La Jornada Semanal,   domingo 30 de abril  de 2006        núm. 582

LA JORNADA VIRTUAL
Naief Yehya
[email protected]
 LOS ORÍGENES MUY OCCIDENTALES DEL FUNDAMENTALISMO ISLÁMICO (III)
LA LEY DE DIOS

Desde la década de los veinte los movimientos nacionalistas en Oriente Cercano fueron objeto de ataques por parte de los grupos fundamentalistas que se extendían desde la península arábiga hasta Turquía. Estos grupos, a través de organismos como la Sociedad para la propaganda y la orientación, creada en el Cairo, lograron exacerbar pasiones religiosas, obtener dinero de árabes e indios ricos y explotar la ambición de los ingleses que deseaban controlar la región sin ensuciarse las manos. Estos grupos pregonaban un retorno a la simplicidad de la vida que reinaba en los tiempos del profeta Mahoma. El Corán sería la única constitución y su aplicación sería la ley sharia, la cual debía sustituir a las legislaciones existentes. Este anacronismo en realidad era una expresión de rechazo por las interpretaciones académicas de la religión, las cuales estos fanáticos denunciaban como perversiones occidentales del islam. Pero a la vez atacaban con ferocidad a los nacionalistas que buscaban la expulsión de los ingleses del Medio Oriente. Robert Dreyfuss señala que en 1936, tras la primera conferencia nacional de la Hermandad Musulmana en Egipto, los fanáticos comenzaron a formar grupos paramilitares moldeados en los movimientos fascistas europeos, algunos de los cuales, como el Aparato Secreto, se dedicaban a aterrorizar y asesinar a sus rivales, ya fueran políticos, policías, jueces, comunistas, sindicalistas y comerciantes judíos. Más tarde se formaron pequeñas células que eran entrenadas en lo religioso y lo militar, las cuales pasaron a darse a conocer como Hermanos Activos. Paradójicamente muchos de los fundamentalistas que organizaron estos grupos pronazi, terminaron exiliándose en Inglaterra al término de la segunda guerra mundial. Estos grupos eran fieles al fundador de la Hermandad, Hassan al-Banna, quien los ofreció como tropas de choque para cuidar el orden durante la coronación de Farouq, el corrupto e incompetente rey egipcio al servicio de los británicos (varios recuentos señalan el pasmoso desprecio con que era tratado en su cara por el embajador inglés en Egipto). Al-Banna prácticamente se integró a la corte real al tiempo en que coqueteaba con los panislamistas y el ejército. Pero cuando el poder del rey comenzó a desmoronarse se distanció del monarca, aunque la Hermandad siguió espiando y asesinando enemigos mientras los ingleses miraban hacia otro lado. Dreyfuss señala que más que un movimiento la Hermandad, "era un culto, una operación de espionaje, una unidad paramilitar y una organización internacional…"

EL FACTOR ISRAEL

Pocas cosas dieron mayor impulso a los fundamentalistas que la creación del Estado de Israel y la derrota de los ejércitos árabes. La Hermandad aprovechó la pérdida de Jerusalén para incendiar la imaginación de las masas y apropiarse de un lugar prominente en la política árabe de la postguerra. Pero este acontecimiento también fortaleció a los nacionalistas árabes. Ambos creían que era indispensable confrontar al Estado judío pero no podían ponerse de acuerdo en nada más. Mientras Nasser veía ahí una oportunidad para barrer con los emires, reyes y noblezas decadentes de la región. La Hermandad encontró apoyo en los regímenes más reaccionarios y en la burguesía más decadente, mojigata y rancia para crear brigadas de combatientes para pelear contra los judíos. Estos recibieron armas de diversos orígenes pero gran parte fue proporcionada por el Aparato Secreto. Los fanáticos preparaban una guerra y diseminaban propaganda antijudía, como los muy famosos (y ampliamente revelados como un fraude) Protocolos de los sabios de Sión. Este tema está muy bien explorado en el libro de reciente aparición Conspiraciones, de Julio Patán (Paidós, 2006).

SADAT Y EL OPORTUNISMO

Uno de los miembros más famosos de la Hermandad Musulmana fue el ex presidente egipcio Anwar el-Sadat, quien en la década de los cuarenta, era parte del grupo de los Oficiales Egipcios Libres, una organización que fue determinante para que Nasser llegara al poder. Sadat se volvió el enlace entre Al-Banna y Nasser y eventualmente los usó a todos en beneficio propio. Nasser lo nombró para dirigir Congreso Islámico Pero a su vez la cia comenzó a usar a Sadat para infiltrar el gobierno egipcio con la idea de darle un golpe de Estado, como señaló el ex agente de la cia, Ed Kane, o bien de asesinar a Nasser, como quería el entonces primer ministro británico Anthony Eden.