Usted está aquí: viernes 5 de mayo de 2006 Espectáculos Debemos recuperar nuestros clásicos, afirma Luis de Tavira

No tenemos derecho a montar Shakespeare hasta la náusea, opina el director

Debemos recuperar nuestros clásicos, afirma Luis de Tavira

En México se apuesta por el consumidor del mercado y no se forjan espectadores, señala

ARTURO CRUZ BARCENAS ENVIADO

Ampliar la imagen Escena de la obra La dama boba Foto: Eduardo Camacho Coronado

San Luis Potosí, SLP, 4 de mayo. "Para entendernos en nuestra identidad, los mexicanos necesitamos recuperar nuestros clásicos. Yo veo mucho afán por Shakespeare, que sin duda es importante, pero ya no tenemos derecho a seguir aumentando hasta la náusea los montajes shakesperianos que ya los ingleses y estadunidenses se han dedicado a hacer con frenesí", expresó el director de teatro Luis de Tavira, quien presentó el pasado miércoles en el bello e imponente teatro De la Paz de esta ciudad la obra La dama boba, de Lope de Vega.

Entrevistado horas antes de la función, en el marco del Sexto Festival San Luis Potosí, añadió que esto último "se une al desconocimiento del patrimonio de nuestra tradición fundadora. El teatro en México empieza con el modelo de Lope; en su comedia de enredos se funda nuestra tradición dramática. Eso ahí está y las obras de Lope son ampliamente desconocidas, y no se diga las de Calderón o las del poeta Juan Ruiz de Alarcón, o de Tirso de Molina.

"Estas son cimas de la teatralidad mundial, que son nuestras y no nos las apropiamos", agregó.

-Es Shakespeare, pero también es Broadway, en los musicales, por ejemplo.

-Claro, hay niveles. No es lo mismo el vodevil que la tragedia. Hay una tremenda asignatura pendiente: descubrir la riqueza prodigiosa de nuestra tradición y hacerla nuestra. A veces me parece que este legado es como quien ha recibido una herencia maravillosa, pero no quiere entrar en posesión de ella.

La vanguardia regresa a los clásicos

"La gran vanguardia que detona la modernidad teatral mexicana comenzó con la vuelta a nuestros clásicos". Citó a Poesía en voz alta, el montaje "paradigmático que fue Don Gil de las calzas verdes, de Tirso, montado por Héctor Mendoza. Se abrieron los caminos al ejercicio de la puesta en escena en México.

"Los mexicanos hemos sabido leer a nuestros clásicos como nadie, en particular, y en el mundo de habla española, en general. No los mira con el respeto al clásico, como a la momia, como a la mercancía del pasado, sino como el detonante de la vitalidad entusiasmante. Esto pega en el inconsciente colectivo. Esto va en el torrente sanguíneo de la mexicanidad y la reacción es inmediata.

"Esto lo hemos experimentado al llevar La dama boba a los caminos en nuestro teatro portátil -el Centro Dramático de Michoacán-, vamos por los caminos de Michoacán, a donde nunca ha habido teatro. La gente reconoce algo que ya existía, porque está en la fundación de nuestra cultura".

Para De Tavira, en México se hacen muchas obras, "pero en definitiva no hacemos teatro. Hacer teatro es articular un discurso, que entiendo como una palabra moderna para referirme a lo que los antiguos llamaban tradición. El espectador del teatro no puede ser confundido con el consumidor del mercado, con el consumidor de eventos.

"El espectador del teatro tiene que ser formado. No cualquiera puede ser espectador del teatro y esto es así desde el origen. La condición esencial que potencia a alguien como espectador del teatro es su condición de persona, y lo que no hay es eso, personas.

"La comunicación ya no se dirige a personas, sino a cifras. Desde el punto de vista de la democracia esto es gravísimo. Es decir, la gran aspiración social es la democracia, que es un ejercicio de la libertad, y ésta lo es de la conciencia. Se ha reducido a un fenómeno de mercado.

"Los candidatos a la Presidencia, y los políticos en general, se ofrecen como se hace con las mercancías, y la gente va a las urnas a elegir de la misma manera como se elige entre un detergente y otro. No va por conciencia, sino dirigido por las tácticas subliminales del mercado, a la conducción de las masas".

El mejor y el peor teatro del mundo

Para el director, en México se hace el mejor teatro del mundo, "y el peor, también sin duda. Uno encuentra estos contrastes abismales entre lo más deleznable de la basura, del desecho, y, al mismo tiempo, las aventuras más rigurosas y exigentes del espíritu, pero prevalece la cantidad sobre la calidad.

"Este es momento de recuperar la condición artística del teatro, que es un arte y, como tal, un camino de superación y exigencia".

-¿Quién debe hacerse cargo de esta recuperación?

-¡Todos! La sociedad, para empezar. Tenemos que cambiar la mentalidad. La cultura debe ser y es la prioridad nacional. No es la economía. Tenemos que hablar de la Nación que fundamos. La catástrofe nacional es que ya no se cree en México, y este es un problema cultural. La gente no se está yendo de este país tanto por razones económicas. Verlo así es superficial. En el fondo se ha perdido la fe en la Nación, en la sociedad, en el proyecto nacional.

"Desgraciadamente esto no lo entienden los políticos, para quienes la cultura es un lujo burgués, prescindible en tiempos de crisis, o bien es una manifestación folclórica fácilmente convertible en mercancía turística.

"Quien ve así la cultura no ha entendido el problema nacional. Ibsen decía que un pueblo sin teatro es un pueblo sin verdad", concluyó De Tavira.

 
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