Usted está aquí: lunes 24 de abril de 2006 Política Granjas Carroll, sin control ambiental

Iván Restrepo

Granjas Carroll, sin control ambiental

Recientemente un alto funcionario del estado de Veracruz declaró a los medios que el gobierno de dicha entidad dará su apoyo a una poderosa empresa dedicada a la cría masiva de porcinos a fin de que no cierre sus instalaciones. El funcionario es Antonio Ferrari, quien cobra como subsecretario de Promoción y Desarrollo Empresarial. La negociación es Granjas Carroll, que desde hace 12 años tiene sus instalaciones en el municipio de Perote y ahora busca ampliarlas en otras localidades cercanas. Nada de particular tendría que el gobierno apoyara a una empresa para que realice sus labores dentro de la ley, genere empleo y obtenga utilidades. Sin embargo, las citadas granjas se distinguen por los daños que están causando al ambiente, los recursos naturales y la salud de quienes habitan una importante región de Veracruz.

Granjas Carroll de México es una de las tres más poderosas empresas porcícolas de nuestro país. Obtiene cada año 800 mil unidades con base en un pie de cría de 40 mil vientres. Su producción se destina preferentemente al mercado del área metropolitana de la ciudad de México. El negocio es tan bueno que esperan llegar al millón de cabezas una vez que concluya la construcción de las nuevas instalaciones en la región de Perote, mismas que están a cargo de un consorcio estadunidense. También es del vecino país el principal accionista de Carroll, la compañía Smithfield, número uno en la producción de cerdo de todo el continente americano.

Si Carroll decidió asentarse en la región de Perote es porque cuenta con un clima favorable para la porcicultura, está cerca de los principales mercados del país, dispone de mano de obra barata, existe muy poca competencia en dicha actividad y hay cercanía con el puerto de Veracruz, lo cual facilita traer del exterior ciertos insumos utilizados en los procesos de cría y alimentación de los cerdos.

La empresa cuenta con su propia planta de alimentos, capaz de producir 26 mil toneladas al año. Lo que paga a la mano de obra como parte del costo de producción es muy bajo comparado con la media nacional. Esto es así por el alto grado de automatización del proceso de alimentación y cuidado de los miles de cerdos que hoy producen.

Pero las instalaciones donde crían estos animales originan un grave problema ambiental y de salud, además de consumir enormes cantidades de agua y de compuestos para "animar" el crecimiento rápido de los cerdos. A ello se agrega el uso extensivo de antibióticos para evitarles enfermedades y mantenerlos en buen estado. Como resultado, los desechos producidos en los criaderos, el agua negra resultante del aseo de las zahúrdas y la mezcla de excrementos, orina, residuos químicos y biológicos forman una mezcla de gran peligrosidad que deteriora la tierra y las corrientes de agua. De que esto es así en distintas partes del mundo ofrece pruebas el gobierno de Estados Unidos, que ha sancionado a la poderosa Smithfield, principal accionista de Carroll, por contaminar con desechos. Una de estas multas fue multimillonaria en dólares y uno de sus directivos fue condenado a prisión.

Pero en México Granjas Carroll lleva más de 10 años deteriorando el medio y la salud sin que las autoridades hagan algo. Bueno, sí: le ofrecen ayuda para que resuelva sus problemas de contaminación a través de un consorcio español especializado en el tratamiento de desechos. Y es que Carroll amenazó con irse de Veracruz si la obligan a cumplir la ley. Esto, porque la ciudadanía, en especial la de Perote y Jalacingo, cada vez en mayor número, exige que realice sus tareas dentro de estrictas normas de control y seguridad para evitar el deterioro y mal uso de los recursos naturales, en especial el agua, y males a la salud de las poblaciones cercanas a las unidades porcícolas. Tampoco quieren que siga la impunidad y la prepotencia de algunos empleados de las granjas porcícolas en su intento por privatizar lo que son espacios de la nación, como los caminos regionales.

Kafka jarocho: en vez de obligar a la poderosa empresa a cumplir la ley, ¡se le apapacha con dinero público!

 
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