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20 de febrero de 2006
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Ronald Buchanan

UN ADIOS AL PETROLEO
 
El presidente George W. Bush acaparó los titulares con su proyecto de reducir la dependencia de Estados Unidos del petróleo de Oriente Medio. Al otro lado del Atlántico, sin embargo, Suecia tiene un plan mucho más ambicioso. De hecho, infinitamente mayor.

Suecia quiere dejar de usar el petróleo totalmente en un plazo de 15 años. Para entonces, y sin construir más plantas nucleares, proyecta depender de fuentes renovables de energía.

El plan ha sido encargado a un comité de industriales, agricultores, científicos y servidores públicos. Tiene que presentar su propuesta al parlamento dentro de algunos meses.

Por supuesto, Suecia no es cualquier país. Sus apenas 9 millones de habitantes tienen uno de los más altos niveles de bienestar económico del mundo. Gracias a una captación fiscal de más de 50 por ciento del producto interno bruto (en México es de 11 por ciento), tiene un sistema de seguro social para todos que casi ha eliminado la pobreza. Y, a diferencia de la mayoría de los países europeos, que tienen densidades de población mucho más altas que México, la de Suecia es la mitad de nuestro país.

Según la ministra sueca de Desarrollo Sustentable, Mona Sahlin, cada vez más expertos prevén que el mundo dentro de poco va a sufrir una escasez de petróleo por el agotamiento de los campos ya en producción y el poco éxito de la exploración. “Una Suecia libre de combustibles fósiles nos daría enormes ventajas, al librarnos del impacto de las fluctuaciones en los precios del petróleo, que se han triplicado desde 1996,” dijo.

Tras recibir un duro golpe del “choque” petrolero de los años 70, Suecia ya usa la hidroelectricidad y la energía nuclear para generar casi toda la electricidad que el país necesita. En 1970 dependía del petróleo para 77 por ciento de sus necesidades energéticas; ya se emplea sólo para el transporte y la dependencia se ha reducido a 32 por ciento.

La calefacción –muy necesaria en un país donde los inviernos son particularmente fríos– se basa en esquemas de distribución de vapor o agua caliente generados por procesos industriales o provenientes de fuentes geotermales.

El gobierno está en pláticas con su industria automotriz –las firmas Saab y Volvo– para encontrar sustitutos del petróleo, tal vez en la forma de biomasa, por los amplios recursos forestales del país, o etanol, proveniente de la remolacha de azúcar. La industria papelera, una de las más importantes de Suecia, ya usa la corteza de los árboles como combustible; los aserraderos emplean el aserrín.

México no es Suecia, pero tampoco Suecia es el único país que está tratando de reducir su dependencia del petróleo; Brasil proyecta usar el etanol en 80 por ciento de su transporte en un plazo de cinco años.

El concepto de que México tiene casi infinitos recursos petroleros se refleja en las plataformas electorales de todos los candidatos presidenciales. Pero eso no es cierto. Las reservas se van agotando rápidamente y el supercampo Cantarell –proveedor de 60 por ciento del crudo que el país produce– ya entró en declive.

Pero apenas empiezan los primeros experimentos en el uso del etanol para el transporte.

Si queremos seguir aprovechando los altos precios del crudo que se prevén a largo plazo, habrá que emplear medidas radicales para reducir nuestro consumo de petróleo. De otro modo se van a agotar rápidamente  los excedentes para exportar § 

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