Usted está aquí: jueves 16 de marzo de 2006 Opinión MEXICO SA

MEXICO SA

Carlos Fernández-Vega

Trasnacionales lucran con el agua que le falta a millones

Sólo Coca-Cola gasta a diario lo que consumirían 14 millones 500 mil mexicanos

Ampliar la imagen Tanques para la reproducción de truchas en la delegación Cuajimalpa. La CNA ha impuesto un régimen de veda a la explotación de acuíferos en la mayor parte del país Foto: María Luisa Severiano

HOY ARRANCA EL Cuarto Foro Mundial del Agua, en medio de la preocupación por la disponibilidad y abasto de ese líquido vital.

SEDE DE ESTE encuentro internacional, México es un país con enormes recursos hídricos, cuya "administración" tiende a quedarse en unas cuantas manos, bajo la premisa de que el agua es para quien tenga con qué pagarla; el que no, pues que muera de sed.

DIAS ATRAS EN ESTE espacio comentábamos que la de José Angel Gurría, secretario general electo de la OCDE, es una "conclusión" extemporánea, porque asegura que "el agua ya no puede ser un bien gratuito", y no puede serlo porque la "iniciativa" del Banco Mundial para privatizar el uso y manejo de los recursos hídricos (para consumo humano, agrícola, sanitario, etcétera) va viento en popa, con el incondicional apoyo de las gerencias locales (léase los gobiernos supuestamente nacionales).

EN EL CASO mexicano, entre los logros de la privatización del agua recordábamos el siguiente: cuatro trasnacionales controlan gran parte del exitoso negocio del agua embotellada en el país (Coca-Cola, Pepsico, Nestlé y Danone), que obtienen el líquido con subsidios estatales asombrosamente generosos y favorables, y la venden en botellas de plástico a mil o 10 mil veces lo que les costó conseguirla. Sólo Coca-Cola Femsa vende un volumen tal de refrescos que el agua para producirlos equivale al consumo normal diario de 14 millones 500 mil personas (dos litros por persona).

EL GOBIERNO FOXISTA se ha soltado el pelo en eso de concesionar el uso y comercialización del agua potable a las embotelladoras consentidas, limitando el libre acceso a los ciudadanos de recursos que son de la nación.

DE LO ANTERIOR da cuenta un detallado informe que sobre el particular elaboró tres años atrás la senadora Leticia Burgos Ochoa, en el que subraya que México debe ubicarse como un país con escasa disponibilidad de agua por habitante, a tal grado que la propia Comisión Nacional del Agua ha establecido un régimen de veda o provisión a la extracción y aprovechamientos de acuíferos en la mayor parte del territorio nacional. La estadística oficial revela que en el país los usos del agua se concentran hasta en 78 por ciento en la agricultura y sólo 13 por ciento se destina al consumo humano. El 9 por ciento restante corresponde a la industria autoabastecida.

EN MÉXICO, 13 millones de personas carecen de suministro de agua potable, una circunstancia verdaderamente preocupante. Sin embargo, junto a esta situación de contraste se ha desarrollado una dinámica de la industria embotelladora, derivada de los altos precios que el producto alcanza en el mercado, muy superiores a los que obtienen las aguas gaseosas y por supuesto también, los lácteos u otros productos alimenticios de primera necesidad.

CIFRAS DE LA INDUSTRIA, utilizadas por Burgos Ochoa, revelan que en México existen más de 3 mil marcas comerciales de agua envasada; pero sólo cuatro (alrededor de 0.13 por ciento) absorben 34 por ciento del mercado nacional. Anualmente se consumen alrededor de 20 millones de litros de agua embotellada, 600 por ciento más que en cualquiera otra nación latinoamericana.

TAL HA SIDO EL éxito comercial de las embotelladoras de agua, que las empresas líderes del mercado de aguas gaseosas como Coca-Cola, Pepsico o Nestlé acaparan el negocio tras absorber a las empresas pequeñas y medianas de este sector, consolidando de manera vertiginosa una estructura de mercado sumamente concentrada, por decir lo menos.

EN ESTE FENOMENO económico ha influido de manera importante la política hidráulica nacional, particularmente el costo de las concesiones que otorga el Estado, que ha perdido relación con los beneficios que obtienen los particulares por la explotación de este recurso no renovable y escaso, a pesar de que la legislación respectiva tutela para beneficio general.

SE DA EL CASO que por una concesión que paga derechos fiscales menores a 3 mil pesos se pueden extraer más de 3 millones de metros cúbicos anuales y el tiempo de la concesión otorgada puede extenderse por 50 años, periodo obviamente prorrogable. En contrapartida, el precio al público de un litro de agua embotellada oscila entre 6 y 8 pesos, cuando bien va, a veces hasta más, de tal suerte que los beneficios económicos son desmesurados con respecto a la renta que recibe el Estado mexicano por la administración de un recurso no renovable.

LAS CONCESIONES, SIN embargo, no son gracia divina, aunque pareciera. Precisa Burgos que en cuanto a la regulación jurídica de este problema, de conformidad con el artículo 20 de la Ley de Aguas Nacionales, corresponde al Ejecutivo federal (un ex empleado de la "chispa de la vida" en México, como lo fue el actual titular de la CNA, Cristóbal Jaime Jázquez) otorgar concesiones a particular para la explotación, uso o aprovechamiento de las aguas nacionales, mismas que son conferidas directamente por la Comisión Nacional del Agua, con un término que no puede ser menor a cinco años ni mayor a 50, aunque son prorrogables por un plazo igual a aquel por el cual fueron expedidas.

LAS CONCESIONES PUEDEN someterse a concurso, explica Burgos, pero en general es posible que se otorguen a quienes sencillamente ofrezcan los mejores términos o condiciones a juicio de la CNA, institución que debe vigilar el cumplimiento de las normas oficiales mexicanas correspondientes a la infraestructura hidráulica y lo que se refiere también a la materia fiscal. Sin embargo, dicha comisión tiene bajo su arbitrio la decisión respecto de los beneficiarios de cada concesión y el Ejecutivo federal la completa, con facultad para modificar reservas, vedas o regulaciones de las aguas nacionales.

Y AUN LE RESTAN ocho meses y medio.

Las rebanadas del pastel:

EL INQUILINO DE Los Pinos es un cándido puro. Dijo ayer que "no me costaría ningún trabajo decirle al pueblo de México: te bajo la energía eléctrica, te bajo el precio de la gasolina, te bajo y te doy. Y, ciertamente, saldría yo en hombros". Es obvio que ni así saldría en hombros... Bien. Ya sabemos que Calderón y Madrazo odian al Peje, pero ¿cuándo iniciarán sus campañas y presentarán, si las tienen, sus propuestas?

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