La Jornada Semanal,   domingo 23 de abril  de 2006        núm. 581

Tres poemas

Marina Tsvetáieva

Magdalena

1

Entre nosotros, los diez mandamientos,
el calor de las diez hogueras.
La sangre hermana causa rechazo,
pero eres de sangre ajena.

En los tiempos evangélicos
yo sería una de aquéllas...
(¡La sangre ajena es la más deseada,
y entre todas, la más ajena!)

Con todas mis desazones, preclaro,
arrastrándome, te seguiría.
Oculta la mirada demoníaca,
Perfumes en ti vertería:

sobre tus pies, bajo tus pies,
o derramándolos a tu paso...
¡Fluye, pasión envilecida,
empeñada a los parroquianos!

Fluye con la espuma de la boca,
con el fervor de la mirada.
Fluye en el sudor del lecho. Tus pies
en mi cabellera calzo
como en una piel.

A tus pies, como seda, me extiendo.
¡No serás aquél (¡soy aquélla!)
que dijo a la bestia de la melena
ígnea: "¡Levántate, hermana!"

2

Por tus derroteros no pregunto,
porque, amada, todo se cumplió.
Tú me has calzado a mí, descalzo,
en el torrente
de tu cabello
y de tu dolor.

No pregunto cuánto han costado
estos perfumes. Al desnudo,
a mí,
con la ola de tu cuerpo
me has vestido,
como con un muro
o una vid.

Dócil y dulce, como nunca antes,
manso tocaré tu desnudez.
A mí, tan recto, me has enseñado
el declive de la ternura
al caer a mis pies.

Me harás una fosa entre tu pelo,
y sin lienzos me envolverás.
¿Para qué me has de traer la mirra?
Como ola,
tú me lavarás.

El poeta

El poeta traba su palabra desde lejos.
El poeta lleva su palabra lejos.

Entre planetas, señales, zanjas
de parábolas oblicuas... Entre sí y no,
cobrando impulso desde un campanario,
el poeta logra dar un rodeo... Y es que la vía
de los poetas

es la de los cometas. Eslabones sueltos
de la casualidad: ¡éste es su nexo! Alzad la frente,
buscad su ruta, pero ¡quedaréis frustrados!
Los eclipses de un poeta
no se predicen
por el calendario.

Es quien revuelve la baraja,
quien engaña en el peso y en las cuentas.
Es quien hace preguntas en clase
y derrota a Kant por completo.

Es aquel que aun en el pétreo cofre
de las Bastillas sigue como árbol en flor.
Su huella todo el tiempo se pierde,
es tren que parte antes de la estación,
porque la ruta del cometa
es la del poeta: al pasar
sólo quema, nunca calienta.
Es quien, sin sembrar, cosecha.

Tentativa de celos

¿Qué tal le va con otra?
¿Es más sencillo, acaso?
Un solo golpe de remos,
y se alejó.
Qué rápido se le agota
el recuerdo
de la flotante isla,
¡de la navegante
celeste!
¡Oh, almas, almas!
Os toca ser hermanas
y no amantes.
¡Qué tal se vive
con una simple mujer?
¿Sin divinidades?
Habiendo destronado
a la soberana
(con ella degradándose usted),
¿cómo le va
en el ajetreo cotidiano?
¿Rinde dividendos
la devoción
a la soberana banalidad?
"¡Basta de contorsiones,
basta de suspensos!
Una casa
Me voy a alquilar."
¿Y qué tal vive en ella
con la primera que cayó
—contésteme usted,
el que fue
elegido por mí—?
¿Será un alimento más sustancioso
más digerible?
Pero se harta,
no se vaya a arrepentir...
¡Qué tal le va
con su simulacro,
oh apóstata del Sinaí?
¿Qué tal le va con la extraña,
con la del más acá?
¿Por ser su costilla, la alma?
La vergüenza, castigo de Zeus,
¿aún la frente
no le ha azotado?
¿Cómo le va? De salud, ¿cómo anda?
¿Qué tal se canta
y se respira?
¿Y cómo se defiende usted
de la llaga
de la inmortal conciencia,
pobrecito?
¿Qué tal le va con la mercancía
corriente? ¿No será
muy alto el impuesto?
¿Después del mármol de Carrara,
qué tal
el polvo de yeso?
(De una mole primero esculpieron
a un dios, pero luego
lo derrumbaron, y ¡lo destrozan!)
¿Qué tal le va
con una del montón,
con una de la broza,
a usted, que mereció
conocer a Lilit?
¿La novedad de mercado
aún no le aburre?
Habiendo descartado
los hechizos,
¿qué tal le va
con una mujer normal,
sin sextos sentidos?
A ver, sin rodeos:
¿es usted feliz?
¿No? En un foso sin
profundidad, ¿cómo se vive,
querido? ¿Más difícil,
o igual,
que a mí
con otro?

Versiones de Tatiana Bubnova