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PECULIO 20 de febrero de 2006
COMPETENCIA Y PRECIOS

NINIOLa capacidad de compra de un individuo o una familia está asociada con los ingresos que obtienen y los precios que pagan por los productos y servicios que consumen. Aunque parezca asunto lejano, la forma en que se ordena la actividad de las empresas en el mercado, es decir, la existencia de más o menos condiciones de competencia entre ellas influye de manera decisiva en el bienestar de la gente.

Según se oye decir a los funcionarios públicos y a los políticos, mientras más grande sea la competencia de los productores se asegura que se ofrezca en el mercado lo que “se debe” y al “precio correcto”. Allí reside el juego entre la oferta y la demanda y las señales que indican qué, cuánto y para quién producir cada uno de los productos o servicios. Esto ocurriría así puesto que los que producen buscan generar una ganancia, y para ello intentarán arrebatar compradores a sus competidores rebajando los precios, hasta que éstos lleguen al menor nivel posible una vez que se descuentan las que serían las ganancias consideradas “normales” para ese producto en un mercado determinado.

Pero, si no hay suficiente competencia, los productores tienen cierto control del mercado, mismo que puede llegar hasta el monopolio, o sea, la existencia de un solo vendedor, y ganarán más manteniendo los precios altos. Por eso se pregona la no interferencia del gobierno en las fuerzas del mercado y, por supuesto, que haya competencia entre los productores privados. El monopolio, o más generalmente, la falta total de competencia significa una ineficiencia económica y social muy costosa. La rivalidad provoca, en cambio, un beneficio en cuanto al uso de los recursos y las condiciones de vida de la población. Se habla de oligopolios cuando determinada producción está controlada por un número reducido de empresas.

En teoría, éste es el discurso que predomina, en la práctica, en cambio, lo que prevalece en la economía mexicana es la restricción de la competencia por diversos medios, por ejemplo: las regulaciones impuestas por el gobierno, las distorsiones del mercado causadas por el control de las empresas dominantes, o bien, las licencias y patentes. Las distintas formas de control del mercado generan ganancias extraordinarias y una distribución del ingreso en favor de los productores que imponen cierto grado de monopolio y contra los consumidores.

La economía mexicana está sumamente concentrada y en diversos sectores clave predomina la falta de competencia. La estructura del mercado y el poder de las grandes empresas previenen, en efecto, la ampliación de la competencia y en ciertas ocasiones, prácticamente su inexistencia.

Algunos casos muestran esta situación. En los servicios de telefonía y sus derivados, como el acceso al Internet, impera esencialmente un solo proveedor, a pesar de que la ley correspondiente marca las pautas para extender el mercado a otras empresas. El sector de la radio y la televisión restringe la operación de las emisoras a unos cuantos grupos que buscan ahora retener el control del espectro radioeléctrico. Y, por razones distintas, hay un monopolio estatal en el sector energético. En el ramo de las tiendas de autoservicio una sola firma controla la mitad del mercado.

El gobierno enfrenta esta situación mediante una serie de organismos, entre ellos la Comisión Federal de Competencia, la Comisión Federal de Mejora Regulatoria o incluso la Procuraduría Federal del Consumidor. Además hay un conjunto de instituciones que aplican normas al modo en que funcionan las empresas en sectores clave de la economía, entre ellas pueden destacarse, por ejemplo la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, la Comisión Federal de Telecomunicaciones o la Comisión Reguladora de Energía.

Estos casos ponen de relieve la importancia de establecer normas y pautas de desempeño en mercados que son el terreno donde se fija la capacidad de compra de los salarios y las oportunidades de inversión. Un mercado poco competitivo perjudica las posibilidades de crecimiento de la economía y, finalmente, es contrario al desarrollo. §

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