Usted está aquí: viernes 10 de marzo de 2006 Opinión México se queda sin agua

Editorial

México se queda sin agua

De acuerdo con el documento El agua: una responsabilidad compartida, presentado ayer por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cutura (UNESCO), México está, en el ámbito continental, entre los países con menor cantidad de recursos hídricos renovables en relación con su población, sólo por arriba de Cuba, El Salvador, Jamaica y Haití. En el pasado lustro la cifra correspondiente se redujo de 4 mil 624 a 4 mil 360 metros cúbicos, lo que representa una disminución de casi 6 por ciento. El dato mencionado, uno más de los saldos de catástrofe del periodo foxista, tiene implicaciones graves si se tiene en cuenta la problemática planetaria que plantea la escasez del líquido en el mundo contemporáneo y en el contexto de la economía globalizada.

En lo que va de este año, y especialmente los días 19 y 20 de febrero, La Jornada ha publicado los elementos que conforman un escenario alarmante que demanda acciones gubernamentales y sociales inmediatas: la sobrexplotación de acuíferos ­especialmente por actividades agrícolas con estructuras de riego obsoletas­; la contaminación por toda suerte de sustancias tóxicas; la falta de tratamiento de aguas residuales, ya sea industriales o domésticas; la presión demográfica, y la destrucción ambiental, entre otros factores, hacen temer que de aquí a 20 años la mayor parte del territorio nacional padezca una sequía irremediable.

A este panorama de suyo problemático han de agregarse las presiones para la privatización de los recursos hídricos. Ejemplo de tales coacciones, emanadas del dogma neoliberal, son las posturas manifestadas por José Angel Gurría, director nombrado de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), quien pregona la supuesta necesidad de cambiar la condición de "bien público, casi gratuito" del agua, toda vez que ésta induciría al "mal uso, la mala asignación y el abuso". Claramente opuesto al razonamiento privatizador de Gurría, el documento de la UNESCO arriba citado señala que "hay suficiente agua para todos. El problema que enfrentamos en la actualidad es, sobre todo, un problema de gobernabilidad: cómo compartir el agua de forma equitativa y asegurar la sostenibilidad de los ecosistemas naturales.

"Las decisiones relativas a la gestión hídrica son una prioridad absoluta. ¿Quién tiene derecho al agua y a sus beneficios? ¿Quién toma decisiones sobre la distribución del agua y determina a quién, desde dónde, cuándo y cómo se suministra agua?", plantea el organismo internacional como temas que deben ser resueltos, y que enfrentan a concepciones elitistas y depredadoras, como la expresada por el ex secretario de Hacienda, y las nociones comunitarias y nacionales propuestas por el Tribunal Latinoamericano del Agua, que sesionará en la ciudad de México en forma paralela al Foro Mundial.

Si el agua es vida, la falta de ella es muerte. No hay en el horizonte internacional y nacional un asunto más crítico ni más acuciante. Algunos gobiernos, como el de Fox, se han desentendido del problema; otros, siguiendo los consejos de tecnócratas como Gurría, han entregado los recursos hídricos de sus países a conglomerados trasnacionales y han generado, así, confrontaciones de gran magnitud, como ocurrió en Bolivia hace un par de años.

Por elementales consideraciones de sobrevivencia, las sociedades no deben quedarse al margen del debate ni de la gestión de soluciones a los problemas del agua. Los medios informativos, por su parte, tienen el deber profesional de poner el tema en el centro de la atención pública. En cumplimiento de esa tarea, esta casa editorial presenta hoy, a las 19:30 horas, en Casa Lamm, el libro Agua: emergencia en puerta, en el que se presenta información diversa y plural sobre la crisis hídrica nacional y planetaria.

La participación y la iniciativa gubernamentales son indispensables, aunque no suficientes, por sí mismos, para hacer frente a este, que es uno de los desafíos más básicos y alarmantes de la actual circunstancia. Se requiere, además, que la sociedad y sus organismos, el mundo empresarial, la academia y los individuos a título personal, se involucren en la búsqueda y concreción de soluciones para esta emergencia que, efectivamente, nos está tocando a la puerta.

 
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