ANTROBIOTICA
Examen de la gula
Ampliar la imagen Una rama de vid gotea en Ditchling Common, al sur de Inglaterra. La incipiente industria del vino inglés se están revolucionando ya que varios agricultores están cambiando sus cosechas y dejando de sembrar trigo para cultivar uvas para obtener vino Foto: Reuters
I. Pecado
LA GULA ES acaso el peor de los pecados porque es madre de varios más: de la lujuria y de la pereza, obviamente, pero también de la avaricia del comesolo y de la envidia del que lo ve comer; de la ira borracha que puede sacar un arma porque sí (la gula, aunque ahora no siempre se cree así, incluye los delirios del alcohol); de la soberbia de Trimalción, y su presuntuoso y para algunos ridículo festín (tal vez no para Petronio Arbiter, que lo narra en el Satiricón con una mirada entre cruel y babeante), con sus platos que corresponden al Zodiaco (criadillas y riñones para géminis, langosta para capricornio), sus jaurías de perros y su jabalina con gorrito y jabatos hojaldrados mamándole las tetas muertas... ¿Cómo la descubres dentro de ti? Gregorio (Magno, lo apostrofan algunos; Taumaturgo, otros), pretor de Roma, no da mucho chance de movimiento: hay gula cuando el apetito se anticipa a la necesidad, cuando pide carnes costosas, cuando exige que la comida esté cocinada con delicadeza, cuando supera las dimensiones de un piscolabis (encantadora palabra para decir "botanita")... Evagrio Póntico propone: la gula es obstáculo para el ascetismo, peligro para los propósitos morales, potro desbocado, frenesí desenfrenado, receptáculo de enfermedad, envidia de la salud, obstrucción, ruido de tripas, y también corrupción del intelecto. Los más extremistas detractores de la gula la culpan incluso de nuestra primera caída: si Adán no hubiera, goloso, comido esa manzana (¡una mordidita!), aún retozaríamos desnudos y hermosos en el jardín del Edén. (Una buena referencia para todo esto es el excelente y sumamente manejable libro de Francine Prose, Gluttony, en Oxford Univeristy Press, y Gula, en Paidós.)
II. Representación
OTRA ES LA Gula con mayúsculas, el símbolo, el monstruo que nos atrapa y nos condena, que es, al mismo tiempo, el más horrible y el más fácil de representar de todos los pecados capitales. (A ver, dibújate una Envidia.) La más friqueante y extremista de las representaciones puede ser la del jefe Spenser en el canto IV de The Faerie Queene, ese como compendio del Universo e Inglaterra que puede ser, alternativamente, tan entusiasmante o tan aburrido como el propio Universo o la propia Inglaterra. Aquí la Gula viene cabalgando un puerco asqueroso, la panza inflamada por la lujuria o la opulencia (up-blowne with luxury), e inclusive sus ojos cebados por la gordura, su cuello el de una grulla, y todo el tiempo, most like a brutish beast, arrancaba flemas de la garganta: that all did him deteast; viene vestido de parras verdes pues todo lo demás le da calor; una guirnalda de yedra como tocado, bajo la cual caía sudor (from under which fase trickled downe the sweat), y comía y bebía de una copa, y apenas podía sostenerse: his dronken corse he scarse upholden cans, y así, apocalíptica, aplastante, aterradora y dolorosamente durante varias estrofas imposibles de repetir en este espacio.
III. Castigo
EN EL INFERNO de Dante los glotones padecen eterno mal tiempo (lluvia, granizo, nieve, frío); su mundo es un manglar pestilente. En el Book of Good Providence (siglo XV), se lee que la mesa de los glotones está en llamas: esas mismas llamas infernales que fuerzan a los pecadores a suplicar paja, mierda, orina para comer o beber; también comen ranas, insectos, lagartos, forzados por los demonios; en el Juicio final del Bosco se ejerce la máxima ironía: los glotones se convierten en comida, que será devorada por otros glotones, en una espiral infinita; los glotones hierven en un caldero; la cabeza de otro pecador está en una sartén, y un brazo también; alguien prepara unos huevos; hay hombre asado, que un demonio ató con las manos en los genitales; en Bruegel, otro pinche orate, los glotones nadan en vómito, se tumban hasta la madre, caóticos, contrahechos... Ya en el Renacimiento se temía por nuestra salud: a aquel que "adora al estómago como si fuera Dios", le aguarda desastre: "El calor interno se ahoga, y la comida empieza a pudrirse, lo cual, inadvertidamente, genera su propio calor putrefacto, se forma un humo negro y se hinchan las vísceras: el humo nos llena la cabeza y nos nubla la vista y el pensamiento, para extenderse después a todo el cuerpo, que se consume..." Y en el siglo XXI, el peor castigo de todos: eres gordo, sudas, apenas puedes moverte sin colapsarte, eres feo y, aunque morirás pronto, alguna arteria obstruida de grasa amarillenta, no te preocupes: de cualquier modo, nadie -créemelo: nadie- iba a querer coger contigo.
IV. Salvación
PERO JESUS REPRODUCE panes y pescados, y convierte el agua de aquellas tinajas nupciales en vino delicioso (el mejor del bodorrio, por cierto: Juan 2:9-10: "Cuando el maestresala probó el agua hecha vino, sin saber él de dónde era, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo, y le dijo: Todo hombre sirve primero el buen vino, y cuando ya han bebido mucho, entonces el inferior; mas tú has reservado el buen vino hasta ahora"); y las enseñanzas del Eclesiastés dicen (2:24): "No hay cosa mejor para el hombre sino que coma y beba, y que su alma se alegre. También he visto que esto es de la mano de Dios". Francine Prose termina así su libro: "El rostro de la gula ha sido el espejo donde nos reflejamos, donde se reflejan nuestras esperanzas y nuestros miedos, nuestros sueños más oscuros y nuestros deseos más profundos". Muy probablemente tiene razón. Le faltó agregar, acaso, que ese reflejo resplandece como el estanque de Narciso, y que morir abrazando esa imagen tiene un fulgurante aliento de belleza y de locura.