Usted está aquí: jueves 23 de marzo de 2006 Ciencias Acuerdan en Brasil 132 países medida de seguridad sobre productos transgénicos

Los alimentos portarán la etiqueta "contiene organismos vivos modificados"

Acuerdan en Brasil 132 países medida de seguridad sobre productos transgénicos

IPS

Curitiba, Brasil, 22 de marzo. El Protocolo de Cartagena sobre Seguridad de la Biotecnología "está vivo", celebraron los delegados que asistieron a la tercera reunión de los integrantes (MOP-3), pese algunas críticas por cambios en el acuerdo final, alcanzado el fin de semana pasado.

"Hicimos concesiones importantes para considerar preocupaciones legítimas", dijo en la clausura la ministra de ambiente de Brasil, Marina Silva, lamentando que la propuesta brasileña, que sirvió de base a las negociaciones y que tuvo "amplia aceptación", no hubiera logrado, sin embargo, el consenso necesario y sufriera algunas alteraciones.

La propuesta se refería al principal punto de la negociación: la regulación del artículo 18 del Protocolo de Cartagena, del cual forman parte 132 países.

Los delegados, reunidos desde el lunes en la sureña ciudad brasileña de Curitiba, aprobaron que el etiquetado "contiene OVM" (organismos vivos modificados) acompañe los cargamentos trasnacionales destinados a la alimentación humana o animal y a procesamiento, cuando haya identificación y separación de productos transgénicos. Admitieron además la expresión "puede contener" para los casos en que no se identifiquen los transgénicos desde el origen.

La propuesta brasileña admitía un periodo de transición de cuatro años para hacer obligatorio este régimen. Pero los negociadores ampliaron el plazo a seis años y añadieron una incertidumbre.

Dentro de cuatro años, en la quinta reunión bienal de los integrantes (MOP-5), se evaluará cómo se aplicó el etiquetado, para orientar una decisión definitiva en el encuentro siguiente, en 2012.

Además, por insistencia de México, cuyas discrepancias retrasaron el final de esta MOP-3, se hizo constar en la resolución que las reglas aprobadas no se aplicarían al transporte transfronterizo entre países integrantes, aquellos que adoptaron el Protocolo, y los "no partes".

Esa excepción, que parece obvia, ya que ningún país puede imponer reglas de una convención a otro que no se adhirió a la misma, permitió el consenso, pero obligó a prolongar la reunión por cuatro horas más de lo fijado.

Posibilidad de mantener acuerdos comerciales

Para México representa "la posibilidad de mantener una serie de acuerdos comerciales con otros países, los compromisos con Estados Unidos y Canadá", explicó Marco Antonio Meraz, jefe de la delegación mexicana. "No entorpecer" esos acuerdos es el objetivo de la reserva reclamada, acotó.

El Tratado de Libre Comercio firmado por México con Estados Unidos y Canadá en octubre de 2004 determinó que se considerara "no transgénica" una importación con hasta 5 por ciento de OVM, y que una presencia "no intencional" en un cargamento no obligara a colocar etiquetado. Estados Unidos, el mayor productor de transgénicos del mundo, no forma parte del Protocolo de Cartagena.

Como país de gran diversidad biológica, México siempre apoyó el Protocolo de Cartagena, y no se opone a la expresión "contiene OVM", como fue acusado, sino que aboga por una información más detallada sobre los transgénicos, se defendió Meraz.

"Hay dentro del Protocolo otros instrumentos que pueden ayudarnos a construir una historia sobre qué es sembrado, dónde y en qué ciclo", como el Centro de Intercambio de Informaciones sobre Seguridad de la Biotecnología (BCH, por sus siglas en inglés), que puede reunir tantos datos calificados que volverían "irrelevante" la discusión sobre "contiene" o "puede contener", argumentó Meraz.

La exigencia mexicana contribuyó al resultado "muy tímido" de la MOP-3, que no apunta a un "sistema seguro de identificación para el comercio global de transgénicos", ignorando los riesgos, evaluó la organización internacional Greenpeace.

No hay estudios concluyentes sobre la inocuidad de los transgénicos para el ambiente y la salud humana. El Protocolo, en vigor desde septiembre de 2003, está destinado a proteger la diversidad biológica de los riesgos potenciales de los organismos vivos modificados por la moderna biotecnología.

 
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