Ojarasca 106  febrero 2006

Sierra Juárez de Oaxaca

Liberan al jaguar de luz



Fernando Guadarrama, Lachixila, Oaxaca. El 17 de octubre de 2004, los pobladores de Cristo Rey La Selva, uno de los cuatro anexos de la comunidad zapoteca de Asunción Lachixila, en el Rincón Bajo de la Sierra de Villa Alta, Oaxaca, atraparon y entregaron a la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) un jaguar que venía haciendo estragos en sus potreros, donde había matado varios becerros y borregos. Los habitantes de La Selva decidieron capturarlo y no matarlo porque brillaba en las noches y desaparecía cuando intentaban darle caza, suceso sobrenatural que interpretaron como un mensaje de sus ancestros.

El 6 de marzo de 2005, acordaron regresarlo a su montaña de origen, porque en la memoria del pueblo los jaguares son sus abuelos fundadores y forman parte importante de su patrimonio comunal, natural e histórico.

El 17 de diciembre de 2005, un helicóptero de Pemex voló desde Oaxaca llevando de vuelta al hermoso felino de ojos verde agua, para depositarlo primero en el paraje Lachi soa yía bexitao (Llano Piedra Tigre), lugar sagrado de la comunidad de Asunción Lachixila, donde fue recibido por el Consejo de Ancianos con una impresionante ceremonia.

Dos horas después el helicóptero levantó el vuelo para llevarlo hasta Lachiwechi (Llano Mazate), pequeño plan sobre el cerro situado a la orilla de la selva, donde los propios comuneros, con una serenidad impresionante a pesar de no tener ningún tipo de protección, alzaron la puerta de la jaula y lo pusieron en libertad.

Muy temprano la gente de Arroyo Macho, San Mateo, La Selva, La Chachalaca y Asunción, localidades que integran la comunidad agraria de Lachixila y la Unión Indígena Zapoteca Emiliano Zapata (UIZA-EZ) de los bajos de la Sierra de Villa Alta, se juntaron en Llano Piedra Tigre para la ceremonia. De todas direcciones y por todas las veredas llegaban filas de hombres, mujeres y niños para acompañar a los ancianos. Amaneció nublado y con ligeras lloviznas, lo que hizo temer que el helicóptero no podría llegar. "Si pueden" --dijo tranquilo el señor Félix Morales Luna, comisariado de Bienes Comunales--, "hace nueve años, justo un 18 de diciembre, cuando nos agredió el ejército federal, llegaron tres helicópteros artillados, y esa mañana estaba lloviendo. Si pudieron esos por qué ahora no van a poder".

Poco después de las doce del día se escucharon tras la montaña los traqueteos inconfundibles de las hélices de dos "boludos", como suelen llamarles en Lachixila a estos enormes aparatos. En uno de ellos venía el jaguar.
 

El Llano Piedra Tigre está al fondo de una cañada, a orillas del río Cajonos. Allí se encontraron los dos abuelos nahuales que fundaron el pueblo después de marcar los límites de su territorio en el transcurso de una sola noche. Así lo cuenta la historia antigua de Lachixila. Los Xtaorho Bexitao (abuelos jaguares) montaron dos tigres de luz, a los que llevaban sofrenados con víboras de cascabel. Iban montados al revés, "viendo pa atrás las señales que dejaban a su paso los jaguares". Así avanzaron hasta delimitar su territorio. Al amanecer se encontraron en el llano y al escuchar el primer canto del gallo los dos jaguares quedaron en este lugar para siempre, convertidos en piedra. Las víboras de cascabel quedaron allí también, sembradas bajo las dos enormes piedras manchadas que hoy guardan la memoria de la fundación de Lachixila. Víbora y jaguar, día y noche, símbolos de lo masculino y lo femenino, de la luz y la oscuridad, del mundo y el inframundo, de la vida y la muerte, dualidad original de todos los pueblos mesoamericanos que aún es historia presente: "Nuestra tierra siempre ha sido tierra de tigre y de víbora" --comenta don Cipriano Pérez, comunero de Arroyo Macho. foto III
 
 

La ganadería extensiva se convirtió en la última alternativa económica para algunos campesinos de Lachixila que no quisieron migrar a Estados Unidos, al desplomarse los precios del café a finales de los noventa.

