Usted está aquí: jueves 23 de febrero de 2006 Política Puebla: temor e incertidumbre

Aurelio Fernández*

Puebla: temor e incertidumbre

En Puebla estamos viviendo una sensación de temor, rabia e indignación, pero también de incertidumbre. Mucha gente activa no ligada a partidos políticos ha emprendido una campaña para expresar su repudio a lo revelado en las grabaciones, ampliamente difundidas, entre Kamel Nacif y sus allegados, mientras los partidos políticos de oposición al PRI buscan por todos los medios sumarse a esta iniciativa; el domingo próximo habrá en Puebla una manifestación con tal propósito.

El gobierno del estado busca los recursos legislativos a su alcance para salir del laberinto que él mismo se tejió. Esto no fue a partir del episodio en el que decidió servir a Nacif deteniendo arbitrariamente a Lydia Cacho y luego a Martín Barrios, sino desde mucho antes, desde que Mario Marín se alió con este siniestro personaje, por demás conocido desde hace años en los círculos de poder poblanos y nacionales. Todo parece indicar que la vinculación fue a partir de la campaña, o más bien de la precampaña que finalmente lo condujo a la gubernatura de la entidad.

La línea crítica de equívocos de Marín es muy clara: aceptación del apoyo económico del llamado rey de la mezclilla, y seguramente de otros empresarios que no se dedican precisamente a la filantropía; una vez ganada la primera magistratura del estado, anuencia a pagar a sus sponsors, Kamel en primer lugar, la inversión hecha y las incalculables ganancias esperadas; creación de un imaginario entre él y sus más cercanos colaboradores, sustentado en la creencia de que la nutrida votación a su favor constituía un bono inagotable para hacer lo que quisieran al margen de la ley y del consenso social, aislándose en una burbuja de aduladores e incompetentes, alejados peligrosamente de la realidad. Incluso cercanos colaboradores suyos se quejaban de este distanciamiento con lo que ocurría más allá de las giras por el estado encapsuladas, a las que no se invitaba a la prensa, y de las relaciones con sectores poderosos que les procuraban beneficios y elogios insostenibles.

Todo esto quedó debidamente ilustrado con las grabaciones transcritas por La Jornada y expuestas en su audio original primero por Carmen Aristegui en la W, y luego hasta la plena satisfacción de los auditorios, por las demás televisoras y estaciones de radio.

El gobierno poblano tiene pocas salidas. Tal vez la mejor es que la Suprema Corte de Justicia acepte investigar el conflicto. Lo ocurrido con el caso de Aguas Blancas es el mejor ejemplo de lo que puede esperarse con una resolución semejante: el olvido y el traspapele. La vía de la PGR es la más contundente, porque puede llegarse hasta la emisión de una orden de aprehensión contra Marín, aunque no se ejecutaría sino cuando dejara de ser gobernante o perdiera el fuero. Sin embargo, los que saben dicen que deberá ser Lydia Cacho quien presente la querella, porque la solicitada por el PRD a comienzos de la semana no debería proceder por no poder ser tutores de la causa de la periodista, ya que no cuentan con lo que se llama "legitimidad activa", en la terminología jurídica.

Con todo, el asunto electoral es el más candente. Si Marín deja el cargo antes de que se cumpla un tercio de su mandato, lo que ocurrirá el primer mes de 2007, no hay manera de evitar nuevas elecciones, y éstas serían ganadas -si las condiciones actuales permanecen constantes- por el PAN. Ese es un gran argumento para que los priístas, aun quienes están siendo afectados o son contrarios a Mario Marín, lo piensen seriamente para echar al mandatario actual de Casa Puebla.

Los dirigentes locales y nacionales del panismo están activísimos buscando la expulsión del oriundo de Nativitas para postular a sus gallos, o gallinas, quienes podrían ser Antonio Sánchez Díaz de Rivera o la propia Josefina Vázquez, es decir, la Sedeso en pleno.

Roberto Madrazo sabe que el impacto del caso Marín-Kamel-Cacho le resultará devastador. Todos los demás sabemos, incluido Mario Marín, que de cualquier manera la devastación en un hecho y no va a ganar el próximo 2 de julio, así que la presión que está ejerciendo es mínima; de lo perdido... pareciera más importante para los priístas no abandonar la plaza poblana, aunque sea como fuente de financiamientos diversos y chambas de consolación. Si Marín resiste, al menos hasta finales de enero de 2007, el Congreso poblano elige sucesor, y este órgano cuenta con mayoría absoluta del partido en desgracia.

La pelota está en este momento en la cancha de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). Hay que referirnos a las indispensables entrevistas de Jesús Aranda, de los días 20 y 21 de febrero, que revelan el detalle de esta discusión. La Corte puede no aceptar la petición del Congreso y del propio gobierno de Marín para realizar las indagatorias, y así lanzar el caso en manos de la procuraduría, con todas las consecuencias políticas, mediáticas y judiciales. También podría actuar el Congreso e instruirle juicio político, pero eso es más difícil; no creo que los diputados acepten el reto que les lanzó Pablo Gómez la semana pasada para concluir por primera vez en 90 años un procedimiento de este tipo.

En los mentideros poblanos se comenta que la decisión de la SCJN es moneda de cambio de Vicente Fox, por la influencia que tiene sobre ella. ¿Cómo podría ser la operación? Que, por ejemplo, Marín acepte que el PAN gane los 16 distritos poblanos de la próxima elección y reduzca la votación a favor de López Obrador, a cambio de mantener al gobernador actual en funciones, gracias a la entrada de la petición de investigación en la Corte.

Más allá de estas especulaciones y los arreglos a los que puedan llegar las distintas fuerzas partidistas, judiciales y gubernamentales, la indignación local es enorme y la descalificación del mandatario ha quedado demostrada no sólo por el estado de ánimo desbordado en las calles, por la colección interminable de chistes y los "precioso", "papá" y "mi héroe" que se dicen en todos lados, sino por tres encuestas contundentes en las que la gente se pronuncia sin duda por la desaprobación de los hechos y la consideración de que Marín debe dejar el cargo. Por fortuna, tampoco los poblanos hemos perdido la capacidad de indignación y de rabia.

* Director de La Jornada de Oriente

 
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