Usted está aquí: sábado 11 de marzo de 2006 Cultura Definir los derechos humanos debe ser resultado del diálogo

Entrevista a HECTOR DIAZ-POLANCO, ANTROPOLOGO Y SOCIOLOGO

Definir los derechos humanos debe ser resultado del diálogo

Se soslayan peculiaridades de los pueblos y las sociedades

Las prerrogativas de la persona humana pierden su esencia, son manipuladas y sirven de mazo para golpear enemigos, como lo hace Estados Unidos con Cuba, y esto tiene su raíz en el desprecio por la diversidad del mundo

ARTURO GARCIA HERNANDEZ

Los centros mundiales de poder hacen un uso hipócrita e interesado de cierta concepción de los derechos humanos, y la utilizan como coartada para imponer los dogmas económicos y políticos del neoliberalismo.

Dicha visión de los derechos humanos -abstracta y pretendidamente inamovible-, se presenta como universal y, por tanto, de aplicación obligatoria por todos los países, ignorando las particularidades socioculturales y la trayectoria histórica de los pueblos y las sociedades.

Esta es una de las vertientes críticas del libro Elogio de la diversidad (globalización, multiculturalismo y etnofagia), con que el antrópologo y sociólogo Héctor Díaz-Polanco obtuvo recientemente el Premio Internacional de Ensayo convocado por Siglo XXI Editores, la Universidad Autónoma de Sinaloa y el Colegio de Sinaloa.

El académico advierte: ''No existen contenidos racionales universales", la construcción de los principios que rigen la definición de los derechos humanos ''debe resultar del diálogo y el acuerdo entre las sociedades y los pueblos; y ese acuerdo debe considerar siempre la diversidad sociocultural como un componente básico en la definición de esos derechos".

Actualmente, en nombre de los derechos civiles, ''los países imperiales" promueven la libertad entendida principalmente como libertad para el despliegue irrestricto de la actividad económica, mientras se deja en segundo término aquellos que tienen que ver con ''el bienestar social, con la igualdad, con la distribución de la riqueza, con el respeto a la particularidad sociocultural de los pueblos, de las naciones, de las comunidades".

Profesor-investigador del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), Héctor Díaz-Polanco ha publicado, entre otras obras, Autonomía y rebelión india en el obispado de Oaxaca (1992), México diverso. El debate por la autonomía (2002).

Por un gran caracol

El problema -reflexiona el entrevistado- es que aún esa visión restringida de los derechos humanos es aplicada discrecionalmente por los países imperiales o centrales: ''Ahí resulta que un país violador de los derechos humanos, según el buen entender de esos centros de poder, es sometido a presiones, sanciones e inclusive, tenemos muchos ejemplos últimamente, a intervención armada".

Un caso ilustrativo de esa práctica sesgada e hipócrita es Cuba: ''Constantemente se le acosa presentando demandas ante la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas para que sea sancionada".

Sin embargo, ese país ha hecho avances incuestionables ''en materia de desarrollo de los derechos económicos, sociales y culturales de su pueblo".

En cambio, esos mismos centros de poder que condenan a Cuba, ''se hacen de la vista gorda ante países como Colombia, que viola no sólo los derechos económicos, sociales y culturales, sino que viola sistemáticamente los derechos civiles y políticos, restringiendo constantemente la actividad política de los opositores, cometiendo asesinatos, ejecuciones extrajudiciales. Un verdadero escándalo".

Esto desmuestra que ''los derechos humanos están siendo cada vez más manipulados, que han perdido el noble propósito original y se han transformado en mero mazo para golpear a los adversarios. Todo esto tiene su raíz en el desprecio por la diversidad del mundo".

En ese contexto, es particularmente complicada la situación de los pueblos indios, ''cuya distancia respecto a los patrones occidentales es mayor. Por tanto, ciertas formas de organizarse y de concebir su modo de vida a menudo son señaladas como violatorias de los derechos humanos".

A la vez, esta acusación es utilizada como instrumento político para reproducir las condiciones de sumisión, discriminación y exclusión de estos pueblos.

''Lo que plantea Elogio de la diversidad es que en el caso de que haya prácticas, usos o costumbres que puedan ser considerados problemáticos respecto a alguna concepción de derechos humanos, lo que corresponde es el diálogo, la discusión y el acuerdo."

Sostiene Díaz-Polanco: ''Es muy racista la idea de que los pueblos indígenas son una especie de estructuras socioculturales incapaces de debatir sobre sus formas de vida e, incluso, incapaces de llegar a acuerdos".

Sobre este punto, el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en 1994 dio un giro dramático a ''la discusión y búsqueda de nuevos caminos para la problemática étnica".

A partir de entonces -pondera Héctor Díaz-Polanco- el movimiento indígena ''ha dado pasos hacia delante que constituyen un gran desafío para el país en su conjunto".

Después del ''fracaso de la reforma constitucional en 2001 para incluir los llamados acuerdos de San Andrés" y la imposibilidad de diálogo con los tres poderes del Estado, ''el zapatismo toma la correcta decisión de seguir adelante y desarrollar, de facto, sus proyectos de autonomía -las juntas de buen gobierno y los caracoles- que rebasan a los mismos acuerdos de San Andrés.

A su juicio, la Sexta Declaración de la Selva Lacandona y la otra campaña son un paso adicional, oportuno y absolutamente necesario, ''un instrumento político básico para garantizar que se impulsen reformas para establecer un gran caracol en todo el país, con sus juntas de buen gobierno en todas las regiones, municipios y comunidades indígenas".

Freno a las políticas neoliberales

Al respecto, Díaz-Polanco deja claro que cualquier sospecha sobre los propósitos del EZLN ''carece absolutamente de fundamento, es ofensivo para la inteligencia; no creo que la dirigencia zapatista se prestaría a un juego oscuro. Creo que están aplicando con honestidad y con sinceridad la política que consideran correcta".

La controversia por el apoyo o no de la otra campaña a la candidatura de Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia, ''amerita un debate que debería llevarse con madurez y amplitud".

Su opinión es que ambos planos no tienen que ser excluyentes: ''Podemos meditar sobre la conveniencia de articularlos, hacer consideraciones sobre los peligros que la coyuntura electoral implica para el propio proyecto zapatista y para los intereses a mediano y largo plazos de los pueblos indígenas en general.

''No soy tan ingenuo como para suponer que López Obrador va a cumplir las promesas de campaña sin presión social, sin vigilancia y sin movilización de la gente.

''Pero lo digo abiertamente: la idea de una repetición del PAN en el poder o el retorno del PRI es parte de mis peores pesadillas.

''Pienso que debemos garantizar un tipo de gobierno que ofrezca un mínimo de certidumbre sobre un golpe de timón respecto de un tema fundamental para el país: frenar el desarrollo de las políticas neoliberales."

La Sexta Declaración de la Selva Lacandona y la otra campaña -concluye Díaz-Polanco- ''en un momento dado podrían ser claves para exigir el cumplimiento de una programa mínimo que haga de México un país más humano, más libre, más justo, más plural".

 
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