Otros que migraron, regresaron e invirtieron sus dólares en esta actividad. Pero el avance de los potreros en la selva agudizó el conflicto con los jaguares.

La selva montañosa no es apta para la ganadería, y la falta de cultura en el manejo además de la nula capacitación y asistencia técnica, traen como consecuencia rendimientos muy bajos, mucha destrucción, agotamiento de manantiales, pérdida de suelos y alta mortandad del ganado, pues lo único que se hace es abrir grandes extensiones de potreros y soltar a las vacas en libre pastoreo.

"Para nosotros el ganado es sólo un ahorro que nos permite salir de algún apuro económico, cuando tenemos que enviar dinero a nuestros hijos que estudian fuera o se nos enferma algún familiar y necesitamos comprar medicina. Nuestro pueblo sigue siendo campesino, lo malo es que no hay mercados para nuestros productos" --explicó el señor Delfino Morales, caracterizado de la comunidad.

El comisariado explicó que "los comuneros de Lachixila hemos tomado conciencia de la importancia de conservar el hábitat del jaguar, pues también es nuestro hábitat. Hoy se anuncia que el jaguar está en peligro de extinción y nos preocupa, porque esto significa que nuestra cultura campesina, que ha convivido con el jaguar durante generaciones, también está en peligro de extinción. Que hoy exista una selva en este lugar no es cosa providencial. La selva y el bosque están aquí porque nosotros estamos aquí. Muchos lugares que han sido ocupados por la cultura de afuera hoy están devastados. Queremos seguir protegiendo nuestras tierras y los seres vivos que nos rodean y andan en ellas, porque son herencia que nos dejaron los abuelos y que les queremos dejar a nuestros hijos".

Los comuneros de Lachixila en voz de su comisariado, exhortaron a las autoridades federales a resolver dos asuntos básicos que hoy afectan a la comunidad: el problema agrario y la amenaza de las empresas mineras.

"La defensa de nuestras tierras es fundamental para la defensa del medio ambiente, por eso hoy le solicitamos" --dijo con firmeza el comisariado Félix Morales a Francisco Reyes Cervantes, delegado de la Profepa en Oaxaca-- "haga un exhorto a los Tribunales Agrarios para que no sigan beneficiando con sus sentencias a Óscar Herrera Star (maderero veracruzano), que lo único que pretende es despojarnos para lucrar con nuestro patrimonio".

El comisariado informó: "Desde hace más de cinco años, compañías mineras han llegado a nuestras tierras a tratar de ubicar los minerales que detectan desde el espacio o satélites. La Minera Teca Cominco insiste en realizar prospección minera en nuestras tierras para, según ella, generar empleos a través de la extracción. Nosotros decimos que no queremos sus empleos. La minería no es una actividad sostenible, es depredadora de la naturaleza. Urgimos a la Profepa a que vigile para que no se apruebe ningún estudio de impacto ambiental que beneficie a mineras en perjuicio de la salud y la naturaleza de nuestra comunidad".
 
 

Con mucha paciencia los ancianos, dirigidos por el mayor de todos ellos, don Domingo Luna Díaz, destaparon la ofrenda y la fueron colocando en cada uno de los hoyos abiertos en la tierra. Terminado el rezo voltearon todos frente al jaguar y solicitaron a las autoridades que levantaran la tabla de madera que lo ocultaba. Entonces le hablaron al jaguar, mirándolo a los ojos, en voz alta, todos a un tiempo y de manera firme. Le hablaron también al abuelo como si estuviera ahí: "Cuida a tu pueblo y cuida a tu montura", decía uno de los ancianos, "nosotros ya no tenemos tus poderes para defendernos como tú nos defendiste antes... Cuídalo para que ya no haga más daño".

Terminado el ritual la jaula fue cubierta otra vez y llevada al helicóptero. En cuestión de un momento los aparatos se elevaron rumbo al lugar escogido por la comunidad para liberar al jaguar de luz.

En Llano Mazate, ya lo esperaban cinco comuneros de La Selva. El jaguar de luz dudó unos segundos antes de salir, se asomó cauteloso, volteó a ambos lados y como sombra fugaz salió disparado rumbo al cerro.



Foto: Lourdes Grobet
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