Usted está aquí: miércoles 22 de marzo de 2006 Mundo No hay marcha atrás en el Contrato del Primer Empleo: De Villepin

Decenas de miles se movilizan en Francia; tres policías lesionados y 37 detenidos

No hay marcha atrás en el Contrato del Primer Empleo: De Villepin

El movimiento de protesta universitario se extiende a escuelas de enseñanza secundaria

YURIRIA ITURRIAGA CORRESPONSAL

Ampliar la imagen Protesta estudiantil ayer en París, al continuar las movilizaciones contra el Contrato del Primer Empleo Foto: Ap

París, 21 de marzo. El primer ministro francés Dominique de Villepin se negó este martes a "capitular" sobre el Contrato del Primer Empleo (CPE), mientras decenas de miles de jóvenes se manifestaron en movilizaciones a las que se sumaron estudiantes de enseñanza secundaria.

Una retirada del CPE "significaría que capitulamos ante la lógica de los ultimátums y de las condiciones previas", declaró De Villepin en un discurso pronunciado ante los diputados de la Unión por un Movimiento Popular (UMP, derecha en el poder en Francia).

El primer ministro explicó que el electorado de derecha no aceptaría una marcha atrás gubernamental frente a la oposición de izquierda y a los movimientos estudiantiles, que exigen la retirada total del CPE como condición previa a toda negociación.

De Villepin también rechazó cualquier "desnaturalización" del nuevo contrato, en referencia a la posibilidad de cambiar el plazo de despido libre.

Según cifras de la policía, unos 40 mil jóvenes se manifestaron este martes contra el CPE en París y otras ciudades del país.

Además, el movimiento de protesta universitario, que ya afecta a unas 57 universidades, se extendió masivamente a las escuelas de enseñanza secundaria.

La Federación Independiente y Democrática de Liceos (FIDL) informó que 25 por ciento de los 4 mil 370 liceos franceses realizó huelga, mientras que el ministerio de Educación señaló 800 centros con perturbaciones en el normal desarrollo de su trabajo.

En esta capital, la marcha congregó a unos 5 mil estudiantes, según la policía, y finalizó con enfrentamientos entre varias decenas de agitadores y las fuerzas del orden en los alrededores de la universidad de La Sorbona, cerca del Barrio Latino. Las autoridades reportaron tres policías heridos y 37 detenidos.

Asimismo, en otra manifestación llevada a cabo en el centro de París, un grupo de agitadores armados con bates de beisbol dañaron unos 50 vehículos al margen de la protesta estudiantil.

Sindicatos y estudiantes lanzaron un llamado a una huelga general en todo el país para el 28 de marzo. Asimismo, sindicatos y responsables de la oposición exigieron que se aclare cómo fue herido el sábado por la noche, en París, un sindicalista actualmente en coma.

El llamado CPE fue lanzado por De Villepin junto con el CNE (Contrato de Nuevo Empleo), el primero para las empresas de más de 20 asalariados, y el segundo para las PyME.

Ambos contratos se apegan en todo a la legislación laboral, salvo en el tiempo del periodo "de prueba", que es de una semana a un mes máximo, tanto para el Contrato a Tiempo Determinado como para el de Tiempo Indeterminado.

En todo caso, una vez terminada la "prueba", el despido de un trabajador sólo puede hacerse por una "causa real y seria". Aún así, después de despedido, el trabajador puede apelar a una corte especial e incluso puede obtener su reinstalación o indemnización.

La ampliación a dos años del periodo de "prueba", previsto en el CPE, resulta inaceptable por principio para los sindicatos y fue un regalo de la derecha para el Partido Socialista, que desea recuperar el poder en 2007 movilizando a quienes están más preparados para el mercado de trabajo o que ya están integrados a él.

El contrato además disminuye la edad legal para dejar la escuela y empezar un oficio, de los 16 a los 14 años, y esto permitió a jóvenes de los suburbios integrarse en fábricas y ejerciendo otros oficios.

Si bien el CPE puede funcionar como paliativo, éste amenaza a los que se preparan académica o técnicamente; pues la salida a la precariedad real de los jóvenes cuyos padres llegaron a Francia con la ilusión de una mejor vida, puede convertirse en un callejón que se estrecha para los hijos de los que hoy gozan de una seguridad que el sistema ya no garantiza.

 
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