Usted está aquí: martes 30 de mayo de 2006 Opinión Reivindicar ciencia y cultura

Margo Glantz

Reivindicar ciencia y cultura

1. Desde que el gobierno actual entró en funciones, ha logrado imponer proyectos que de manera sistemática, solapada y subrepticia han ido devastando poco a poco los grandes postulados en que se ha sustentado nuestro país. Una de las primeras acciones que deberían tomarse en materia de cultura sería intentar reconstruir lo que paultinamente se ha destruido sin que lo hayamos advertido plenamente. Los hechos muestran que nos hemos rezagado de manera alarmante en relación con la comunidad internacional y varios de los estudios y de las encuestas recientes así lo atestiguan: México ha ido descendiendo en los niveles educativos, y este descenso resulta particularmente marcado en los años recientes, tanto en cultura general como en las ciencias. No sólo esto, los recientes planes propuestos por las autoridades educativas parecían tener como propósito abolir gran parte de nuestra memoria histórica, como el reciente acuerdo número 384 de la Secretaría de Educación Pública, publicado en el Diario Oficial de la Federación, pero sin anunciarse en otros medios, para reformar la educación secundaria de manera radical, disminuyendo el número de materias esenciales y reduciendo drásticamente las asignaturas que pueden formar una conciencia cívica, histórica y geográfica en los jóvenes estudiantes.

2. Se ha disminuido el apoyo a las universidades públicas, se descuida y abandona al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, el principal instrumento de promoción de la ciencia y la tecnología en el ámbito federal, se otorgan muy limitados apoyos a las ciencias básicas y a las revistas especializadas. Tampoco se impulsa y respalda el desarrollo de las tecnologías e industrias nacionales, sino que se privilegian las del extranjero, arruinando a las que en México se han elaborado con mucho esfuerzo y buenos resultados. Por el propio avance histórico del país ha de rechazarse una política que desalienta la investigación científica y tecnológica nacional y que se desplaza hacia una progresiva y alarmante tendencia de comercialización de la ciencia y la cultura.

3. Es más, recientemente la Cámara de Senadores aprobó una reforma que desde el año 2000 han tratado de imponer senadores del PAN, secundada casi mayoritariamente por los otros partidos y finalmente aprobada casi por unanimidad: de ser aprobada en la Cámara de Diputados reformaría artículos fundamentales de la Constitución y atentaría de manera gravísima contra los institutos nacionales de Antropología e Historia y de Bellas Artes que han preservado nuestro patrimonio nacional, paleontológico, arqueológico, artístico e histórico, pues abrogaría la ley federal de 1972 sobre monumentos, zonas arqueológicas, edificios e instituciones históricas, descentralizaría erráticamente el patrimonio y lo dejaría al arbitrio de los estados y sus gobernantes. Es más, desde hace cuatro años se ha ido gestando de la misma manera sigilosa y traidora esa nueva ley de cultura, impulsada por los grupos en el poder y que intenta explotar con fines de lucro, con el título pomposo de industria cultural, nuestro patrimonio.

4. Creo que el nuevo gobierno debería impulsar todas las manifestaciones culturales en su más amplio espectro, sin privilegiar ninguna, porque tan importantes son las tradiciones orales o populares, generalmente indígenas -textiles, cerámica, estatuaria, música- como el mariachi, el bolero, el danzón o las grandes producciones de los muralistas, de María Izquierdo, Frida Kahlo, la épica, la poesía lírica y el teatro prehispánicos, las diferentes lenguas vernáculas, las crónicas de Bernal Díaz, o el Primero Sueño de Sor Juana, los proyectos revolucionarios de José Vasconcelos, los relatos de Nellie Campobello, las novelas de Guzmán o Azuela, los poemas de los Contemporáneos -¿cómo prescindir de Muerte sin fin?- los de Paz, Sabines, Lizalde, Pacheco, etcétera, las obras de Rulfo, Garro, Castellanos, Elizondo, Pitol o las crónicas y narraciones de Poniatowska o Monsiváis.

5. Se debería promover la abolición de la reciente ley Televisa, que lesiona gravemente la libertad de expresión y favorece un concepto de cultura chabacano, desnacionalizador, sólo interesado en el lucro y en apoyar a las elites en el poder.

6. Podría hacerse una lista infinita, concluyo sin embargo, pero antes quiero mencionar otro aspecto de la cultura imposible de soslayar: fomentar una conciencia de respeto a la mujer, que no deje impunes los feminicidios ni apruebe de manera directa o indirecta las violaciones a uno de los más importantes derechos humanos, el que garantiza la integridad e inviolabilidad del cuerpo y muy especialmente el del cuerpo femenino que, desde época inmemorial y hoy mismo -recuérdense los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez y los recientes acontecimientos de Atenco-, ha sido visto con desprecio como un objeto prescindible y desechable.

Texto leído por la autora durante la reunión, ayer, en el Centro Libanés, entre el candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador e integrantes de la comunidad científica e intelectual

 
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