La Jornada Semanal,   domingo 16 de abril  de 2006        núm. 580

Los duraznos apenados de Medea

Leticia Martínez Gallegos

Dos caminos recorre gustoso
el vino tinto sobre sus labios:
primero el interior.
Paso a paso la digestión se realiza.
El segundo es mejor:
Se percibe, se observa.
Medea, conciente, lo permite.
Son gotas que no entran a su boca,
Se niegan al pasillo oscuro de la garganta,
a la sangre intensa de la traquea hambrienta.
Esas gotas, apenas si tocan sus carnosos labios,
luego, ambiciosas bajan, y ahí,
el vino vive:
¡duraznos pequeños, de puntas erectas!
Medea los muestra, los toca,
me pide que coma de ellos.
El vino los impregna hasta dejarlos
realmente embriagadores.
Acerco mi boca y juego con uno y otro.
Mi lengua recorre su redondez
y no puedo evitarlo:
Los muerdo muchas veces, mas noto
que esas frutas no desaparecen,
tan solo se han sonrojado un poco.