La Jornada Semanal,   domingo 19 de febrero  de 2006        núm. 572
CINEXCUSAS
Luis Tovar
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 MOTIVOS PARA CELEBRAR

Este año, la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas ha decidido, acertadamente, entregar el Ariel de Oro al Centro Universitario de Estudios Cinematográficos, el CUEC, en "reconocimiento a su labor como formador de especialistas y expertos que enriquecen la industria cinematográfica". Desde aquí un fuerte ¡goya! para Armando Casas, director, Carlos Hugo Gómez, secretario académico, Jack Lach, secretario técnico, Amparo Romero, coordinadora de la producción fílmica escolar, Rodolfo Peláez, jefe del departamento de publicaciones, así como para todos aquellos que son o han sido parte del CUEC desde su fundación. Siendo universitario, no puede uno menos que sentirse a toda madre por un reconocimiento como éste. Bien, desde luego, por Diana Bracho al frente de la Academia, y por esta última, que robustece su propia dignidad al hacer de su máximo trofeo algo cada vez más serio.

NO ES DE GRATIS

Además de la unanimidad que suscita, poner ese Ariel en manos de una institución como el CUEC, considerada entre las más importantes en el cine de habla hispana, trae de pilón la oportunidad de reflexionar acerca del proceso formativo de las que serán —e incluso de las que ya están siendo-- las nuevas generaciones de cineastas. Esto es tanto más importante cuanto estamos siendo testigos de la aparición de un número ignorado de escuelas que si no son exactamente patito, sí lo parecen a juzgar por lo que de sus aulas emana; lo mismo que la irrupción de la camarita entusiasta y su cauda de perpetradores, seguidores y defensores, mismos que consideran innecesario aprender cualquier cosa sobre cine porque según ellos con tener ganas de hacerlo es más que suficiente.

A unos y otros, así como a cualquier interesado en conocer buen número de cómos y porqués del cine, le hará bien contar con el número 28 de Estudios Cinematográficos, la revista del CUEC, que lleva como título "Deconstrucción del personaje". Una entrevista de Juan Mora Catlett con Barbet Schroeder --más recordado ahora por La virgen de los sicarios que por Barfly o El misterio Von Bulow-- abre el que sin duda es uno de los temas cinematográficos más complejos y que más puntos de vista, unos concordantes y otros opuestos, suele provocar: qué es, cómo, cuál es la función y cuáles los alcances de un personaje. Como es evidente a partir de la lectura de los ensayos que firman Robert McKee, Flavio González Mello, Reyes Bercini, Adán Zamarripa, Érick Sañudo, Jaime Ruiz Ibáñez, Ray Carney, Nicholas Ray, Diana Lein y Armando Casas, la selección de actores y la conformación de personajes son dos aspectos de la producción que en buena medida definen los resultados a los que una película puede llegar. Ojalá que lean este número, y lo aprovechen, todos aquellos responsables del casting, tan chocantemente autoendiosados, detentadores de un minipoder que los ha vuelto muy soberbios, y que acostumbran basar su trabajo en lo estereotipado de un rostro, en la "taquilla" que según ellos garantiza el nombre de Alguien, o peor, en su limitado conocimiento de un medio actoral que regularmente los rebasa.

PENSAR NO MATA

Le tomo prestado su eslogan a los amigos y colegas de la revista Complot, para añadirle: "y leer tampoco". A nadie que considere al cine mucho más que una forma de acompañar la masticación de chuchulucos, le viene mal abordar el fenómeno con más herramientas que las obtenidas en función del número de veces que se ha ocupado una butaca.

Para seguir con el CUEC, están en librerías desde hace algún tiempo tres nuevos títulos de la colección Cuadernos de Estudios Cinematográficos: el número 3, Producción cinematográfica; el 4, Música para cine, y el 5, Dirección artística. Con los dos primeros de la colección, Guión cinematográfico y Dirección de actores, sigue recuperándose la disponibilidad de textos originalmente aparecidos en la revista, cuyos números atrasados era más bien difícil conseguir, y que son un estupendo material de actualización técnica y académica en materia de cine.

Para rematar con el CUEC, dése el gusto y el lujo de leer Esculpir el tiempo, del indispensable Andrey Tarkovski, cuya traducción, notas y apéndices corren a cargo de Miguel Bustos García, en una reedición que mejora, en más de un sentido, a la primera de 1993. Y si el jueves 2 de marzo a las siete de la tarde no tiene nada peor que hacer, asista a la presentación que se llevará a cabo en la Feria del Libro del Palacio de Minería.