La Jornada Semanal,   domingo 12 de marzo  de 2006        núm. 575
LAS RAYAS DE LA CEBRA
Verónica Murguía

COMPENSACIONES

Allá por 1970 Jorge Ibargüengoitia escribió un artículo titulado "Criterios para exceptuar" en el que proponía que, a quienes manejan y le echan encima el coche a los peatones, se les debería prohibir ejercer el voto en las elecciones. ¿Por qué? Porque para Ibargüengoitia alguien que piensa que su coche tiene más derecho a circular por la calle que un señor que va a pie, no comprende qué es la democracia.

En dicho artículo, Ibargüengoitia incluyó en la lista de quienes no deben votar a los que tiran basura en las calles, a quienes ponen el radio a todo volumen y a quienes dejan que sus hijos sean un incordio. Para terminar, Ibargüengoitia asegura que él hubiera prohibido votar a todas las personas que trabajaran en la Dirección de Tránsito.

El meollo de este texto afirma que quien maneja como loco, tira basura o es desconsiderado, no entiende que su derecho, parafraseando a Benito Juárez, termina donde comienza el derecho ajeno. Y eso que cuando fue escrito esta ciudad tenía la mitad de tamaño y los peseros eran coches en los que cabíamos seis pasajeros y el chofer. Es decir, había más espacio para ejercer los derechos sin meterle el codo en la boca al de junto.

Ahora bien, el castigo que Jorge Ibargüengoitia, alma cívica y delicada, proponía para estos descomedidos era la quema pública de sus tarjetas de elector. Para mí, ese castigo es insuficiente. Me resulta difícil creer que un chofer de pesero, de los que son aficionados a arrancar antes de que los pasajeros se terminen de bajar, se deprimiera por la quema pública de su credencial. Los poco cívicos, creo, si tienen credencial de elector es porque la necesitan para identificarse, no porque les interese votar.

Ayer, por ejemplo, vi como una señora muy maquillada que manejaba un coche de lujo, tiraba una cajetilla vacía a la calle. Apostaría cualquier cosa a que dentro de su coche hay espacios diseñados para la recolección de la basura, pero la mujer no los quiso ensuciar, que para eso está la acera, según ella. Le grité: "¡Oiga! ¡No sea cochina!" y me hizo una seña gracias a la cual pude apreciar su insólito manicure. A esa señora, yo creo, el voto le importa un pepino. No le interesaría ni aunque los candidatos fueran Idi Amin, Adolf Hitler y San Francisco de Asís.

Por eso propongo un modesto sistema de compensaciones. Quizás si todos juntos nos concentramos y pedimos a Quien Sea, al Azar, o al dios de las ciudades feas, logremos que:

1. A quien espante al peatón, que le lleve el coche la grúa. Asimismo, a quien deje pasar al peatón, que encuentre lugar para estacionarse hasta en la colonia Juárez.

2. A quien tire la basura en la calle, si es hombre, que le caiga salsa en la corbata. Si es mujer, que se le corra la media. Si es menor de edad, que a su mamá se le ocurra ponerle una inyección de vitamina B12.

3. A quien se estacione en la rampa de los inválidos, aunque sea un momento, que le dé migraña. Una migraña con duración de una hora, resistente al analgésico, por cada diez minutos de obstaculizar el acceso. La mitad para quienes se estacionan en las entradas de las casas.

4. A las señoras que andan en Suburban y se estacionan en tercera fila, que sus hijos reprueben el año.

5. A quien no recoja la caca de su perro, que pise caca de lo que sea. Tres "quemadas" por cada deyección de su mascota. Y que además le caiga caca de paloma en la cabeza. Asimismo, quienes recojan la caca de su perro se harán acreedores a reintegros de la lotería, piropos y suerte en las rifas.

6. A quienes rayan los coches ajenos nomás porque sí, que los deje la novia(o), por el mejor amigo(a).

7. Que a los diputados, delegados o quienes sean los encargados de la de limpieza de esta ciudad —quienes evidentemente se gastan el dinero destinado a esto en otras cosas—, les amanezcan los dientes negros y no se les normalicen hasta que manden recoger todas las botellas de plástico llenas de pis y demás porquerías que deshonran las banquetas.

8. A quienes no mandan afinar los coches, que les dé catarro y se les salgan los mocos delante de su jefe(a).

9. A quienes hagan graffiti en las paredes de las casas, que les salga salpullido en el trasero. A los reincidentes, un forúnculo acneico en la nariz.

10. Y para quienes sean reos de cosas graves, como el "gober precioso" y sus contlapaches, los castigos serán los dispuestos en la Divina Comedia por Dante Alighieri. Y apenas.