Usted está aquí: miércoles 22 de marzo de 2006 Opinión ¿Es irreversible la revolución cubana?

José Steinsleger/ III y último

¿Es irreversible la revolución cubana?

En el Departamento América del Comité Central, Manuel Piñeiro Losada (1934-98) suspende la lectura de un manojo de cables y saluda con calidez: "¡Bienvenido a la familia revolucionaria!" En la blanca barba de Barbarroja, el ocre nicótico revela al fumador militante. Buen indicio.

El saludo del comandante me deja perplejo. Luego supe que en Cuba la idea de "familia" es muy amplia. Puedes andar ya por la cuarta familia y la contraseña afectiva no cambiará: "¿cómo está la familia?" Y si el cubano te dice: "no hay problema", prepárate: oirás de problemas en la familia revolucionaria, en la familia contrarrevolucionaria y en la familia indiferente a los problemas del bloqueo y la revolución.

¿Es un mito el bloqueo? Sin cash, en vísperas de la partida, agasajé a queridos amigos en uno de los mejores restaurantes de La Habana. A la hora de pagar, la tarjeta de crédito rebotó. El día anterior, Citibank se había tragado a Banamex. El gerente me dijo: "confío en usted. Puede irse". Ahora bien: sumemos este clavo al clavo de 80 mil millones de dólares que el bloqueo yanqui le ha representado a Cuba desde octubre de 1962.

La revolución cubana ha educado y formado el criterio de millones de personas que confían en sus semejantes. También hay de las que igual les da lo uno y lo otro. Pero si un orden social deja de velar por el ser humano y relega todo al dictamen del "mercado", ¿qué forma? ¿Una sociedad individualista o de individuos?, ¿una sociedad consumista o de consumo?

Nadie puede prever cuál es la vía idónea para mejorar y reforzar el socialismo. En todo caso, si el aumento del consumo es igual a "aburguesamiento", se escoge un concepto de clase distributivo (de mercado) en lugar de definir la clase según las relaciones de producción.

En la historia de la humanidad, la gente ha trabajado para mejorar su nivel de vida. En este sentido, el socialismo dista de ser una parusia. Es una propuesta concreta para combatir el capitalismo y en esta lucha Cuba ha dado pasos de siete leguas.

En la Universidad de La Habana, Fidel Castro dijo: "No importa cómo seamos cada uno de nosotros, cuán diferentes seamos cada uno de nosotros, pero entre todos nos hacemos uno".

El problema es que la familia revolucionaria cubana (como toda familia) no es una. Ha tenido hijos leales y traidores, héroes y bobos, abeles y caínes, habiendo padecido, en más de una ocasión, el desatino voluntarista y elitista divorciado de los intereses cotidianos de las masas.

Mínima historia del hijo bobo. Siendo la más compleja, me remito al ensayo Los contraguerrilleros culturales, de Eliades Acosta Matos, publicado en la compilación Vivir y pensar en Cuba (Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2002).

Acosta desmenuza el libro José Martí: la invención de Cuba (sic), de Rafael Rojas (Ed. Colibrí, Madrid, 2000). El director de Encuentro, revista subvencionada por la CIA, propone olvidar a Martí "como vía de liberación y aligeramiento" (sic), calificándolo de "mesiánico". Y persuadido de que "la cosa se viene", Rojas sueña con lucir colmillo de oro tlaxcalteca en el Paseo del Prado y el Malecón.

Mínima historia del hijo traidor. Funcionario menor de la embajada de Cuba en una capital latinoamericana, Periquito desaparece. Desconcertado, el embajador conjetura:

-La policía encontró su coche cerca de la embajada americana. ¿Qué tú crees?

-Quizá arrojó la toalla.

-¡Pero qué coño dices, chico! Periquito cumplía su primera misión diplomática. Su expediente está limpio. ¡El enemigo acecha!

-Y los cantos de sirena también.

-Ven acá... ¿tú conocías bien a Periquito?

-Parecía loco. Sólo hablaba de la revolución.

Al día siguiente, un dizque "ex capitán de inteligencia" cubano daba declaraciones a los medios de Miami: Periquito.

Mínima historia del hijo fiel. Moisés Hassán Pérez, segundo secretario de la Unión de Jóvenes Comunistas, responde a Blanche Petrich: "... a partir de las palabras de nuestro comandante en jefe hay una conciencia superior sobre el tema".

Blanche pregunta por qué los universitarios no ofrecieron respuesta cuando el líder les preguntó si conocían las desigualdades sociales.

Exultante Hassán: "No era una pregunta para responder en el escenario. El impacto de esas palabras lo que hizo fue duplicar, ¡multiplicar!, nuestro compromiso..."

Blanche: ¿Admiten la autocrítica?

El dirigente contestó: "La conciencia crítica de nuestra revolución es la de nuestro comandante en jefe (La Jornada, 10/2/06)".

Marx echó un lagrimón. Compañero... ¿a qué rincón relega usted la conciencia crítica de las masas y la enorme vitalidad de la revolución cubana en la lucha por la democracia socialista, ejemplo de los pueblos oprimidos del mundo?

En longitud de onda distinta a la del joven dirigente, Fidel había observado: "Se hace crítica y autocrítica, sí, pero nuestras críticas suelen ser casi de un grupito..." Y añadió algo imposible de ventilar sin conocimiento de causa: "No es lo mismo una mentira que un reflejo condicionado; la mentira afecta el conocimiento; el reflejo condicionado afecta la capacidad de pensar".

 
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