidalgo Ignacio Retes, se inaugura con la controvertida versión de Juan José Gurrola al Hamlet de William Shakespeare en lo que esperamos sea una larga temporada que devuelva al edificio teatral su perfil de escenario de teatro clásico.

No todo en el ambiente teatral son tan buenas noticias. Y aquí viene la mala. La falta de liquidez del Instituto Nacional de Bellas Artes está afectando muchas escenificaciones. Tal sería el caso del estreno de La celosa de sí misma que según afirmó su directora Marta Verduzco se llevó a cabo sin que se le proporcionaran los medios económicos ofrecidos lo que ya parece una constante en el teatro institucional en que sus hacedores subvencionan prácticamente a las autoridades culturales, cobrando honorarios muy por debajo de su talento en temporadas de únicas 30 funciones, lo que es ridículo y doloroso al mismo tiempo. Volvamos al montaje del texto de Tirso de Molina.

Según la muy aceptada, por todos los estudiosos, división de la obra del fraile mercedario hecha por doña Blanca de los Ríos de Lampérez, La celosa de sí misma corresponde al grupo de comedias de enredo y crítica de costumbres. Es ya muy sabido que Tirso admiraba a Lope de Vega, pero que sus caracteres son mucho más realistas, lo que puede observarse en este poco conocido texto del autor, abreviado en su duración gracias a una buena dramaturgia de Eduardo Contreras, lo que posiblemente atraiga a un público juvenil que la disfrutará gracias al buen sentido de los ritmos y al humor que la directora pone en evidencia.

En una muy sencilla escenografía de Gabriel Pascal y Vanessa Hernández -con iluminación de Gabriel Verduzco- consistente en un círculo inclinado por detrás del cual sube y baja un panel en forma de rectángulo, y en el que también se descuelga un columpio para la escena del jardín, Marta Verduzco mueve con excelente trazo a sus actores -con el brillante vestuario diseñado por Luz del Amo que contrasta con la parquedad escenográfica- y recurre al juego de presentar en un video de Sergio Yazbek la continuación o el principio de alguna escena, en perfecta concertación con el movimiento de los actores que parecen entrar o salir del video, un elemento que, sin ser totalmente novedoso, resulta una mayor atracción por esa deliciosa mezcla de verso clásico y técnica muy actual, que por otra parte sustituye al close up cinematográfico en cuanto a mostrar mano y ojo de las doñas Magdalena y Angela. La directora escenifica marcando los contrastes, tanto de verso y video, vestuario y escenografía, como de trazo, estilizado en la escena en que los personajes encaran a don Melchor y Ventura en medio de una danza, por ejemplo, muy realista en el duelo asesorado por Mario Eduardo D'León y Antonio Rojas, aunque siempre exista un elemento homologador, que pueda ser lo humorístico.

Antonio Rojas bien y apuesto en su galán don Melchor y la muy linda Mireille Anaya no tan convincente como doña Magdalena, aunque un tanto mejor que su rival Marisa Rubio como doña Angela. David Verduzco es un excelente gracioso -como se llama genéricamente a los personajes cómicos del Siglo de Oro- y logra muchos de los mejores momentos, mientras que Emoé de la Parra está discreta en su pequeño papel de dueña y el don Sebastián de Constantino Morán y el don Jerónimo de Mario Eduardo D'León resultan bastante convincentes.

 
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