Cerrar miedos y abrir puertas: de Lagos a Bachelet
Hasta entonces Salvador Allende había sido el último presidente socialista en la historia de Chile. Durante su gobierno, Ricardo Lagos se desempeñó como embajador en Moscú y luego de fracasado el proyecto de izquierda y de haber sido remplazado por 17 años de dictadura, era Lagos quien asumía la responsabilidad de demostrar que existe una nueva izquierda que sí puede gobernar en Chile. Como lo confiesa Lagos en su última entrevista como presidente de Chile: "Para llegar a una cierta meta, a veces en la política tienes que ser más dúctil, ¿pero puedes decir cómo va a juzgar la historia este acto?
"Puede que la historia lo juzgue mal, pero el propósito final era llegar allá... Entonces, a ratos cierta rigidez te impide gobernar. Mi reflexión tenía que ver con que el presidente Allende tuvo en un momento la sensación de que si era más dúctil, podía ser percibido por la historia como un acto de poca lealtad con la gente que lo eligió. Ahora, ¿cómo la historia te va a juzgar? Es imposible definirlo.Es verdad que como resultado del golpe de 1973 había una percepción de que la izquierda no tenía capacidad de gobernar. Eso a mí me daba menos libertad para gobernar que otros. Pero esa percepción de que la izquierda no era capaz de gobernar concluyó, y en ese sentido creo que la presidenta Bachelet iniciará su gobierno con más libertad de la que yo tuve hace seis años."
El gran escepticismo de la población se demostró en las urnas. A diferencia de los dos presidentes anteriores de la Concertación, quienes ganaron cómodamente, Lagos obtuvo solamente 30 mil votos más que su contrincante de la derecha, Joaquín Lavín. Es decir, aproximadamente un voto más por cada mesa electoral, lo cual obligó a una segunda vuelta.
Una vez más, esa gran responsabilidad fue cumplida con éxito. Los chilenos volvieron a confiar en un proyecto de izquierda para su país, llevado a cabo por esta alianza llamada Concertación y liderado por el socialismo. De esta forma Ricardo Lagos marca una identidad y la población así lo reconoce, demostrándolo con el 70 por ciento de apoyo que tuvo al final de su mandato y apostando por una mujer, socialista también, para el próximo gobierno. Cuando en su última entrevista le preguntan si, más allá del buen desempeño, el factor suerte jugó un rol, una buena suerte que su antecesor, el ex presidente Frei, no tuvo, afirma, haciendo paráfrasis de Maquiavelo: "Sí, en cuanto a ir de menos a más. Lo cual nos debe llevar a ser cuidadosos con la economía y saber que hay periodos de vacas gordas y vacas flacas. En ese sentido, quisiera reivindicar la tesis del superávit estructural, que en los primeros tiempos fue una palanca clave, porque Chile fue uno de los pocos países que mantuvieron un crecimiento magro, de 2 por ciento, 2.8 por ciento, pero por medio del superávit estructural tuvimos déficit contables, el mundo financiero nos creyó, y porcentualmente la inversión pública fue muy superior a la inversión privada. Entonces cuando ahora me dicen: 'mire, qué suerte tiene usted, con el precio del cobre como está', digo sí, efectivamente, pero para ser creíbles no podemos gastar todo lo que nos entra por el cobre, porque de acuerdo con el superávit estructural tenemos que gastar como si el precio del cobre fuera de 1.10 o 1.20 dólares. Creo que el empresariado cambió desde el 'déjenos trabajar tranquilos, señor presidente', otra frase de Enade -la conferencia anual de los grandes empresarios- muy aplaudida en su momento. Para mí era claro: primero, vamos a hacer acuerdos de libre comercio, aplaudidos por todos. Pero una economía de excelencia también implica respetar normas laborales, el medio ambiente, el ISO 9000, y conlleva una mayor cohesión social en el país. Creo que hubo un tiempo en que ellos pensaban: 'este señor me está contando estos cuentos' cuando yo hablaba de cohesión social en la época de la discusión del seguro de desempleo, la elusión y la evasión tributaria. Se tomaron esas decisiones y la clave estuvo en las relaciones con los empresarios, que se fueron convenciendo. Juan Claro -el empresario líder de la Sociedad de Fomento Fabril- jugó un papel muy importante en ese proceso."
Llegó el día en que por primera vez en su historia, los chilenos pudieron ver a una mujer con aquella respetada banda presidencial. Mas todavía en estos días una de las ventas callejeras más socorridas que compran masivamente la mujeres chilenas son copias de bandas presidenciales -listones con los colores de la bandera chilena-, que se ponen orgullosas para marcar una diferencia de momento cultural. Pero el camino que condujo a este momento no fue una seguidilla de coincidencias, sino un esfuerzo por generar, hasta ahora, el verdadero cambio en la política de Chile.
Si bien durante este cambio de mando se oficializaron una serie de caras nuevas en el gobierno, los próximos cuatro años estarán marcados por una continuidad del proyecto país que la alianza de centro-izquierda, Concertación, ha llevado a cabo desde principios de los años 90.
Son los conceptos de continuidad y cambio los que se pueden apreciar en este nuevo periodo que comienza. La identidad de una presidenta que fue forjada gracias a experiencias de vida, hecho que la lleva a lograr una mayor cercanía con la ciudadanía, pero que a la vez tiene por delante el gran desafío de seguir garantizándole una adecuada eficiencia y gobernabilidad a los chilenos.